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sábado, 26 de abril de 2014

Actitudes personales


    Cada persona tiene su propia opinión sobre la vida, al ser esta gratis es un bien de lo más asequible y es a su vez deseable que cada uno tengamos una visión particular y personal de cómo se han de hacer las cosas; ósea, que decisiones se deberían de tomar o son las más apropiadas para mejorar la vida, no solo la nuestra, sino la de todo nuestro entorno. Las personas por norma general nos dejamos influenciar por opiniones extrañas y en la mayoría de veces sin ningún fundamento, ni visos de veracidad… Nos dejamos engatusar como si fuésemos unos memos por opiniones tendenciosas que se vierten por la prensa, por la televisión, por los amigos… dejamos que sus opiniones distraigan nuestra percepción de la realidad, dándoles un matiz de fiabilidad a lo que solo es un rumor o ni eso siquiera. Podemos aceptar muchas opiniones, de diversa temática, de asimismo diversas gentes que supuestamente saben de qué hablan, pues o bien son doctos en la materia porque la han estudiado o al menos se han molestado en contrastarlas, por tanto las tienen bien fundamentadas. Pero solo con opiniones ajenas no se llegara nunca a poseer una opinión propia, ni mostraremos ningún interés en conseguir tener ideas propias. Deberíamos dejarnos llevar por nuestra propia intuición, por esa vocecilla interior que a veces escuchamos y nos pone en sobre aviso sobre lo ruin de las actitudes de algunas personas, porque son demasiadas las veces que obstaculizan nuestro camino con sus malignas opiniones (aunque no sea esa su intención). Hay veces que nos censuran a través de comentarios desmesurados, inapropiados… con una miserable ironía, que puede llegar a mermar nuestra autoestima y destruir la confianza que otros tienen en nosotros. Debemos utilizar nuestra mente para tomar nuestras propias decisiones, razonarlas y si son acertadas, acertaremos nosotros, y si son erradas, fallaremos nosotros, ósea el bien o el mal, será solo de nuestra responsabilidad. Si se quiere seguir los consejos de los demás, antes de seguirlos se debería de descubrir si tiene una oculta intencionalidad, así de esta forma se evitara que nadie se beneficie ganando una fama inmerecida y prospere a costa de nuestro trabajo, o de nuestro estudio, son tantos los años dedicados a ello, que sería una triste guasa que llegara alguien y con sus manos limpias se apuntara todo el mérito. Asimismo, deberíamos evitar realizar comentarios sobre nuestros futuros planes, nunca exponer nuestros objetivos, más bien recaudar toda la información que se pueda sobre ellos, leer todos los estudios y todas las opiniones que existan sobre el tema, nunca exponer nuestros planes y dejarlos al descubierto… reservarnos de los posibles parásitos que permanecen agazapados esperando cualquier descuido nuestro para aprovecharse de nosotros, solo así lograremos ponernos a salvo de las traiciones de estas “alimañas”, que bien por envidia o simplemente por pura ignorancia, se apropian de todo nuestro trabajo, nos plagian los proyectos que además ponen bajo la bandera de una falsa igualdad, de un inexistente deseo de inclusión, nos expulsan de nuestras propias acciones, no les gusta que continuemos en ellas, pues le eclipsamos solamente con nuestra presencia. Está demostrado que somos energía, y esta puede ser tanto positiva como negativa, la irradiamos hacia fuera, a todo nuestro entorno y a la vez absorbemos toda la energía que nos va tocando. Pero todo, lo positivo o lo negativo, tiene como consecuencia una “acción-reacción” esto quiere decir que para