Pensamos
que no
nos vamos a detener por nada, que somos inmunes a cualquier obstáculo que
pudiese aparecer en nuestro camino. Con esta actitud prepotente, nunca nos creeremos que nada nos hará doblegar. Pero lo que verdaderamente sella la pauta de nuestra conducta, no
somos nosotros, sino nuestras circunstancias. Esas que a lo largo de los años,
nos han forjado ese carácter abrupto. Si el camino es “Amargo y doloroso” no podemos
doblegarnos, aminorarnos ante ese temporal, por muy fuerte que nos azote. No debemos de
rendirnos ante la mínima contrariedad surgida, por muy grande que fuese la afrenta, ni
abandonar a los que dependen de nosotros a su suerte. Tampoco hacer sufrir a personas inocentes que no tienen culpa alguna. No Debemos sucumbir ante cualquier adversidad, aunque solo sea por dignidad personal. Buscar y sacar hacia fuera esas pocas fuerzas que
tenemos adormecidas, demostrar que somos personas curtidas, no cualquier “trapo viejo”.
No temer a nada, ni a nadie… Si perdemos nuestros valores, habremos
perdido, no solo una batalla, sino la guerra entera. Debemos "sacar valor de la flaqueza, aceptar con resignación el
infortunio, las calamidades que la vida trae consigo y nos regala solo por el simple hecho de vivir. Nunca se debe abandonar el barco, aunque el naufragio fuese inminente, hay multitud de puertos donde
desembarcar…No olvidarnos de defender a los que carecen de defensa, de
autoestima, a los que tiran la toalla… Más se debe calibrar la intensidad de
nuestras acciones, no vaya a ser que se cumpla aquello de “por la boca muere el
pez”… mucho hablar de los valores éticos y de su defensa… y ser nosotros mismos los que tenemos
esa carencia. Con demasiada frecuencia, nos llegan noticias de los efectos
perversos de esta crisis, que suelen ir acompañados de desahucios, de violencia de género, de protestas, de manifestaciones, de cargas policiales… Sucesos que nos “invitan” a
abandonar la fe en las personas. Los únicos que perseveran en su empeño de
luchar por los demás ante las fatalidades, son “las ONG´S” a través de
sus voluntarios. Porque además les parece una ingratitud, una deslealtad abandonar a los
necesitados, sobre todo, en estos momentos difíciles y de tan grande crueldad.
El abandono al que son sometidos, la gente más humilde, nos produce bochorno,
acompañado de una tristeza "cabreante"...para nosotros. Es el clamor por la
justicia social, por la paz en todos los hogares, la que provoca esa la voz que
se convierte en grito que resuenan en todas las conciencias de las personas de
bien. Es el grito del silencio, que parte desde la zona más recóndita de
nuestra alma y fluye hacia fuera exigiéndonos un fuerte compromiso.
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jueves, 31 de octubre de 2013
martes, 29 de octubre de 2013
Personas voluntarias, personas con voluntad
Siempre
que ponen ante nuestros ojos el ejemplo y las características propias de las personas voluntarias, es algo con lo que nos identificamos plenamente, que sentimos en
nuestro interior y ese sentimiento crece paulatinamente, pero solamente llega a hacerse grande
en aquellas personas que lo sienten de verdad. Hasta el punto de ofrecer
cualquier cosa o acción que este dentro de sus posibilidades. Pero si se le
escapa, si no está en sus manos moverá “cielo y tierra” para conseguirlo. Son
de este mundo y sus carencias las llenan con mucho entusiasmo. Las personas
voluntarias nos incitan a hacer de la paciencia una virtud, a tener fortaleza, a la esperanza. Esas
“exigencias” son particularmente necesarias para quienes se dedican a combatir la
pobreza y la exclusión. Es necesario saber esperar a que la acción voluntaria de sus frutos, se aceleraran en función de la cooperación de la sociedad. En la medida que vaya creciendo la acción voluntaria, su ejemplo prenderá en
cada vez más conciencias, ahondando sus raíces en el alma y germinando poco a
poco... hasta materializarse en nuevas acciones. Hace falta, en primer lugar,
creer en lo que se hace, estar completamente convencidos del camino que se
comienza. El compromiso que se otorga es la palabra empeñada; es también un entusiasmo
contagiado, que a su vez, se siembra en las personas voluntarias. Es la levadura que hace fermentar a toda la sociedad. Así sucede con todo lo nuevo que se
pone en marcha, sólo es necesario poner la voluntad, dar el primer paso, para
que nos sigan nuestros círculos de amistades y a ellos los suyos progresivamente,
hasta que llega a toda la sociedad. Que se sea capaz de preservar esas metas
dependerá de la constancia y sobre todo la motivación personal para dar la
respuesta adecuada a cada petición. También es necesario dar tiempo para que la
persona voluntaria se forme y así realice su labor con eficiencia. Que existan
personas dispuestas a dar su tiempo de forma libre y altruista, nos animan a la
sociedad, nos hace reverdecer y renovar la fe en las personas. Y nos
otorga la paciencia, la seguridad y una renovada esperanza. No estamos solos en
este duro camino, nunca sentiremos la soledad pues comprobaremos el crecimiento
personal y esa metamorfosis que nos cambiara a cada uno de nosotros.
lunes, 28 de octubre de 2013
Aunar esfuerzos
sábado, 26 de octubre de 2013
Buscando el "Consenso en educación"
¿Quién
elabora las leyes sin contar con nadie? ¡En buena hora tuvo tal ocurrencia!
¡Qué cara debió poner cuando ha visto que no cuenta con el apoyo de nadie! se ha
saltado la norma del consenso y además critica, censura con contundencia a todo
aquel que no esté en su onda y la de su
grupo político. ¡Qué ejemplo de mesura, de falta de tacto, de falta de educación…! El pobre ministro no da
pie con bolo, la culpa es de los otros, de los profesores, de los padres, de los
alumnos… nunca se ha visto tantos “culpables”. En el día que comprenda que su comportamiento
es cuanto menos impropio, como suele decirse, no es “políticamente correcto”.
Lo que nos demuestra que al ministro le importaba poco el “qué dirán” y si es “políticamente
correcto “o no; por eso, pese a quien pese, impone sus normas, que pueden ser
buenas o no. Más en ambos casos, no debe ser la pauta de actuación de quien se
considere una persona culta y preparada. Nosotros le criticamos claramente por
su mala gestión, por la doble moral con que actúa, la hipocresía con la que
busca la conveniencia de favorecer ciertos intereses por medio del engaño
masivo. Como siempre, su palabra es la correcta, interpreta libremente, a su antojo, lo
que cree son nuestros intereses... menos mal que esta el, sino ¿Qué sería de nosotros…?
