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miércoles, 23 de julio de 2014

En ruinas


   Pongamos que hablamos de un colegio que está en ruinas, para salvar el edificio, tanto profesores como alumnos dicen tener la solución; unos creen ir sobrados, otros creen que pueden, otros sin embargo, creen que engañaran a la inspección, si le hacen un ligero lavado de cara al edificio, esto les hará parecer más listos, trabajadores e inteligentes, ello a pesar de no seguir los planos y no tomar ni la más simple medida de seguridad. Mientras otros andan perdidos en su imaginación, copiando de Internet nuevos planos, que seguramente debieron diseñar durante el año... En  cuanto a los nuevos alumnos, a algunos les sucede que no saben ni dónde está su clase y a otros ni tan siquiera saben en que pupitre deben sentarse… mientras que el problema de algunos alumnos veteranos es que dan por perdido el colegio y quieren construir un edificio nuevo y además propio.... en fin… ¿parece que estamos hablando del cole o no?

domingo, 6 de julio de 2014

Falsas apariencias


   Algunas veces se dan respuestas a preguntas que nadie ha realizado. La  triste realidad es que la supuesta respuesta a tales preguntas, aparentemente simple, es muy compleja... Utilizando "la navaja de Ockham" como instrumento de la racionalidad podríamos llegar a una conclusión basada en una premisa muy simple "En igualdad de condiciones la solución más sencilla es probablemente la correcta". Existen multitud de patrañas que se disfrazan de verdad, pero son solo basura, y cuentan con la complicidad de nuestra ingenuidad... de la confusión y dudas que se nos crea en nuestra mente, que se comporta como un espejismo en el desierto y que además se transforma en un excelente caldo de cultivo para los estafadores. Se puede citar, a modo de ejemplo y para desgracia nuestra y de la sociedad en general,  a la medicina pues tampoco está ajena a todas estas supercherías...  Y en concreto la investigación médica, que en algunos casos está financiada por supuestos "mecenas", que no son otra cosa que buitres con oscuros intereses económicos, disfrazados de benevolentes, y para aumentar nuestra desdicha, a veces ese supuesto interés viene con consecuencias fatales para nuestra salud, nos convertimos sin saberlo en cobayas humanas. Otras muchas veces ponen unos absurdos límites a la investigación, carentes de toda lógica, como sucede en la investigación farmacológica; no sólo se recorta el camino de la investigación y producción de fármacos, sino que se impide la salida al mercado de nuevos y más eficientes fármacos, mientras no se recupere la inversión y se obtenga con los actuales los beneficios económicos esperados, luego cambian levemente la composición, sin que ello aporte nuevas mejoras al fármaco, renuevan la patente y a seguir exprimiendo al enfermo necesitado. Es muy normal delimitar lo que se investiga y lo que no se investiga, en función de su rentabilidad económica, de los intereses comerciales de los inversores que la financia. Resulta, por tanto, hasta normal el fraude, la mala praxis o la ausencia de cualquier "principio deontológico" y si además no existen o fallan los mecanismos de control... camparan a sus anchas en función de los intereses del momento. Sin embargo, tampoco debemos ignorar las meteduras de pata en otras disciplinas tal como sucede en la física o en las matemáticas, cuyos peores fiascos, por norma, no suelen causar víctimas, más allá de la causada a la propia inteligencia. Sobra decir que ambas son inocentes de los disparates que se proclaman en su nombre. Vivimos en un mundo disociado, de velocidades y tiempos distintos, Naturalmente, esta afirmación es considerada errónea por los que piensan que no son distintos tiempos, sino que el razonamiento viene en función de la influencia de la identidad cultural según la zona geográfica en la que discurra nuestra vida. Con la disociación de los tiempos, lo que verdaderamente se pretende es recordarles a los denominados "progresistas" que el mundo camina más lento que ellos... Se produce así, una reordenación estética del vacío que deja la extensión del relativismo cultural, del fundamentalismo ideológico. Y no vale salirse por la tangente de la improcedencia indiscutible de comparar sociedades occidentales con otras de distinta índole. Pensar que en estas sociedades, con esa distinta concepción política nunca podrán aspirar a tener mecanismos de prevención o control del fraude, que sí, se presupone, tienen los países autodenominados "primer mundo"... Nunca debería justificar que se dé por buena la corrupción, allá donde y cuando se produzca con la única excusa de defender, supuestamente, valores de sociedades que presumen de democráticas.