toda acción hay una reacción o respuesta similar o igual o viceversa, es decir, cuando tiras una piedra a un charco y surgen unas ondas que se deslizan hasta las orillas, rebotan y vuelven, como un boomerang, al punto de origen. Pues igual pasa con nosotros, como cuando se copia, se actúa con maldad y se excluye al autor de esa acción, de ese pensamiento, de su desarrollo… sin saberlo, se estará dando pie para que esa misma maleficencia  vuelva hacia ti y te coja de lleno sin un lugar donde esconderte. Si lo que se irradia es energía negativa esta saldrá dirigida hacia su entorno social y cuando toque a otra persona de igual maldad, rebotara en ella volviéndose contra ellos mismos, eso sí, notablemente incrementada. Pero si se irradia energía positiva, cuando toque a otra persona buena e inteligente se presentara ante nosotros dispuesta a colaborar en tan noble empeño, sin compromiso; ósea, nos volverá con más positividad añadida. Algunos pensamientos son fruto de acciones que se han inscrito en nuestro subconsciente, incluso sin percibirlo siquiera, desde el aprendizaje en nuestra infancia, en nuestro ambiente familiar, o desde la propia sociedad en que nos desenvolvemos, que impone sus normas sociales. Pero la mayoría de nuestras actitudes, vienen originadas por los sentidos, que hacen que nuestra mente reaccione de una forma o de otra. Los sentidos que más información captan son  lógicamente la vista y el oído y por ahí entran la mayoría de la información que adquirimos sea de índole negativa, como positiva y van a alojarse en nuestro subconsciente creando un recuerdo o hábito (negativo o positivo). Si se utiliza a nuestra mente consciente para que entren solo los pensamientos que nosotros deseemos (solo información positiva), en nuestro subconsciente ira predominando esas buenas actitudes y harán posible que pensemos bien de todos, lo cual no es un buen hábito, pues propiciaremos que nos engañen tantas veces como se propongan hacerlo. Debemos de saber que nuestra personalidad no es consecuencia de “nuestras actitudes”, sino que estas son consecuencia de nuestra esencia como persona. Y si creamos un saludable hábito de pensamiento positivo, estaremos creando una corriente de energía positiva, que propiciara que las “fuerzas del universo” se alíen y vuelva a nosotros más fuerte.  Si damos en nuestra mente ese sentido a las actitudes personales, con el tiempo tendremos solo actitudes positivas por pura mecánica. En una actitud negativa seria como cuando miramos el Facebook para ver las novedades de nuestros contactos y seguidamente nos desconectamos sin haberlos visto siquiera, realmente no queríamos saber las novedades, solo lo abrimos (el Facebook) por que se ha transformado en un mal hábito que hemos desarrollado en nuestro subconsciente. O cuando hacemos tantas cosas que no apreciamos que las estamos realizando, nos ponemos en “Stand by”, solo es un modo automático de actuar de nuestro subconsciente que nos lo manda hacer de una forma mecánica. Ahora  un ejemplo en positivo, si no tenemos la costumbre  de saludar a nadie, si nos oblíganos a dar los buenos días (buenas tardes o noches según proceda) a cualquier persona que nos encontremos en nuestro camino y si además les obsequiamos con una sonrisa todos los días; llegara un momento que lo haremos automáticamente, sin obligarnos a nada y encima lo haremos de buena gana, y te habrás ahorrado el comenzar el día de una manera agria, hostil, de mala gana… sin  sentimientos de rencor, odio, ni por supuesto sentiremos envidia de nadie ni de nada; será esta felicidad aprendida, nuestra marca identificadora.