Nos quiere adoctrinar sobre los usos y costumbres de nuestra educación y la de
nuestros hijos. Con ello acabaríamos convirtiendo en “valores” aquello que solo
son patrañas. Con la verdad se convence, nunca se impone. Esta ley nace de la soberbia, del egoísmo y del orgullo de un señor que
se cree en posesión del santo grial, de la piedra filosofal, en un intento de “controlar”
la enseñanza pública, para no desentonar con sus ideales, que ni siquiera se
molesta en esconder, sin que importe el precio que la sociedad va pagar, ni
como ennegrezcamos el futuro de nuestros hijos, pues, a fin de cuentas, a él le
da igual. Hemos de saber que la verdad siempre es y será verdad, aunque la trate de ocultar, de enmascarar... prevalecerá sobre sus pensamientos, es una batalla que perdió
antes de su comienzo. Con el dialogo, con un mínimo consenso se lograría cualquier
meta, es esta su misión, que está por encima de cualquier otro interés,
arbitrar una formula, aunque sea de mínimos, que convenza a la mayoría de los interesados:
padres, alumnos, profesores, etc. procurando mantener un factor de unidad, según
el modelo que más convenga, pero abierto a las modificaciones que fuesen
precisas para su correcta adaptación. Todo pasa por guardar las normas
sociales, por habilitar circuitos de dialogo, nunca por imponer, jamás por
amenazar… si no puedes obtener el dialogo, el consenso, si lo que haces lo
haces en soledad…vete y todos, sin excepción te lo agradecerán.
viernes, 25 de octubre de 2013
Pensamiento solidario
Hay
días que nos despertamos “apagados” sin gana de nada, espesos, sin ideas, sin
ganas de hablar con nadie, ni que nadie nos diga nada. Más pasado un tiempo
prudencial, y ya completamente despiertos, el día se torna radiante y comienzan
a trabajar las “neuronas”. Nos cuesta entender por qué nos levantamos con esa apatía…
Pero comenzamos a trabajar con la misma ilusión, como si fuese el primer día.
Para muchos es un día especial, es viernes…lo que significa que viene el fin de
semana y el merecido descanso. Pero, todos los días debemos pensar en aquellas
personas para los cuales todos los días son “de descanso obligado”, me refiero
a los parados. Han dejado de vivir con ilusión, se les escapan en su vida, muchísimas
ocasiones únicas, que no se volverán a repetir. En la reciente historia de
nuestro país, nunca ha habido tantas personas desempleadas. No ven futuro
alguno. No perciben el momento de volverse a sentir útiles, no ven la hora de
poner fin a sus penurias. Es necesario, por tanto, conocer y comprender a todas
las personas con las que convivimos, sus miedos, sus esperanzas, sus legítimas aspiraciones,
su modo de ser y entender la vida. Buscar la razón esencial para ese toque
dramático. No nos cuesta mucho señalar las ocasiones perdidas por la sociedad,
por no haber puesto limites, por no haber cimentado bien los pilares del
desarrollo, por no haber aprovechado el momento de crecimiento económico. ¿Cuántas
ocasiones habremos perdido por no planificar el futuro? ¿Por qué no nos auto-valoramos
nosotros mismos? Vivimos en un mundo donde domina la maldad, el egoísmo,
pensamos solamente en nosotros y nuestros allegados; lo cual es lícito, pero
debemos de acordarnos de los que no trabajan, no porque no quieran, sino porque
no encuentran. Sabemos que no tenemos la solución de sus males ¡ojala! Pero si
podemos y debemos exigir a las administraciones que les proteja, que no les
abandonen cuando más necesidades tienen. Habitamos en una tierra dura, cruel,
con grandes brechas y desigualdades. Lo cual no significa que nadie sea mejor
que nadie, todos debemos tener nuestra oportunidad y aprovecharla. No esperar
que ocurra un milagro y nos toque la lotería, debemos poner los pies en la
tierra y analizar “que puedo hacer yo” y mirar el futuro con optimismo, sin
perder de vista el sufrimiento del presente, hacerlo más liviano, compartir y
pensar “No hay bien ni mal que cien años dure”.
jueves, 24 de octubre de 2013
Creciendo como persona
Somos,
la inmensa mayoría de nosotros, una persona sin grandes pretensiones, y las
pocas que tenemos no son estrictamente personales, sino más bien colectivas. La
respuesta a la inquietud que nos deja insomnes, yace en nuestro interior.
¡Ojalá pudiésemos sacarlas a flote, a flor de piel! lo que nos ocurre es el
hecho de no saber comunicar nuestros proyectos o ideas, de no encontrar las
palabras precisas que describan la visión que sobre el futuro tenemos, los
proyectos que planificamos… y eso nos ofusca, nuestros proyectos se ven frustrados,
mueren antes de nacer. ¡Parece que no ocurre nada! Pero para nosotros significa
mucho, mantenemos en secreto las ideas, porque solo pensar en compartirlas,
exponerlas… nos da “vergüenza”. No saber con certeza si van a ser bien
acogidas, si van a interesar…el solo hecho de compartir nuestros pensamientos
con otros nos causa terror. Nos da la “equivoca” impresión de desnudez, como si
mostráramos nuestra alma para el deleite de los demás, es decir, pasar por la
aprobación de la sociedad. Que nos da cortedad, es cierto, pero debemos tener auto-confianza,
firmeza, fe en nosotros mismos, si queremos que al menos se nos tenga en
consideración, Todos tenemos planes y proyectos personales o de diversas índoles.
Y a veces se tiene prisa
por verlos realizados. Podríamos decir que somos “presa de la impaciencia”.
Nuestras ideas y proyectos debemos saberlos exponer y aún más ser capaces de
convencer a los demás. No importa si se es locuaz o no, importa que sea buen
proyecto. El tiempo será un inconveniente, más que una ventaja, pero hay que
tener paciencia. Vivir sin demasiada tensión, evitando la apatía, la desilusión...
La impaciencia o la ansiedad son enemigas y malas consejeras para obtener buen resultado,
son debidas a la falta de confianza en el proyecto. Por otra parte, quien no tenga ideas o proyectos,
es un retraído, pareciera un muerto sin ninguna esperanza en la vida. Esto es
un freno para su realización personal. Y, además, es muy triste compartir
espacios y proyectos con este tipo de personas. Debe dejar de ser un amargado,
pues solo podrá desfogarse criticando a los que tienen proyectos, a los que
trabajan por todos, incluso por él.
