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viernes, 10 de octubre de 2014

Incompetencia?


   En esta lucha contra el ébola, hemos descubierto un tanto aturdidos cómo la lucha política se extiende hasta jugar con nuestra salud (o esa impresión dan) hemos visto como se acusa injustamente a una persona (Aux. de enfermería) que voluntariamente ha puesto su vida en peligro, prácticamente se le culpabiliza de provocar un genocidio. Es difícil imaginar un motivo más grande de admiración que arriesgar la propia vida. Y cuando por circunstancias fuera de su control ha sucumbido al contagio de esta terrible enfermedad, tiene, para mayor vejación personal, que escuchar esta acusación tan grave. Con esta acusación gratuita, se pretende tapar la incompetencia de aquellos que entre sus funciones está precisamente la de velar por nuestra salud. Que sean escuchadas sus falacias es inevitable, pero ello demuestra mucha ceguera y desconocimiento de la realidad no solo por parte de ellos sino también por nuestra parte. Sin darnos cuenta, eliminamos de raíz el derecho a la réplica o defensa que tiene la persona falsamente acusada. Derecho a defender sus propios matices del asunto en sí, seguramente serán contrarias e, incluso, radicalmente distintas a las expresadas por estos desastrados. Quien duda de la honradez y profesionalidad de esta auxiliar desde un dogmatismo político, cultural o ideológico, fácilmente menosprecia a la que sin ningún beneficio personal, ha trabajado con buena voluntad, descalificándola, negándole competencia profesional e incluso, honestidad. Entonces, por arte de birlí-birloque la transforman en una adversaria política e ideológica, la transforman en una enemiga personal a batir, tanto que en distintos mentideros han dado la noticia de su muerte. Esta confrontación unilateral está rallando en el absurdo, en el insulto y agresividad. El clima de intolerancia creado puede, entonces, conducirnos al impulso de querer descalificar (de alguna manera) a quien en algunos medios se nos presenta como enemiga pública. En este clima de crispación y miedo es fácil justificar cualquier calificativo contra ciertas personas. ¡Cuántas personas sufrimos hoy en este ambiente de desinformación e intolerancia, que nos provoca el rechazo y la desconfianza hacia las instituciones públicas! Entre todos hemos de crear unas condiciones y un clima de tolerancia y respeto mutuo, contar con una información real y leal, crear un espacio o protocolo en el que sea posible ir juntos en esta lucha contra tan infernal enemigo microscópico. Y  dejar atrás, muy lejos la intención de endurecer y banalizar posiciones en las que solo se busca enemigos, cuando lo que realmente encontramos son incompetentes que quieren manipular a la opinión pública con actitudes hostiles e informaciones falsas. Nosotros vivimos ajenos a estas conjuras y por tanto hemos de seguir nuestro día a día, pidiendo que se contenga esta pandemia, porque si llegara a extenderse (con responsables como los actuales) aviados estamos.

Que ascazo!


   ¡Qué asco! sabíamos que la política es asquerosa, sucia, embaucadora, calumniosa, manipuladora...etc. No es esto para nosotros ninguna novedad, pero si nos produce una nueva desilusión, porque verificamos a diario que solo nos quieren para que echemos su papeleta en las urnas y nada más... Darles carta blanca para hacer de nuestras vidas lo que les plazca… Juegan a ser dioses, a menudo juegan con fuego y acabaran por quemarse o quemarnos... El mayor inconveniente, es que nosotros somos su combustible, altamente volatilizables, sus conejillos de indias se podría afirmar; y lo más normal es que seamos, no solo quemados, sino achicharrados en este, su sucio y mortal juego. Las pocas veces que confiamos en ellos, podemos incluso justificarles, llegando a pensar que la falta de información nos hace dudar de sus maneras de proceder, que vemos fantasmas donde no hay nada… Pero su práctica diaria en la toma de decisiones es cuanto menos absurda y errónea. Esto nos lleva a la terrible conclusión de que son “malas personas”. Nos muestra que solo piensan en ellos y sus intereses particulares, es lo habitual que así suceda, pues siempre el sistema “ha funcionado así” ¿Es que hay que tomar decisiones impúdicas, llenas de maldad, con la única intensión de jorobar a alguien? Está demostrado que, para ellos, el único interés que les mueve es el propio y solo para lograr sus escabrosos e inconfesables fines. Cuentan con que nos embaucaran con mentiras inverosímiles, en las que la víctima se trasviste de culpable, en un idílico mundo de fantasía. Cuentan con que les creeremos y nuevamente obtener nuestro apoyo. Fingirán que les interesan nuestros problemas, escucharan nuestras quejas, nos dará la ficticia impresión de que hemos sido escuchados. No tenemos en cuenta que concedernos nuestras reivindicaciones choca frontalmente con su ideario político y por tanto tenemos más que asegurado el rechazo, porque dentro de su desvergüenza, no les conviene ningún cambio, todo ha de permanecer igual, o solo moverse ligeramente… para acto seguido regresar a la posición inicial de salida. Por tanto, siendo realistas, poniendo los pies en el suelo, se podría afirmar que jamás serán atendidas nuestras demandas. Esta es la verdadera actitud de aquellos en los que depositamos nuestra confianza,  y se autodefinen como nuestros “valedores”, Solo somos para ellos, como un dolor que se presenta a medianoche,  sencillamente un lastre y además, un estorbo siempre inoportuno.