sábado, 12 de abril de 2014

El Dolor


   Cuando viene la enfermedad, y con ella, todos los problemas serios que la acompaña (económicos, laborales, familiares), comenzaremos a entender que la vida no era tan sencilla, ni nunca fue de color rosa... tal como nos la habíamos imaginado. Siempre hemos actuado como si fuésemos unos triunfadores, como si nuestra buena estrella no se fuese a apagar nunca. Asimismo, vivíamos como si la salud y el dinero no nos fuesen a faltar tampoco, exhibiendo nuestro poderío personal en lujuriosas ostentaciones, solo con el único afán de ser oscuro objeto de deseo y de envidia. Sin tener en consideración la mala imagen que de nuestra persona a los demás les estábamos proyectando. Pensábamos que el motivo de su envidia sería por la evidente falta de éxito en sus vidas, si ellos no tenían nada o muy poco, sería debido, a su atonía, a su conformismo, a la ausencia de ambición y la falta de motivación, no querían esforzarse en lograrlo, al menos, en la misma medida que nosotros lo hacíamos, dedicando tantas horas al culto personal, estábamos encantados de habernos conocido... Vivíamos a toda velocidad, con esa lógica descabellada, en ese sin sentido… Hasta que comenzamos a sufrir en nuestras propias carnes todo el sufrimiento, a notar el elevado desgaste físico, moral y social que nos provocaba la enfermedad. Su descubrimiento nos dejó asolados; fue solo entonces, cuando comprendimos algo tan simple como obvio, que también a los demás la enfermedad les causa el mismo dolor y aislamiento, tiene para ellos las mismas consecuencias, son cuestiones muy simples, pero que hasta entonces habíamos ignorado de una forma inconsciente, no sentíamos ninguna necesidad de saberlo... Comprendimos que en la vida hay demasiadas personas sufriendo, sin ninguna necesidad de hacerlo, debido en gran parte, a que nadie les ofrece algún alivio para su mal. Quizá comprendimos tarde, que no tener consideración por el que sufre dolor es inhumano, a la vez que discriminatorio, es algo realmente indigno de cualquier persona. Ahora cuando estamos forzosamente apartados del circuito social, nos damos cuenta de ello, porque tenemos demasiado tiempo para reflexionar. Cuando esto nos ocurrió, en un primer momento nos enfadábamos con todo, con todos y con los que más, fue con nosotros mismos; pero pronto comprendimos que con berrinches y pataleos (como si fuéramos unos bebes) no arreglamos nada: ni dormíamos, ni descansamos, ni con esta actitud ayudábamos a resolver ninguno de nuestros nuevos problemas recientemente adquiridos, al contrario, empeoramos todo aquello que fuese susceptible de ser empeorado. Es curioso, pero con anterioridad, nosotros éramos muy irreflexivos e irracionales, y ahora, con el dolor, con la necesidad de afecto, nos hemos vuelto sensibles, sensatos y comprensivos. Se puede afirmar que esto que nos ha pasado, es el preludio del inicio de una nueva y distinta etapa en nuestra vida, a pesar de que teníamos la impresión de que era todo lo contrario. La enfermedad y el dolor que le acompaña nos ha sosegado, de cierta manera, el alma, ha frenado radicalmente el ritmo frenético, sin límites de nuestra vida, nos ha hecho comprender un poco mejor a los que sufren; podemos, por primera vez empatizar con alguien… Nosotros que nunca habíamos tenido problemas, ni necesidades de ningún tipo y ahora no éramos ni una sombra de lo que fuimos. .. Anteriormente teníamos una visión de la vida totalmente opuesta a la actual, prejuzgábamos a los demás, con excesiva dureza y frialdad, bajo un prisma puramente materialista (tanto tienes, tanto vales) Cambió este pensamiento cuando nos encontramos ya enfermos e impedidos, ósea necesitados, entonces comenzamos a valorar la vida de un modo distinto. Ya no  teníamos tanta prisa por alcanzar ninguna meta, ni nos daba estrés… ni ejercíamos la intolerancia, tampoco respondíamos con gritos, ya no discutíamos con nadie ¿para qué? A raíz de adquirir la enfermedad se piensa de distinto modo, se ve la vida con distinto color, en parte provocado por el insoportable dolor, que a su vez les provoca a unos una mejoría en el carácter, y a otros, en cambio, se les vuelve más agrio, convirtiéndolos en unos “Esaboríos”. De la enfermedad la primera enseñanza que se obtiene es que hay que comprender mejor a los enfermos, sobre todo si están impedidos, si son dependientes, pues si además de sufrir dolor, sufren abandono, es esto último, quizás más doloroso que la propia enfermedad, y eso siempre es muy duro; y es verdad que hay personas que lo pasa mal; “toda persona debiera conmoverse siempre ante el sufrimiento de otra persona, y hacer lo que esté en su mano para impedirlo”. El dolor deja una dura secuela en la mente de quienes lo sufren, pero que nos brinda la oportunidad de darnos un baño de humildad, propicia que eliminemos el egoísmo  y nos hace inclinarnos un poco más hacia los necesitados. Todo esto, nos hace ver la vida de una modo especial, nos muestra el perfil humano que se esconde en lo más recóndito de nosotros, con esto no estamos diciendo que el dolor sea bueno, no lo es en ninguna circunstancia. El dolor nos lleva a reflexionar, a preguntarnos por el verdadero sentido que tiene todo lo que acontece a nuestro alrededor. Cuando recibimos la indeseada visita del dolor, se vive una prueba, es como una luz que detiene el normal transcurrir de la vida, con un parón forzado, que nos invita a reflexionar sobre nuestro yo interior... Por eso se ha dicho que toda reflexión hecha con profundidad, adquiere una dimensión especial con el sufrimiento del inmenso dolor y sobre todo con la proximidad de la muerte. El dolor, si lo sabemos asumir, nos advierte del error de llevar una vida vana y superficial, nos ayuda a valorar a la familia, a la sociedad… nos enseña a no ir por libre, nos enseña a no acomodarnos en nuestro egoísmo. El dolor nos vuelve más tolerantes, más abiertos, nos va curando de esa nefasta cabezonería y testarudez de ese orgullo mal entendido…. Es, una triste realidad que nos alcanzará a todos (a unos antes que a otros) y que por tanto nos mide a todos con la misma vara, con un único rasero. La vida no está ideada desde una perspectiva pueril, nadie aunque quisiera, puede permanecer inmune al dolor o a la enfermedad, es una lucha perdida de antemano. "Negar la mayor, ignorar la realidad del dolor, no lleva a ninguna parte". Prepararse para la convivencia con el dolor para cuando este venga, es aprender a soportar un mal inevitable, es esta una sabiduría fundamental para no llevarnos una sorpresa desagradable cualquier día de estos al despertar y decir “si yo hasta ayer estaba bien…”.