Son las personas con proyectos, con ilusiones
las que mueven el mundo, y además comprometen en sus proyectos e ideas a todas las personas que se mueven en
su círculo, avanzan junto con él. ¡Hay que tener ideas y proyectos! ¡Buscar la
exquisitez y la finura para todos: para la familia, para amigos, para los
compañeros del trabajo, para el entorno social…! hacer del bien común, la
excelencia de todas las obras. Debemos aspirar al máximo, no conformarnos con
mediocridades, que se note el esfuerzo y la pasión que se pone en cada
proyecto. Recordar siempre palabras
que nos den fortaleza, no escuchar a aquellos que nos ponen zancadillas, pero
que además se benefician como buenos “parásitos” de nuestro trabajo. No debemos
pararnos en nuestro camino, ni retroceder bajo ninguna circunstancia. El fin
del camino será para el que no quiere proseguir; retrocede, solo, aquel que
nunca creyó en ese proyecto. Pero hay que incidir, que nunca debemos estar
satisfechos al cien por ciento, pues eso significara que hemos acabado nuestro
camino y nos hemos transformado en aquello que más temíamos “un conformista”.
miércoles, 23 de octubre de 2013
Compromiso de futuro
martes, 22 de octubre de 2013
Ideas
Qué gozo da descubrir que, aunque uno sea
pequeño, no en edad, ni en tamaño, sino en “importancia…Uno mismo abre nuevas
puertas, nuevas ideas que son tenidas en consideración por un número cada vez más
importante de personas. Estamos cansados, agotados, hartos de que “mareen la
perdiz”, de tanto caminar hacia ningún lugar, nuestros pasos parecen no tener
un destino fijado. Pero nosotros necesitamos tenerlo, necesitamos escuchar
palabras de ánimo, de apoyo, para continuar hacia delante. Mi espacio, mientras
sea mío, estará abierto a cualquier sugerencia, a meditar sobre cualquier idea,
por muy entreverada que fuese. Sí, hasta el momento que la muerte llame a mi
puerta, seré yo quien le abra o le cierre, nadie podrá decidirlo por mí, no les
dejare… ante nadie hemos de rendir cuentas, somos responsables de nuestros pensamientos,
de nuestras palabras y también de nuestras acciones. Abrir una nueva puerta, es
abrir una nueva esperanza, es sentir nuevamente los ojos abiertos, es ofrecer
una nueva idea, con distinto planteamiento, pero eficaz y a nuestro alcance. No
nos podemos distraer con las musarañas que surgen al lado. Estar distraído es imposibilitar
el alcanzar el objetivo marcado, querer conseguirlo cuesta y mucho, pero si se
carece de la voluntad de lograrlo, será inútil a la vez que inoperativo que lo
intentemos siquiera; Expresar una idea que no venga acompañada de acciones, es como
hacer pompas de jabón, muy bellas pero de duración efímera… de ahí la
importancia de efectuar una acción, que sea visible, comprometida y a la vez conmensurable.
Debemos “coger el toro por los cuernos”, tenerlo todo pensado hasta el último
detalle. Para hacer realidad una idea, hay que pensarlo todo, los pros, los
contra y valorarlo en su justa medida. No
podemos ser un náufrago en nuestro propio barco, sin orientación, sino que debemos
saber dónde estamos, y sobre todo a dónde vamos y cómo llegaremos al destino; Lo
haremos porque lo conocemos, tenemos previsto que medios utilizaremos para ir y
cuáles serán las dificultades. Preveer hasta los posibles “imprevistos”
nos ayudará a abrir esa nueva puerta en nuestras mentes. La responsabilidad dependerá
del grado de compromiso que efectuemos, Nuestro pensamiento se debe coordinar con
nuestras acciones no nos podemos permitir el lujo de distraernos, ante todo
esta nuestro compromiso, pero este debe estar en concordancia con nuestra ética
y visión de la vida, debe ser para nosotros un pensamiento saludable y
vigorizante. En definitiva que nos aporte mucho más de lo que se pudiese perder
en su consecución.
lunes, 21 de octubre de 2013
El regalo de la vida
La
verdad escuece y para que no nos haga daño, algunos nos
tapamos los oídos y cerramos fuertemente los ojos, es para muchos más cómodo el
hecho de ignorar, que el saber. Nos ahorramos mucho sufrimiento, por expresarlo
de alguna forma, que conlleva “el conocimiento”. Si observamos nuestro entorno,
nos causará una gran conmoción por su cruda realidad; por verlo tal cual es y
no la idílica fantasía en la que creíamos vivir. Aun así, debemos de privarnos
de tener envidia, porque, aun en la penuria, lo que poseen otros, nos atrae más
que lo propio. Queremos acaparar, tener abundancia de bienes, al precio que
fuese preciso pagar ¿Qué es lo que nos asegura la supervivencia? Sabemos muy bien en qué está basada la vida, porque así nos
lo ha dicho, y así lo hemos vivido. Sabemos que la vida no es solamente tener
bienes, estos no nos servirán de alimento, aunque hay que reconocer que serían
de gran ayuda, si fuese preciso. Nuestra meta, la voluntad que ponemos en la
búsqueda de la razón de vivir, equivale a realizarnos plenamente, vivir con las
demás personas, compartiendo nuestras experiencias con la familia, con los
amigos, con nuestro entorno social... signo inequívoco de pertenencia a un
grupo... La vida es, pues, una “oportunidad” que nos han dado nuestros
progenitores, con la única misión de ser “otro eslabón en esta larga y extensa
cadena” que es la vida humana. Pero, ¿Es suficiente por ser vida? ¿Podrá
negarse que sea un don, que nuestros padres nos han transmitido y que,
solamente por eso, ya debemos estarles agradecidos? nadie es dueño de su propia
vida, es como un préstamo que nos han hecho y como tal lo debemos transmitir, a
través de nuestros hijos, de nuestros descendientes. Continuando con esta
lógica, volvemos a la cuestión existencialista ¿Qué sentido tiene la vida? ¿Qué
hago yo aquí? Si la vida es un regalo recibido a cambio de nada y donado sin
condiciones, siempre debemos de transformarla en una gratitud total: hacia
nuestros padres, hacia aquellos que les precedieron… Quien vive preocupado solo
por acumular bienes, se está perdiendo lo mejor que la vida tiene, habrá vivido
una vida vacía, insípida, sin valores que transmitir a las generaciones
venideras, y al final todas las enseñanzas, que en su día recibió, se perderán
en el olvido del tiempo, y será entonces cuando de verdad morirá.
