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viernes, 17 de marzo de 2017

Dolor Victoreño


¡Madre de Dios venerada!,
Azahar en gracia forjado,
lirio en palio bordado,
Señora de la tristeza,
Reina perfecta del llanto,
Soberana de un reino enaltecido,
Fuego del Espíritu Santo,
Magnifica hija de Dios adorado,
Rosa nazarena,
Jardín de claveles sembrado,
Emperatriz de las penas,
Resplandor de un amor abnegado,
Sagrada amapola victoreña,
¡Blanco jazmín perfumado!,
¿Dónde vas, dulce Doncella?
Por La Victoria llorando
Que te puedes derrumbar
Con tanta pena cargando.

Arcángeles desde el Cielo
Acudieron al oír tu llanto
Anunciando tu desconsuelo
La madrugá del Viernes Santo.

¡Divina Flor enardecida!,
En los cielos exaltados
¡Enmudeciste tú!
al ver a tu hijo cargar la cruz;
Lágrimas aromatizaron tu cara
Como perfume de incensario
Y quedó forjada la espada
Para herir a tu corazón inmaculado.

Nada aturdió tu belleza,
¡Todo quedó pasmado!
Porque procesionaba la pureza,
De los Dolores amados,
De una Dama sensible y compasiva,
¡La señora del negro manto!
Y descendieron para venerarte
Las estrellas desde lo alto,
Cobijando tus afligidas amarguras
¡La madrugá del Viernes Santo!

Con un silencio insondable,
Y los ojos colmados de llanto,
El nazareno permanece a tu lado,
Lloran los ángeles del cielo,
El Cristo “viejo” esta apenado,
La Virgen de la Torre no tiene consuelo,
Junto a ella, apóstoles y santos,
Y todas las almas buenas
Que Jesús ama tanto.

Y la misma gloria serena
Vistió la madrugá de pena,
De oscurecida espada incrustada,
Porque caminaba los Dolores,
Por La Victoria venerada
En un viernes inolvidable
Para esa rosa Inmaculada.

Y fue tanta la angustia que tenía
Que, con tacto delicado,
Vistieron también tu llanto,
Con un corazón siete veces traspasado
Aquellas personas bondadosas
Que perpetuamente te veneraron,
Y todas las que ahora te prometieron,
Su cariño renovado;
Y suplican por tu dolor al cielo
Que no habrá para ti, mayor consuelo
Que oremos junto a ti, a Dios amado

Caminabas sola en silencio
Y La Victoria tras de ti rezando,
¡Virgen Santa de los Dolores!,
Llevas un beso en tu cara marcado
De todos los victoreños
¡La madrugá del Viernes Santo!