viernes, 11 de abril de 2014

A la Virgen de Los Dolores

La estrella de la mañana
brilló con luces de pureza,
sus destellos se hicieron poesía,
con su luz se vistió de Reina,
sacando a pasear sus tristezas,
por estrechas callejuelas victoreñas;
De sus luceros siete perlas brotan,
por ese gran dolor que una espada
traspasando su alma le provoca;
lleva la pena en su pechera bordada,
las angustias en su rostro reflejadas,
la soledad por única compañía;
el dulce nombre de María
se transforma en esperanza,
su desolación en amarga agonía,
y sus lágrimas en solemne paz,
Son negras sus vestiduras
pues de luto va siempre vestida,
en su desamparo nada le da consuelo,
ni las flores con sus fastuosos colores,
ni el aroma de la primavera,
ni el resplandor de los velones de cera,
ni el azahar tan siquiera,
cuando se mezcla con el incienso,
contaminando el aire con delicados olores,
que son bajados del cielo,
para perfumar a María de los Dolores,
en la amargura de su desconsuelo;
A ti madre dolorosa,
Señora hermosa, Reina del cielo,
¡Mi Virgen de Los Dolores!
que tristeza tienes en tu mirada,
si mi voz supiera cantar,
Una saeta a ti te cantaba,
si te pudiera consolar,
con una salve te consolaría
¡Guíame tu! ¡Madre mía!
por estos oscuros senderos,
por los que nos lleva la vida,
que camine hacia Dios con paso certero,
¡oh Señora mía!
permíteme estar siempre a tu lado,
a los pies de la cruz
de Jesús, tu hijo amado,
para que cuando mi luz
se haya para siempre apagado,
María, con tu presencia me honres,
te lo pido a ti ¡Madre mía!
por tus Sagrados y benditos Dolores.