sábado, 19 de octubre de 2013
Calumnia personal
viernes, 18 de octubre de 2013
Lucha contra el cancer
En la vida hay loterías en las que mejor no
participar, pero por el simple hecho de existir, entras en el bombo, y sin tu
saberlo te toca el desagradable premio del cáncer. A la persona que le ha
tocado no puede renunciar al “premio “Quien haya sido llamado a sufrir esta
terrible enfermedad, la ha de afrontar con la mayor entereza de la que pueda
disponer, ha de contar con el apoyo, con la compresión de sus seres queridos,
sobre todo de los más cercanos, que le demuestren todo el amor y la necesidad
que tienen de el/ella, que esa lucha no se lleve en soledad, es una guerra de
todos… La vida nos ha designado como guerreros de esta ardua batalla, quien
sufre cáncer quiere compartir esa angustia, ese dolor con los demás,
quiere que todos seamos sus cómplices con su lucha, en concreto. No quiere
sentirse desamparado/a por haberle tocado esa “maldita suerte”. Además,
nosotros debemos impedir que sienta tristeza, que se derrumbe animicamente,
ello depende del apoyo que le prestemos. No debe estar prohibido hablar del
tema, ni referirse al cáncer con otro nombre, no se le debe quitar la
importancia que tiene, pero si se debe valorar las herramientas con las que se
cuenta en esta singular lucha para vencerle. Sobre todo, se ha de dejar claro
que puede haber un desenlace no deseado. Se debe poner en sus manos todo
aquello que se estime más conveniente, más necesario para hacer de esta
situación “incómoda”, una manera que más se aproxime a la manera normal de
vivir: Por todas las cosas que nos unen, hay que hacer que se agarren a
la vida, fuertemente, tenemos necesidad de ello. La lucha contra
el cáncer comienza con la prevención, fundamental, debemos de
quitarnos de hábitos poco o nada saludables y por lo tanto poco recomendables,
hacer una vida sana, comer adecuadamente, hacer ejercicio físico…Además,
prepararnos mentalmente para realizar el camino de la enfermedad, si llegara a
aparecer en nuestra vida, debemos, también, curarnos las heridas interiores,
esas que corroen el alma, apoyar a otros enfermos, a sus familias, a aquellos
que han sufrido una perdida irreparable... manifestando, así, nuestro
compromiso en la lucha contra el cáncer. Nuestra tarea es simple,
apoyo y exigencia: porque si no exigimos que se mantenga la investigación o se
incremente, la recortaran como recientemente ha ocurrido. De la investigación y
desarrollo de nuevos fármacos y terapias depende que la futura lucha contra la
enfermedad sea un éxito. El mejor testimonio que podemos ofrecer es el apoyo a
organizaciones como la AECC en su lucha diaria, hacernos más
conscientes de la dimensión de la enfermedad y contribuir con nuestro pequeño
“granito” a que esta guerra, sin igual, se acabe ganando, de nosotros depende
jueves, 17 de octubre de 2013
el saber....
Siempre que se
nos plantea cual debe ser el sentido, la aceptación y el trato que debemos dar
a todas las personas, a la vez, se nos plantea una difícil disyuntiva, una
respuesta en la cual no se puede generalizar a todos por igual. En nuestro
entorno más próximo, hay personas de cualquier posición social, que forman
parte de nuestro círculo, que reciben el mismo trato y merecen la misma
distinción por nuestra parte; inducidos por la necesidad de integración social,
lo expresamos con palabras, con acciones que hagan comprensible nuestras
actitudes, nuestras necesidades de integración. Es un mensaje sencillo, que
efectuamos mediante dichas acciones, con actitudes positivistas, que aunque lo parezcan,
nunca son halagadoras. O mediante acciones, que resultan difíciles de comprender,
aunque necesarias, no deben resultar incomodas para nadie. Parecer “inteligente”
a veces resulta molesto para quien lo percibe, crea enemigos innecesarios, pues
les incita y les predispone negativamente en su contra, ya que no toleran que
alguien sea superior en algo a ellos, y además
es incómodo ante su entorno, “que exista alguien mejor que tú, sencillamente
impensable”, si es así, se procura de alejarlo, de condenarlo al silencio, se
le calumnia, se le desacredita, así hasta alejarle de nuestro circulo social. Pero si llegara a triunfar fuera de nuestro
entorno “se le erige un monumento” se le organizan todo tipo de homenajes, se
dan cuenta “que ya no molesta” ¿Nos acordamos de cómo eran antes? ¿Ponemos en duda
lo que nos dicen ahora? No, y si podemos nos hacemos una foto y la subimos al “Facebook”
A nuestra generación se le juzgara por todo el talento que ha desperdiciado, pero
también por haber condenado al ostracismo a algunos conciudadanos. Hay demasiadas
personas que se creen que solo ellas tienen el “derecho de saber en exclusiva”,
y lo compartirán, cuando y con quien les
convengan. Personas que llevan a término lo de “El perro del hortelano” niegan el paso a los que intentan conocer las
letras o las ciencias, quizá para que no sepan tanto como ellos o les tomen
delantera. Muchos de ellos estudiaran las maneras de desacreditar a los que
incomodan su posesión y es que no hay mayor peligro que el saber que se esconde
en los libros y ellos lo saben.
miércoles, 16 de octubre de 2013
El valor de las cosas pequeñas
Estamos
tan acostumbrados a perder que cuando ganamos nos sienta hasta mal. Este dicho,
que últimamente tanto se repite, nos
da para algunas reflexiones: entre ellas, nos habla de nuestra rutina, de los sufrimientos,
de las privaciones, de los apuros económicos, de la inestabilidad personal, Es
un “milagro” que continuemos con la entereza moral, a estas alturas de la “película”,
Pero haciendo un buen uso de la coherencia, la vida nos parece ser más sutil,
más simplificada… Pese a ser bastante dura, extensa y penosa por momentos. Todos
nuestros pensamientos confluyen en posibilitar que en nuestros quehaceres “brillen”
la justicia, la compasión, el altruismo,
el compromiso y sobre todo seamos fieles a nuestra ética. Las penurias en nuestra sociedad actual van en
la misma línea que se mueven la economía. Pero se debe dar valor a las cosas
pequeñas, a las pequeñas alegrías que muy de tarde en tarde, nos suceden,
parece hasta exagerado, es verdad, las
personas que celebran las pequeñas cosas tienen la distinción de gozar de gran generosidad,
comparten con los demás esa pequeñez, que para ellos es “lo más grande del mundo”. Hemos sido
testigos de vivencias de personas que comparten lo poco que poseen, de los que
se suele decir “que nada es suyo”, otros, sin embargo, se reservan lo poco o lo
mucho que dispongan para disfrutarlos ellos solamente, muchas veces temiendo a
la escasez en la vejez. Tienen todo el derecho a hacerlo, nadie les ha regalado
nada y quizá, no han aprendido, o no han querido aprender a ser solidarios.
La vida es la mejor maestra que existe, nos enseña cual ha de ser nuestro
modelo, entre varias opciones, que se adaptan a nuestra personalidad, pero el
ejemplo nos arrastra, es como un imán del que no podemos resistir su fuerte
atracción. Los buenos educadores se esfuerzan en vivir aquello que enseñan.
Esto es la coherencia. No solamente con decirlo, explicarlo, sino vividlo de
lleno: “la grandeza de las personas esta en valorar las cosas pequeñas”
lunes, 14 de octubre de 2013
Malvados
No
se debe pretender que sobre los más humildes caiga todo el peso de la crisis.
