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jueves, 12 de enero de 2017

Comenzar de nuevo

Hoy he vuelto a escribir y lo hago parafraseando a fray Luis de León, después de su injusto encarcelamiento, cuando retomó su cátedra y abrió su clase, después de una década, con una frase para la posterioridad "decíamos ayer..." observamos claramente cómo se debe de pasar página, aunque se imparta la misma materia con el mismo libro, pues si se cambiara seria como admitir nuestro error. Ciertamente que durante este periodo, que he estado ausente (por enfermedad), han cambiado muchas cosas, otras pareciera haberlo hecho pero permanecen igual. Por un lado, se dice que todo va bien e incluso se estimula el consumo para impulsar el crecimiento. , y, por otro, se aprieta con impuestos y la merma de derechos es evidente; la misión del poder será engañar con palabras y con gestos. “Estar en misa y repicando” sabedores que no tienen alternativa, ni se le espera... caminan a sus anchas.
¿Dónde están aquellos que prometían la regeneración moral? ¿Porque han vuelto viejas momias que solo son fantasmas de un triste pasado? Todos estamos muy cansados y desilusionados, pero si se ha de hacer "lo adecuado" buscan la manera de engatusarnos disimuladamente y revertir nuestra voluntad. Seguro que su actividad frecuentemente será muy agotadora, que casi no les deja ni respirar (sarcasmo). Pues deben de convencernos de nuestro error y "ayudarnos " a cambiar de opinión. También nos preparan para un tiempo de soledad. Actúan como conspiradores que intrigan de madrugada, cuando todavía está muy oscuro, para no ser sorprendidos y ocultar su rostro de desvergüenza. En otros lugares se habría puesto el grito en el cielo. Saben manejar el tiempo sabiamente, saben que todo lo borra, lo manejan con el fin de que su justificación tuviera cierto tufillo de verdad, se presentan como el equilibrio razonable de una lógica aplastante. Nosotros Estamos ocupados en otra cosa, y con las innumerables tareas que están pendientes y llenan nuestra agenda. Con frecuencia nos creemos dispensados de seguir la rutina diaria. Realizamos un montón de cosas importantes, eso sí, pero corremos el riesgo de olvidar la más necesaria: el cumplimiento de la palabra empeñada, “el compromiso social”. Hemos de crear un equilibrio entre nuestra realidad y los valores en los que creemos, para poder hacer unas acciones sin desatender otras y hacerlo sin dejarnos engañar como bobos. Hay que trabajar fielmente, sin apagar ese espíritu inquieto de lucha por los que más lo necesitan, ello nos ha de servir como acicate para cimentar nuestros valores. Quizá nos debiéramos organizar un poco mejor, “distribuyendo” nuestro tiempo. Lo que es importante ha de caber en él. Pero más aún, debe caber lo que nos es necesario.