martes, 8 de abril de 2014

Miedo a frascasar


   El éxito en la vida debe su existencia en parte, porque asimismo, existe el fracaso. Nadie puede afirmar que no ha fracasado nunca; en alguna que otra acción del conjunto de acciones que haya emprendido, sin duda lo habrá hecho. De la misma manera, tampoco se puede afirmar que no vaya a hacerlo en un futuro próximo... más o menos cercano. Sí por desgracia, les ha ocurrido ya, nunca deberían excusarse, echándole la culpa a terceros, de los que según afirman, han recibido pésimos consejos que le han conducido a esa calle sin salida, que es el fracaso. Nunca asumirán su cuotaparte de culpabilidad, por haber pedido consejo a  personas inadecuadas y sobre todo por haberlo seguido. El fracaso es, por tanto, algo aparejado a la condición humana... se podría decir, que es considerado normal el sufrirlo en alguna o varias ocasiones a lo largo de nuestra vida; en caso contrario, significara que no habremos intentado poner en práctica ni una sola de nuestras ideas. Se podría afirmar sin miedo a equivocarse, que es verdad que el éxito se puede alcanzar, pero que este vendrá después de innumerables intentonas, acompañadas de otros tantos fracasos. Sí se triunfa en la vida es porque se pone sobre "la mesa" mucho sacrificio, mucho esfuerzo e igual empeño para la consecución del ansiado triunfo... Pero también porque hemos aprendido "a base de palos" a evitar esos pequeños envites en forma de baches e impedimentos que nos plantan cara justo delante de nosotros, obstaculizando nuestro progreso; desviándonos, si no se remedia, hacia el inevitable fiasco del fracaso. Los que fracasan verdaderamente, son aquellos que no adquieren ningún tipo de experiencia en la adversidad, pues nunca asumen ningún tipo de riesgo, en prevención de una más que probable decepción. Cuando surge una dificultad, por diminuta que sea, en vez de “sacar pecho” para enfrentarse a ella, retroceden hacia atrás, cediendo parte del terreno ganado; lo que provoca que se hundan más y más en su desconfianza y como consecuencia, se esfume lo poco que les quede de autoestima; desistiendo al final de poner en marcha esa u otra idea, no volverá a tener iniciativa ni una sola vez más... carecen, por tanto de espíritu emprendedor. Triunfar es sobretodo “aprender del fracaso” levantarse igual número de veces que nos hubiéramos caído e intentarlo infinidad de nuevas veces hasta conseguir aquello que se pretende. El éxito es por tanto la suma de las experiencias (buenas y malas) adquiridas en tantos desencuentros con la vida, en definitiva es sinónimo de saber afrontar las inevitables condiciones de competencia que nos encontraremos en cualquier acción nueva que emprendamos. De esta paradoja, depende en gran medida que nuestra manera de obrar en esos retos, les hagan estar destinados al esplendoroso éxito o condenados al estrepitoso fracaso. Cada infortunio, cada derrota, cada decepción, cada fiasco, lleva consigo el germen del que nace la experiencia, que a su vez despertara en nosotros unas habilidades hasta ese momento, adormecidas y por tanto totalmente desconocidas para nosotros. Los reveses con los que nos propina la vida van en esa dirección, se podría decir que incluso juegan en nuestro equipo, a nuestro favor. El fracaso nos hace tomar consciencia de nuestras propias limitaciones y, al mismo tiempo, nos estimula en el afán de superarlas, de sacar lo mejor de nosotros, aquello que cada uno llevamos muy dentro, sin sospecharlo tan siquiera. Esto es así, y sucede en medio de un entorno que en muchas ocasiones nos resulta muy hostil, pero esta hostilidad provoca que se nos curta el carácter, a la vez que nuestra personalidad va alcanzando un nivel óptimo de autoestima y gana en naturalidad. Quien delegue en otros la iniciativa y siga pensando que ellos se encargaran de obsequiarle con un elevado grado de bienestar, o que será imperecedera su felicidad, se le podría calificar como un tanto cándido y memo; obtendrá muy pocas alegrías en su vida, la mayoría de las veces estará apenado, afligido por no lograr superarse a sí mismo… se sentiría un miserable y los que compartan con este tipo de persona, tanto filosofía, como maneras de pensar u obrar, posiblemente acabaran por contagiarse de ese depresivo estado emocional. Existe dos estados de ánimo, claramente diferenciados: uno: simplón, callado y conformista; el otro: intrépido, vivaz, emprendedor y luchador… Cada uno escogeremos el que mejor se amolde a nuestra personalidad. Por eso, es muy peliaguda y delicada la labor de aleccionar al propio carácter, porque otros nos podrían imitar hasta en el mínimo detalle de nuestros gestos y acciones…. Es muy importante no ser demasiados perfeccionistas “no ser más papistas que el Papa” cayendo en una especie de psicosis, “porque errar es de humanos y rectificar de sabios” en eso consiste la experiencia. La diferencia es que unos aprenden de los errores, para aplicar ese conocimiento recién adquirido en su futuro inmediato, mientras que otros sólo obtienen de ella dolor, padecimiento y desconfianza. El éxito está en la capacidad de superar todos los traspiés de la vida, con afán de superación, sin rencor, ni odios, ósea con nobleza. Es penoso ver a personas que se suponían inteligentes, venirse abajo y abandonar cualquier empresa, al mínimo contratiempo, o incluso aquellos otros que son tan perfectos que no pueden soportar un pequeño batacazo en su brillante currículo y se hunden de forma radical y miserable, para no levantarse jamás. Debemos tener presente siempre que la mayor de las decepciones suele ser dejar de intentar abrir nuevos caminos por miedo al fracaso, y dejar que los abran otros, así  obligatoriamente, tendremos que aceptar las normas y designios que nos imponen los triunfadores, que son, en definitiva quienes llevan la batuta y los demás aprender a tener la boca calladita. En nuestra mano están todas las opciones, que cada uno escoja bajo su responsabilidad la opción de futuro que desee.