Que ellos la paguen con sus esfuerzos, con sus privaciones… y los pudientes no
aporten nada o muy poco. Esto no solamente es una sandez, sino una maldad
adornada de mucha soberbia. Y es maldad porque se hace a sabiendas que lo sufrirán
las clases más débiles, por ello, el uso de la palabra “maldad”. En ese
aspecto, los dirigentes de esta generación son malvados; piden que aguantemos,
que ya nos queda poco para salir de este pozo sin fondo, pero ellos no predican
con el ejemplo, no se solidarizan con los que más están sufriendo, ni les
ayudan… les acusan incluso de defraudadores, de robar las arcas públicas. ¿Quién
defrauda a quién? ¿Se les dará otra oportunidad si siguen acusando? También son
“malvados” porque ponen como condición el sufrimiento, ayudan a los ricos a ser
más ricos, deshacen cualquier mecanismo de ayuda social (ley de dependencia
etc.) para dar después su indulgente apoyo a los poderosos. Ni ante sus votantes
claudican, porque todo lo hacen, supuestamente, por el bien común, traicionarían
a su propio padre si fuese necesario, o si se lo piden los acreedores. Que
ellos quieren el bien común, lo pongo en cuarentena, son como espectadores
sentados en sus poltronas esperando las órdenes oportunas de quienes realmente
mandan... Pero con ello se están cargando la idea de “España”, la están vaciando
de contenido, momentos de debilidad que son aprovechados por los buitres que
revolotean con el incipiente olor a cadáver. No puede ser que se permanezca con
los brazos cruzados. Que se aliente la confrontación y se resucite las “dos
Españas”, sólo aquellos que permanecen en la ignorancia, en la dejadez, pueden
permitirlo, todo por una obediencia a sujetos que solo les interesan nuestros
bienes y que seamos débiles, cuanto más débil mejor para ellos. Esta debilidad
que nace de la ceguera política, ¿A qué se espera? ¿Por qué se callan? Somos
testigos de cargo de esa dejadez, que va en contra de nuestros intereses, que
mantienen un ridículo pulso del que nadie saldrá vencedor, pues es nuestra mano
derecha contra la izquierda. Es pues, una caricatura de lo que debería ser un
orgullo para todos. Dice un refrán que “no hay peor sordo que quien no quiere
oír, ni más ciego que quien no quiere ver” Si se lo propone saldremos todos victoriosos,
si se sigue en la inacción, no quedará ya nada qué hacer, sino sufrir la
condena de pagar más y más deuda… todo por la obstinada obediencia ciega a
sectores ajenos a nuestra realidad. Deben adelantarse a los posibles
acontecimientos, defender a aquellos que representan, intentar acabar con este
sufrimiento… Solo entonces les reconoceremos como parte nuestra, una parte que
se ocupa del bienestar del resto de su cuerpo.
domingo, 13 de octubre de 2013
Abandonados a su "mala" suerte
El
hecho de nacer pobre no significa que se tenga menos derechos, por ello, no es razón
para dejar de aplicar la justicia social a todos por igual´. Al menos esa es mi
impresión ante los últimos naufragios, ocurridos en la isla italiana de Lampedusa.
Pecare de populista, no me da miedo la reprobación que seguramente algún sector
social, carente de toda sensibilidad, me pueda efectuar… con una buena dosis de
paciencia, meditando lo ocurrido… no encuentro explicación posible, por ello
voy a hacer una petición “Que se ayude a quien viene atraído por un espejismo
de prosperidad” ¿en qué situación viven en sus países de origen para arriesgar
la vida? La respuesta es fulminante: en la extrema pobreza, azotados por
guerras triviales e intereses incomprensibles para cualquiera de nosotros. Esto
nos demuestra que la atracción hacia el denominado “primer mundo” es muy
poderosa ¿Qué podemos hacer nosotros? Presión, pedir a nuestros gobernantes que
actúen responsabilidad, se trata de seres humanos. Pero, pidámoslo con
persistencia, que no tenga que ocurrir más “Lampedusas” para recordárnoslo. Basta
un mínimo de sentido común para entender que “nada es demasiado difícil” No sé cuál
será la solución, solo sé que son personas… se me remuerde la conciencia de
pensar en tantos cadáveres, en tantas vidas sacrificadas inútilmente. Si no
vemos su miserable vida, es porque nos “obligamos” a cerrar los ojos, a
permanecer inmunes con nuestra falta de sensibilidad. Y, como colmo de males,
la crisis económica, que nos hace ver en ellos competidores. Nos bombardean con
la absurda idea, “vienen a por nuestro trabajo, a encarecer nuestros servicios
sociales” se llega al convencimiento, al racismo…el desbordamiento de la personalidad
que queda ahogada por las circunstancias. Pero..., ¡qué lástima! Que tengan que
ocurrir tan grandes desgracias para verlos como son realmente “personas buscándose
un porvenir mejor” ¡Qué ingratos somos cuando olvidamos con tanta facilidad
nuestras propias desgracias! Hagamos el propósito de exigir el “Nunca más” que
no abran ediciones los diarios con estos u otros naufragios, estas muertes
absurdas… que más bien son unos asesinatos, donde todos somos culpables, unos por
acción, otros por omisión, por ese silencio cobarde, por esa amnesia que nos
hace olvidar…y así con la conciencia tranquila “dormir sin remordimientos”.
sábado, 12 de octubre de 2013
desconfianza
Todos hemos desconfiado de otras personas, seguramente
más de una vez., una palabra insinuada, una mirada de suspicacia, nos enseñan
todo un mundo oscuro y desconocido. Algunas de esas dudas pertenecerán a la
realidad, pero no todas. La dificultad puede surgir cuando la persona da por
hecho que los demás, a su vez desconfían de él, que se van a aprovechar, que
les van a engañar.
Se sienten agraviados, solo por las dudas que le
corroen sus pensamientos. Les asaltan las ideas nefastas acerca de la rectitud
o sinceridad de sus amigos y conocidos, cuyos actos son indagados cuidadosamente
en busca de pruebas que les “incriminen”. Las personas que padecen estos problemas, son remisos
a desahogarse con los demás, temen que los datos, íntimos o privados, que pudiesen
compartir, sean objeto de burla, o que puedan volverse contra él. Normalmente
se niegan a responder cuestiones personales argumentando que "no es asunto
de los demás". Alguien
así, puede malinterpretar un error sin mayor trascendencia, con uno intencionado,
no admite bromas, aunque fuesen leves. Las
personas con esta perturbación suelen hospedar rencores por largo tiempo, el
desprecio, por poco que sea, les provoca una gran hostilidad, ya que siempre
están observando las actuaciones de los demás, sienten a menudo hacia su
persona, que su popularidad está siendo abordada, que alguien quiere “hundirlos
en la miseria”. Ellos están siempre a la defensiva, reaccionan con ira ante las ofensas que les parece
percibir. Son personas insociables, suelen tener muchísimos problemas de inclusión
(laboral, familiar, social). Puesto
que están siempre “alerta”, pueden comportarse de forma callada, reservada…
aparentan que todo les da igual. Aunque a veces tomen partido, parezcan racionales…
pero lo normal en ellos es que se muestren obstinados, hostiles e irónicos, lo
que a todas luces es una persona desconfiada.
viernes, 11 de octubre de 2013
Mi vida
Es
difícil imaginar un bien más grande que la propia vida, y, vivirla plenamente. Para
hacerlo, debemos de pasar por diferentes etapas, conocer a multitud de
personas, adquirir diversas experiencias (positivas o frustrantes). Es
realmente “el circulo de la vida”, que manifiesta la grandeza de este nuestro
mundo. En ella también existe, mucha ceguera, mucha envidia, por parte de algunos
que no saben, ni quieren vivirla. Con esa actitud, eliminan también, tal vez sin
darse cuenta, el derecho que tenemos los otros a vivir nuestra vida, a ser
diferentes y tener nuestras propias ideas, que suelen ser contrarias a su
concepción de la vida. Quien vive encerrado, adoctrinado en un dogmatismo político,
cultural o ideológico… no comprende, irracionalmente, al que discrepa,
descalifica su visión de la vida, le niega que tenga la suficiente preparación,
intelectual o académica, para formular una opinión e, incluso, que tenga honestidad.
