Hoy he vuelto a escribir
y lo hago parafraseando a fray Luis de León, después de su injusto
encarcelamiento, cuando retomó su cátedra y abrió su clase, después de una
década, con una frase para la posterioridad "decíamos ayer..."
observamos claramente cómo se debe de pasar página, aunque se imparta la misma
materia con el mismo libro, pues si se cambiara seria como admitir nuestro
error. Ciertamente que durante este periodo, que he estado ausente (por
enfermedad), han cambiado muchas cosas, otras pareciera haberlo hecho pero permanecen igual. Por un lado, se dice que
todo va bien e incluso se estimula el consumo para impulsar el crecimiento. ,
y, por otro, se aprieta con impuestos y la merma de derechos es evidente; la
misión del poder será engañar con palabras y con gestos. “Estar en misa y
repicando” sabedores que no tienen alternativa, ni se le espera... caminan a
sus anchas.
¿Dónde están aquellos que prometían la regeneración
moral? ¿Porque han vuelto viejas momias que solo son fantasmas de un triste
pasado? Todos estamos muy cansados y desilusionados, pero si se ha de hacer
"lo adecuado" buscan la manera de engatusarnos disimuladamente y
revertir nuestra voluntad. Seguro que su actividad frecuentemente será muy
agotadora, que casi no les deja ni respirar (sarcasmo). Pues deben de
convencernos de nuestro error y "ayudarnos " a cambiar de opinión.
También nos preparan para un tiempo de soledad. Actúan como conspiradores que intrigan
de madrugada, cuando todavía está muy oscuro, para no ser sorprendidos y
ocultar su rostro de desvergüenza. En otros lugares se habría puesto el grito
en el cielo. Saben manejar el tiempo sabiamente, saben que todo lo borra, lo
manejan con el fin de que su justificación tuviera cierto tufillo de verdad, se
presentan como el equilibrio razonable de una lógica aplastante. Nosotros
Estamos ocupados en otra cosa, y con las innumerables tareas que están
pendientes y llenan nuestra agenda. Con frecuencia nos creemos dispensados de
seguir la rutina diaria. Realizamos un montón de cosas importantes, eso sí,
pero corremos el riesgo de olvidar la más necesaria: el cumplimiento de la
palabra empeñada, “el compromiso social”. Hemos de crear un equilibrio entre
nuestra realidad y los valores en los que creemos, para poder hacer unas
acciones sin desatender otras y hacerlo sin dejarnos engañar como bobos. Hay
que trabajar fielmente, sin apagar ese espíritu inquieto de lucha por los que más
lo necesitan, ello nos ha de servir como acicate para cimentar nuestros
valores. Quizá nos debiéramos organizar un poco mejor, “distribuyendo” nuestro
tiempo. Lo que es importante ha de caber en él. Pero más aún, debe caber lo que
nos es necesario.