sábado, 5 de abril de 2014

Auto-control


   A menudo nos cuestionamos ¿Porque la vida nos castiga con tanta crudeza? ¿Qué podemos esperar? Si observamos atónitos que las actitudes predominantes son: la ingratitud, la maldad, la maleficencia, la falsedad, la deslealtad… Asimismo, comprobamos con asombro, que casi nadie se estremece, ni se ruboriza, ni siquiera les da horror la simple contemplación del dolor ajeno; ni ver con sus propios ojos la muerte tan de cerca, en infinidad de imágenes de guerras u otros desastres provocados por la ambición humana y su insaciable deseo de poder. Sin duda, conocemos los defectos y las limitaciones que tienen los demás, pero no los nuestros, a nuestro juicio, carecen de relevancia... Aprendemos de todas las experiencias, por muy dolorosas que fuesen; esa sabiduría que se adquiere, va incrementándose a lo largo de toda nuestra vida; las experiencias, nos deberían hacer madurar como personas, aumentando nuestra “supuesta” grandeza moral. En ese conocimiento se encuentra la clave para salir airosos de las zancadillas que nos pone la vida y cuya “lección magistral” es sin duda, el saber aprovecharse de las circunstancias adversas, saber sacar provecho de todo (sea bueno o malo) lo que la vida nos depare. Deberíamos aprender de las malas experiencias sufridas, sobre todo, de aquello que nos paraliza, que nos hace sentir como si fuésemos unos inútiles (bien por miedo o ineficacia) y que nos impide progresar adecuadamente… Debemos aprender a tener éxito, allá donde otros solo obtuvieron desolación o frustración, ósea un fracaso rotundo. ¿Por qué lo que a unos les neutraliza a otros les hace progresar? Si no se reflexiona, o si se hace mal y se llega a una conclusión errada… si además se desconoce cómo poner en marcha la respuesta hallada y si no se remedia, se nos volatizaran infinidad de buenas ocasiones, muchas de ellas serán irrepetibles. Aunque también podría producirse un resultado opuesto al buscado. La ausencia de una planificación eficaz tiene como consecuencia: la precipitación, el victimismo, la indisciplina, que se añaden a las dificultades propias de la vida, y elevan su efecto negativo, resultando aún más dolorosas. Son estas actitudes totalmente inútiles, solo nos servirían para pasar unos malos momentos y nada más... La experiencia que se va adquiriendo en el transcurrir de la vida no servirá de nada, si de ella no aprendemos alguna lección (positiva o negativa) “El gato escaldado del agua caliente huye”. Se debería tener en cuenta que el hecho de cumplir más años, nunca debería ser considerado sinónimo de  haber alcanzado la madurez intelectual. Es cierto que la madurez se va adquiriendo de una manera imperceptible, pero la verdadera madurez, se alcanza por la adquisición de una exquisita educación. La educación que debe iniciarse en el seno del núcleo familiar, que será, desde nuestra niñez, pieza fundamental para nuestro posterior desarrollo. Pero debemos tener en cuenta que los progenitores no se pueden responsabilizar eternamente de lo que hace su prole. Somos los hijos los que hemos de aprender a hacer frente al desafío de la vida, a valernos por si solos,  a decidir sin la ayuda de nadie… debemos tomar conciencia de que no todas las cosas son factibles, ni está en nuestras manos su logro, muchas cosas son inalcanzables porque sencillamente se encuentran fuera de nuestras posibilidades (sociales, familiares, económicas), pero esto no justifica que se acabe en frustración personal, ni nunca deberíamos renunciar a ninguna meta por razón de cuna. También deberíamos estar preparados para mayores imprevistos, como por ejemplo, encajar la deslealtad de una o varias personas de nuestro círculo social más cercano, cuando esto sucede, siempre vendrá acompañada de una incontenible tristeza y de un sentimiento de impotencia absoluta. Son estas contrariedades con las que la vida a menudo nos sorprende, por inesperadas. Debemos ser diligentes ante cualquier nueva situación y sus posibles efectos, es fundamental actuar con prontitud, con firmeza... Al fin y al cabo, son experiencias personales que han de ser vividas por cada uno de nosotros, de ellas sacaremos la suficiente experiencia para afrontar con cierta garantía de éxito nuestro futuro, son experiencias en las que nadie puede ocupar nuestro puesto, por muy desagradable que nos resulte, al final seremos nosotros quienes habremos de asumir la responsabilidad y el control de nuestra vida, todo, a pesar del dolor o la frustración personal que en esos momentos se puedan sentir… solamente nosotros tenemos el conocimiento y la destreza adecuada para salir de ese atolladero. Un síntoma de inmadurez es el ansia por ser aceptado, es ese afán de sentirse apreciado y apoyado que nos provoca una angustiosa impaciencia y que nos impone una dependencia emocional, que dista mucho del verdadero sentido de apego que debería tener una buena amistad, que presuma de serlo; pero que acaba por vaciarse por completo de su contenido original y le hace perder su auténtico sentido. Saber encajar los golpes de la vida no es sinónimo de ser insensible y despiadado... Significa aprender a no exigir más de lo que nos pueden ofrecer, ello sin derivar en un conformismo desnaturalizado, ni rehusar nunca de la propia personalidad. Podríamos hablar de la paciencia que se debería tener para con la sociedad que nos rodea, si queremos mejorar nuestro entorno, la necesitaremos en una cantidad superlativa. Asimismo, debemos estar en constante estado de alerta para prevenir los posibles contratiempos, hacer posible que seamos siempre dueños de nuestro presente y sepamos prever con acierto el futuro, poder robustecer nuestra posición social a pesar de las adversidades. Con ello conseguiremos la serena paz, la dulce armonía y  la firme seguridad interior, que desde el principio buscamos para nosotros y para los nuestros, las personas que nos acompañan en el caminar por este “valle de lágrimas” y que son las que más nos importan… así seremos capaces de vislumbrar la auténtica realidad, en medio de este amplio abanico de realidades paralelas, sin perder nunca la perspectiva, ni quedarnos atrapados en lo inmediato. Son estas actitudes las que nos otorgan una fuerza sobrehumana, en medio de un horizonte personal, que se amplía a medida que la vida avanza, comprendiendo así mejor, los golpes que la vida diariamente nos da.