Entonces, ¿Qué espera del denominado adversario? ¿Por qué le convierte en
enemigo personal? La discrepancia no debe transformarse en insulto, se debe
evitar esa agresividad. La intolerancia, si se toma como cuestión personal,
puede convertirse en un oscuro deseo de eliminar de algún modo a quien, supuestamente,
se le antoja como enemigo. Se creen que esta actitud es fácil justificar,
que todos comprenderán su razonamiento, que casi todos opinan como el, con la
salvedad de algunos degenerados. Este contexto es más frecuente de lo que
pensamos… alguien puede tenernos tiña, no se sabe por qué, y busca la ocasión,
la excusa perfecta para hacernos caer en desgracia… Por ello, se debe de implantar
unas condiciones que propicien la paciencia, el respeto mutuo… que todos seamos
leales entre sí, con honor y con palabra, que sea posible ir hallando vías de
diálogo y respeto mutuo, que aprendamos a convivir, respetando las otras
maneras de “vivir”. Que, en definitiva, seamos personas civilizadas.
jueves, 10 de octubre de 2013
solidarios
A
veces tendemos a pensar que con una acción de solidaridad que efectuemos en la
vida, habremos cumplido. Estaremos, en la práctica, totalmente errados. Esto no
es nunca así, sucede, que no siempre “funciona” el autoengaño. La primera consideración, a tener en cuenta,
es la asiduidad, la tenacidad. Hemos de cambiar de actitud, sin desalentarnos
nunca, aunque nos parezca que nuestras acciones chocan de lleno contra el muro
de la intolerancia. O que no es comprendida enseguida por nadie. Son cualidades
de aquellas personas, que a pesar de pecar de inoportunas, pretenden
desalentarnos, quitarnos esas pocas de ganas de ser solidarios, que no quieren
entender las razones que nos mueven a obrar así. Más si ellos lo necesitan,
vienen a medianoche a pedirnos auxilio, y, siempre reciben aquello que nos piden.
Debemos ser ese amigo que escucha, que quiere el bien para todos, sin importarnos
quien nos pide ayuda, ni la hora, ni lugar o las circunstancias, ser en una
palabra constantes. No sabemos si en verdad le podemos auxiliar, darles lo que nos
piden, porque hay peticiones que son difíciles o imposibles de atender. Otra
actitud a tener en cuenta es la confianza, que siempre resulta muy limitada e imperfecta, pero que es una razón poderosa
que mueve a todas las personas solidarias. Con esta actitud siempre tendremos esa
fuerza interior que nos hará enfrentarnos a cualquier situación, por difícil,
dura e inesperada que pudiese ser. Es la fuente desde la que saciamos nuestra
sed de justicia, con ella no dudamos de nada, ni de nadie… en especial de
nosotros mismos.
miércoles, 9 de octubre de 2013
Cinco minutos
Cuando
comenzamos un camino nuevo apreciamos enseguida los posibles obstáculos que
encontraremos, Es decir, veremos enseguida cuanto apoyo tendremos en ese nuevo
proyecto que iniciamos, es una conclusión simple, basada en unas conclusiones
puramente estadísticas y por tanto obvias. La imagen de una acción destinada a
un “grupo minoritario” que este basada en el afecto, en la preocupación… no es
a priori algo que ejerza atracción sobre la masa social…. ya que no les afecta
(directamente) Esto supone ponernos en una situación donde nos encontraremos
solos, sin nadie que muestre aunque solo sea un mínimo interés. Y, nos preguntaremos
¿En qué se ha fallado?’. Quizá, no se ha
transmitido con rotunda nitidez las necesidades de este sector social minoritario,
con sus alegrías, tristezas, éxitos y fracasos… y sobre todo sus flaquezas, o quizá
sean las nuestras… Pero estas personas necesitan de hacerse oír, y nosotros deberíamos
de escúchales, aunque solo sea por desagravio, conocerles y saber de su problemática,
darles nuestro apoyo. Pero si no le otorgamos la posibilidad de expresarse,
darles cinco minutos de tiempo… ¿Qué pueden esperar de nosotros?
Ellos nos quieren transmitir con pocas palabras lo que sienten, el dolor que provoca nuestro desprecio en su corazón. ¿Llegaremos a ser mejores por darles una oportunidad? Lógicamente no, pero conoceremos de primera mano sus necesidades, sus pensamientos, sus demandas, solo por un ratito de nada, ¿Qué podemos perder? Naturalmente, el grupo minoritario, son las personas con discapacidad, si les comenzamos a escuchar iniciaremos ese buen camino, el de la integración social.
Ellos nos quieren transmitir con pocas palabras lo que sienten, el dolor que provoca nuestro desprecio en su corazón. ¿Llegaremos a ser mejores por darles una oportunidad? Lógicamente no, pero conoceremos de primera mano sus necesidades, sus pensamientos, sus demandas, solo por un ratito de nada, ¿Qué podemos perder? Naturalmente, el grupo minoritario, son las personas con discapacidad, si les comenzamos a escuchar iniciaremos ese buen camino, el de la integración social.
martes, 8 de octubre de 2013
Por compresión
Hay personas que cada día, nos dan una
lección de humanidad: Se les ve, se les nota ese querer hacia a la gente, a la
vez que se dejan querer, porque hay pocas cosas tan importantes, como son la
afección hacia los demás y viceversa. Rechazar esas muestras de cariño, sería
un grave error, de consecuencias nefastas para la convivencia de todos. En
el camino de la vida no hay dos personas
iguales. Todos procuramos vivir en paz con nuestro entorno, pero con estilo y
personalidad propia, sin imitar a nadie, sin que nadie nos ponga fronteras. Aunque
no tengamos muy claro cuál ha de ser nuestro modelo, debemos tomar como ejemplo
lo que estimamos “bueno y aconsejable” desechando aquello que nos produzca repugnancia
o nos incite a la intolerancia. ¿Te molesta la manera de ser de los otros?
Intenta comprender su escala de valores, igual es más acertada que la tuya.
Integrarse en la sociedad es más que un deseo, una satisfacción personal. Debe
ser un honor pertenecer a nuestro entorno social, ser un motivo de orgullo…, No debemos perder la paciencia, nuestra paz
interior, por acciones que otros efectúen y que nosotros las calificamos como “malas
o inapropiadas”, lo más probable es que ellos no tengan ese punto de vista,
sino el contrario. ¿Quién determinara si es bueno o malo? El código penal, que
nos dirá si es delito o no. En caso de que la respuesta sea negativa, con no
imitarles, ya haremos lo bastante para la erradicación de esa conducta. Y para
eso, debemos de cuidarnos mucho en lo que decimos, pues nadie tiene la llave de
la sabiduría. No obstante, hay un algo superior a nosotros, escondido en lo
profundo de nuestro ser, que en las situaciones “anómalas” nos aconseja la
actitud con la que debemos obrar. Le toca a cada uno de nosotros descubrirlo. Si
seguimos nuestro instinto, tal vez, nos ayude a experimentar la alegría de conocerlos
mejor, y ello nos llevara, indudablemente a comprenderlos mejor.
domingo, 6 de octubre de 2013
Vocación de servicio
En
alguna que otra ocasión, hemos realizado alguna acción, que no nos ha producido
ninguna satisfacción, incluso fue desagradable. Aunque no resultase grato, con
este gesto, hemos dejado claro que somos personas comprometidas, que queremos ofrecer
nuestra ayuda a través de la responsabilidad, llevar a la práctica aquello que tanto
sugerimos, pues es necesario que siempre nos ayudemos los unos a los otros. Ser
servidores o mecenas de todos, sin importar condición alguna, sin límites… que vendrán
impuestos por nuestro código ético propio. Debemos vivir nuestra vida marcada con ese sentido
de servicio, sin darnos ninguna importancia, ni creer que estemos ejecutando o innovando
algo sumamente extraordinario. Toda nuestra vida familiar, profesional y social
ha de estar impregnada del espíritu de entrega, de servicio activo, siempre habrá
algo en lo podamos ser útiles. Para “ser útil” es preciso practicar esa vida sin
buscar honores, glorias, reconocimientos… con absoluta sencillez, manifestar
que es esta, la única “intencionalidad” que se pretende, Hay infinidad de
servicios sociales que se pueden realizar, que van desde la simple compañía (muy
necesaria para personas solitarias) hasta el compromiso por la plena inclusión
de aquellas personas que están en el umbral de la pobreza, que lo cruzaron hace
tiempo, o que siempre han vivido en esas condiciones de penuria o también excluidos
socialmente por las diversas barreras, psíquicas o sociales, que la sociedad
ponemos, son como zancadillas que se les pone a cada paso o movimiento que hacen.
A modo de premio, nosotros lograremos la integración en nuestro entorno social y
la sensación, muy satisfactoria, de pertenencia a ese entorno.
viernes, 4 de octubre de 2013
Saber escuchar
Tan
importante es saber escuchar cómo hablar. Hay que saber interpretar los
silencios, que muchas veces dicen más que, en una primera impresión,
pudiese parecer. Las palabras, desde siempre, expresan aquello que sentimos, que
opinamos, que queremos transmitir… Pero si no hay nadie que las escuche... habrán
sido pronunciadas en vano, ¡Qué misterio contienen las palabras! Nos pueden
convencer o podemos decir no. O también pueden sembrar la duda, la incertidumbre
sobre aquello que se nos pretende convencer. El mensaje no se impone por
la fuerza, tan sólo se ofrece,se puede creer o no, en definitiva se puede aceptar como válido o rechazar. Es un acto que se debe obrar totalmente en libertad. Algunas palabras advierten, ponen en sobre
aviso, nos quieren expresar el desaliento, la depresión que provoca el
sufrimiento que nos devora en lo más hondo de nuestro ser... La proximidad de una
derrota, de un abatimiento, de una aflicción que nos corroe muy por dentro. Decir "ya no puedo más, que otro tire del carro”. Más, si no hay quien nos
escuche… ¿Quién nos dará consuelo? ¿Quién nos ofrecerá su hombro para llorar,
para desahogarnos? Es una llamada desesperada
de petición de ayuda, una llamada de atención a los demás. La decepción será mayor, cuanto más cercano sea
nuestro “posible receptor” o se trate de nuestra propia familia, la que nos niega esa atención requerida. Comprobaremos una vez más, la importancia de sacar “fuera “esos sentimientos
de tristeza, que son una amenaza a nuestra propia salud: física y mental. A cualquiera
le podía estar ocurriendo, no encontrar alguien que le escuche y le de ánimo.
La mayoría solo nos ocupamos de los problemas “propios”, de nuestro bienestar…creemos
que así prosperaremos, cuando en realidad nos estamos hundiendo en nuestra
propia miseria. La fuerza de las palabras radica en que haya alguien escuchándolas,
leyéndolas… son una llamada a la esperanza. Si escuchamos el mensaje, si sabemos
leer entre líneas, todavía aún estaremos a tiempo de solucionar los problemas
de alguien. La solución no solo consistirá en ayuda material, sino en
escucharles, ofrecerles ese apoyo que tanto anhelan, esa confianza… hacerles
ver que no están solos en su lucha. Que,
con nuestra ayuda, supere progresivamente el aislamiento en su vida, ese
sentimiento de soledad absoluta, lo cual será siempre un trabajo inacabado. No
hay nada tan agradable que saber escuchar, saber calibrar aquello que se nos
expone y sobre todo saber actuar en concordancia con lo que se nos pide.
jueves, 3 de octubre de 2013
Paz social
Vivir
nuestra vida, es una ardua tarea que no podemos delegar en nadie. Todos tenemos
la nuestra y todos hemos de cumplir, con responsabilidad, lo que se espera de
nosotros. Cada uno desde su sitio y sin exigirnos más que las condiciones socio-económicas
nos permitan. Hoy, más que nunca, nuestro mundo necesita del compromiso de
todos, de una cierta unidad o consenso, para salir de esta crisis. No debemos
asustarnos por nada, juntos podemos y debemos salir de este túnel tan largo y
oscuro. Es primordial tener un sentido positivo de la vida, pues hay mucho que hacer y pocos los que están dispuestos
a hacerlo. Quizá no se debiera hablar de desánimo, al menos en esos términos, dado el gran desconocimiento que de
la situación tenemos, por falta de un interés en informarnos. Mas nuestra
sociedad, debe tener una mirada esperanzada, generar un cierto optimismo e
ilusión. No nos dejemos derrotar por el pesimismo y por la desesperanza.