jueves, 3 de abril de 2014

"Con Personalidad"


    Rascando en lo superficial de la propia auto-estima y la sinrazón que la acompaña, pues dependiendo del contenido o tema que quiera tratar en cada ocasión que escribo: si le escuece a alguien o no, si se sienten ofendidos, censurados o encolerizados por determinadas expresiones... me siguen más o menos cantidad de personas; cosa ilógica, si se piensa detenidamente, pues yo no escribo en nombre de nadie, ni tampoco de ninguna organización; menos aún, lo efectuó con la intención de agradar, censurar o disgustar a nadie, ni para que se pulse el botón de "Me gusta" o deje un comentario u opinión (que bienvenido sea) No persigo ningún beneficio económico, es tan simple como darle forma a mis pensamientos y exponerlos en este Blog, sin maldad, sin acritud hacia nadie...Se puede criticar las actitudes personales, nunca a las personas en concreto y menos ponerle nombres a esas críticas, "el que se pica ajos come" si alguien se siente aludido, es su problema. Puedo coincidir o no con la persona que se toma la molestia de leer esto... e incluso estos pensamientos podrían ser antagonistas y entrar en conflicto con el contenido de otros que he publicado con anterioridad, o con otros que pudiese exponer con posterioridad; es solo una cuestión de evolución personal, únicamente derivada de la impronta de un momento preciso. Debo de comenzar afirmando, por consiguiente, que el concepto que tenemos de nosotros mismos, estaría formado por el conjunto de todas nuestras actitudes o pensamientos, que se tienen con referencia a nuestra propia identidad individual. Estos pensamientos engloban un extensa variedad de prototipos de persona, que van desde la posición más sencilla, hasta la persona más compleja, que se encuentre sumida en las reflexiones más profundas que se puedan tener acerca de nuestra propia imagen. Nuestra personalidad abarca un amplio espectro de aspectos personales (físicos, psicológicos, emocionales, sociales o simplemente éticos). Esto es lo que de verdad define a cada persona, los pensamientos o filosofía hacia la vida, lo que deseamos hacer y lo que verdaderamente hacemos o pensamos. Evidentemente, el concepto que tenemos de nosotros mismos afecta a nuestro comportamiento social, básicamente porque es una parte muy importante de nuestra idiosincrasia. ¿Cuándo tomamos conciencia de nuestra propia identidad? Seguramente sucedió en los albores de nuestra tierna infancia; seria, sin duda alguna, cuando comenzamos a interactuar con nuestro entorno familiar más próximo (padres, hermanos, abuelos) comenzaríamos a manifestar nuestras preferencias, a expresar nuestros gustos particulares… en una palabra habríamos comenzado a forjar nuestro carácter, a la vez que se adquirían experiencias enriquecedoras. Cada experiencia conllevaría consigo algo novedoso y relevante, serían clasificados en nuestra mente según fuese la peculiaridad de ese recuerdo (positiva o negativa) ello, nos habría dejado una huella de hondo calado e imborrable para posteriormente forjar nuestro carácter... De esta forma singular, sin pretenderlo, como consecuencia de la experiencia adquirida, se iba formando un esquema emocional que representaría, en líneas generales, el embrión de la idea de cómo seriamos posteriormente. Todo esto, suena bastante lógico, pero debemos mencionar que  también siempre, nos han poseído “miedos o vergüenzas" que de una forma inconsciente marcan nuestro carácter, mucho más que lo que creemos; a pesar de ser inconscientes de tener esas fobias, las habremos adquirido, simultáneamente, con aquellas actitudes positivas, de las que sí fuimos conscientes en su aprendizaje. Muchas