La tarea que nos espera es inquietante, a la vez, muy difícil. No se puede, ni hemos de pretender la
imposición de una adhesión ficticia a nuestra causa, sino suscitar un interés,
una concordancia con nuestras demandas. Las soluciones se proponen, pero no se
imponen, Y, para que ello sea posible,
debemos vaciarnos totalmente de aquello que no sea estrictamente necesario. La
pobreza y la necesidad son los grandes condicionantes y, a la vez, el argumento
más creíble que se puede dar, aparte de
que sólo por esa tesis, por la lucha contra esa pobreza, la marginación o la
exclusión social…Al hacerse sin intereses personales o económicos, solo por altruismo... es lo único que verdaderamente nos puede hacer sentir libres. Por esto, la paz social es más que una exigencia, una
necesidad, pero no se debe obtener a cualquier precio. La verdadera paz es responsabilidad
de todos, se construye entre todos; si no se obtiene, se volverá contra todos y
pagaremos un alto precio. Nuestro mundo, nuestra sociedad, nuestros amigos,
nuestra familia, y sobre todo nuestro yo, tenemos necesidad de esa paz. Para
vivir una vida tranquila o apasionante… pero sin temor, con una cierta
estabilidad.
miércoles, 2 de octubre de 2013
Ser uno mismo
Ante
la indecisión y las dudas que empañan nuestros pensamientos y reflexiones, quiero
reflexionar con lucidez, con una claridad meridiana, refiriéndome a las cuestiones que siempre nos
tienen en el candelero e incertidumbre ¿Cuál es nuestra meta? ¿Que pretendemos
hacer con nuestra vida? Son dos cuestiones simples, pero cuya respuesta nos
puede ordenar algo nuestras pretensiones, no por novedosas. Son, estas
respuestas, capaces de cambiar totalmente la visión de nuestra vida, no admite evasivas,
ni retrasos, ni realidades distintas, ni medias tintas... Nuestra vida
tiene que estar condicionada por la intención de alcanzar unos fines u
objetivos concretos. Pueden ser más ambiciosos, por tanto será más difícil de
conseguir, o más sencillos… Desde nuestra más tierna infancia, ya demostramos
ciertas habilidades, que hacen presagiar que se nos dará mejor en nuestra vida,
pero serán solo impresiones. Nuestra vida, no es solo, la de una persona
cualquiera, muy pronto dejamos de ser un conjunto para ser una singularidad,
Comenzaremos a demostrar esas particularidades únicas, comenzaremos, también, a
soñar con cual puede ser la profesión que estudiaremos y por tanto ejerceremos
en ese futuro (médicos, bomberos, enfermeros, astronautas…) todos estamos
llamados a buscar nuestro lugar en la vida, ese que será nuestro sitio en la
sociedad. Es raro, pero nadie se imagina en ese “hipotético” futuro de simple peón,
de jornalero…etc., como si estas profesiones fueran poco importantes, cierto
que son de baja cualificación, pero igual relevancia. Debemos, entonces, de
encontrar ese lugar “destinado” para nosotros, dejar que nuestro sueño crezca,
pero no consentir que esa idea nos devore, nos haga menguar como personas, nos
anule en el infinito… Es decir, si dejamos crecer un sueño imposible, será
imposible su consecución…No es que debamos ser dóciles y sumisos, que tengamos
que dejar que otros decidan sobre nuestro futuro. Nosotros nos conocemos muy
bien, Mejor de lo que nadie llegara a hacer nunca. Por tanto, sabemos de
nuestras “habilidades y debilidades”, sabemos cuál es muestro punto fuerte y cuál el
débil. Sabemos, por consiguiente, a que podemos aspirar, cual es la meta más
factible, más adecuada para nosotros…Por ello no se debe poner “el listón” muy
alto, inalcanzable, que sean metas que nos supere. No debemos ser ambiciosos en
demasía… Tampoco ponerlo demasiado bajo, pecar de “falsa modestia”, ser, en
definitiva, unos vagos. Si nuestra habilidad es alta, luchar por llegar arriba…
en todo caso luchar por llegar a nuestro objetivo, sin falsa humildad e
inocencia. Todo cuesta “sangre, sudor y lágrimas” y nuestro objetivo no
va a ser menos,” nadie regala nada, ni es bueno que nos lo regalen, pero que
tampoco nos roben la posibilidad de conseguirlo”.
martes, 1 de octubre de 2013
Vanas ilusiones
La
injusticia social nace de las desigualdades entre las personas. Pero, por desgracia, nos estamos acostumbrando a ver constantemente imágenes muy duras, a la vez que angustiosas. Estas imágenes, logran un efecto sensacionalista, buscado para conmovernos,
pero, ese efecto, solo dura unos instantes. La velocidad de los acontecimientos nos desborda
y hace que enseguida se nos olvide estos hechos, que son sustituidos por otros similares o aun peores, lo que se llama amnesia colectiva.
La situación es desesperante: Guerras, asesinatos, pobreza y un largo etcétera.
Más si no hubiésemos visto nunca estas “historias”, nunca sospecharíamos siquiera
de su existencia. Si aplicásemos, sobre lo que vemos, los valores éticos de
nuestra sociedad, podríamos llegar a una conclusión simple, “no se deben
tolerar” eso está claro, lógicamente. La injusticia reconvierte lo que debería
ser una situación anómala, en algo rutinario. ¿Por qué permitimos que siga
sucediendo estas situaciones? La respuesta es simple y a la vez compleja, la más
simple, por negocio de unos pocos que ganan mucho dinero “traficando con la
muerte”. El pobre permanecerá por siempre en el sufrimiento, el hambre y la
miseria, es la desgracia la que le acompaña. Víctima inocente de luchas absurdas
de poder, de supremacía; cuando, al pobre, solo le interesa vivir con dignidad,
lo que equivale a comer, vestir, tener un techo, tener unos mínimos derechos
etc. Cada día los medios de comunicación, también nos muestran el otro lado de
la vida, la opulencia, la abundancia… el poder. Nos hacen desear lo que solo
tienen algunas personas, nos hacen creer que todos podemos conseguir el éxito, que es
factible su logro. Esta lógica, solamente produce frecuentemente el deseo de
triunfo, de ser reconocido, de ser apreciado. Pero para conseguirlo hemos de
luchar y enfrentarnos a todo, a nosotros mismos, sin importar lo que tengamos
que hacer… aunque tengamos que renunciar a nuestra esencia a nuestra
personalidad, a la paz. Pero cuando estos logros no llegan, o se malogran...nos sumergimos en
una terrible depresión, pensando que solo somos “perdedores”. ¿Por qué nos cuesta
tanto aceptar que esto es una utopía, una falacia para mantener el engaño? Si así
lo hiciésemos, tendríamos metas más factibles, tendríamos más paz interior y
trabajaríamos con más serenidad, a la vez que pondríamos más empeño en lograr
una mejora, por liviana que fuese. Con una actitud realista, no utópica… “poner los pies en el
suelo” con un estilo diferente al que nos dicen, pero siempre valiéndonos de
nuestro esfuerzo.
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