veces, es peor conocer cuáles son nuestros límites, porque ello nos aporta más inseguridad e inestabilidad, que confianza y seguridad. Es por esta razón, tan simple, por la cual algunos tienen una autoestima enaltecida, y otros, sin embargo, siempre están hundidos en la depresión. Si nuestro entorno socio-familiar no nos estimula lo suficiente para el desarrollo adecuado de nuestra autoestima, si además nos infunden miedo, prejuicios u odios… será imposible hacer gala de posesión de aquello que, a todas luces, se carece. Para lograrlo se debería de promover actitudes positivas, esto llevaría aparejado el hecho de apoyarnos en todas aquellas habilidades (profesionales o artísticas) que se pudiesen emprender, con independencia del resultado final. Y si, por el contrario, existiesen algunos traumas (físicos o psicológicos o de cualquier otra índole)  habrá que estar a su lado, para que se puedan aceptar, superar o corregir, si fuese susceptible de ello. Si se desarrolla la personalidad de una manera satisfactoria, se propiciara que la autoestima se eleve de una forma eficiente y duradera; la forma más apropiada para enfrentarse a ese mundo, que está ahí fuera y que "es tan fiero o más, que nos lo pintan" y poder relacionarnos con la sociedad de “una manera normal y estable”. Como podemos apreciar "cada persona somos un mundo" teniendo en cuenta que el concepto que tenemos de sí mismos, no es debido a la herencia genética, sino que se va aprendiendo a lo largo de nuestra vida. "Yo y mis circunstancias" debido a ello, la mayoría de las veces, el concepto que tenemos de nosotros mismos, podría estar muy distorsionado. Lo podemos comprobar cuando, por ejemplo,  lo que pensamos carece de lógica alguna, o dicho de otro modo, lo que decimos hacer no tiene relación con lo que verdaderamente hacemos. La mayoría de las veces, la imagen que tenemos formada de nosotros mismos, se parece en poco o absolutamente en nada al concepto, que sobre nosotros, tienen los demás formado, esto quiere decir que dicha imagen nos la habremos "inventado" en base a ilusiones utópicas, que nuestra mente de forma unilateral ha creado; pero que en realidad no reflejan para nada la esencia de nuestra personalidad. Se debería de reflexionar sobre la conveniencia o no, de mantener el engaño a los demás con esas falsas proyecciones que realizamos de nosotros mismos, creando mundos paralelos, que salvo para nosotros,  son invisibles y por tanto carecen de credibilidad. La mayoría de las veces nos auto-engañamos, pensando que somos inteligentes, pero todos nos perciben como unos soberbios. Otras veces nos creemos que somos amables, bondadosos y sensatos… pero nuestro entorno solo nos percibe como una persona necesitada de aceptación. Otras tantas veces podemos afirmar que somos correctos en los usos y responsables en las formas, hacia los demás… pero solo estaremos proyectando ambigüedad, y por tanto, se percibiría como una de las mayores irresponsabilidades… Todo esto, para nada cuadraría con el concepto que de sí mismos tenemos. Es por todas estas circunstancias, por lo que sería apetecible revisar si realmente ese concepto que tenemos es claro y real. Es normal que tengamos idealizado el concepto de cómo nos gustaría ser, y que  quisiéramos que nuestro entorno nos viera así… pero la realidad es caprichosa y el tiempo nos pone a cada uno en el sitio al que pertenecemos, lo verdaderamente importante es aceptarnos tal como somos; no en la totalidad de nuestra personalidad, siempre existen aspectos personales que se pueden mejorar, innovando en nuestra vida con los cambios que fuesen precisos, para vivir de una manera congruente con nuestra forma habitual de ser.