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viernes, 11 de abril de 2014

A la Virgen de Los Dolores

La estrella de la mañana
brilló con luces de pureza,
sus destellos se hicieron poesía,
con su luz se vistió de Reina,
sacando a pasear sus tristezas,
por estrechas callejuelas victoreñas;
De sus luceros siete perlas brotan,
por ese gran dolor que una espada
traspasando su alma le provoca;
lleva la pena en su pechera bordada,
las angustias en su rostro reflejadas,
la soledad por única compañía;
el dulce nombre de María
se transforma en esperanza,
su desolación en amarga agonía,
y sus lágrimas en solemne paz,
Son negras sus vestiduras
pues de luto va siempre vestida,
en su desamparo nada le da consuelo,
ni las flores con sus fastuosos colores,
ni el aroma de la primavera,
ni el resplandor de los velones de cera,
ni el azahar tan siquiera,
cuando se mezcla con el incienso,
contaminando el aire con delicados olores,
que son bajados del cielo,
para perfumar a María de los Dolores,
en la amargura de su desconsuelo;
A ti madre dolorosa,
Señora hermosa, Reina del cielo,
¡Mi Virgen de Los Dolores!
que tristeza tienes en tu mirada,
si mi voz supiera cantar,
Una saeta a ti te cantaba,
si te pudiera consolar,
con una salve te consolaría
¡Guíame tu! ¡Madre mía!
por estos oscuros senderos,
por los que nos lleva la vida,
que camine hacia Dios con paso certero,
¡oh Señora mía!
permíteme estar siempre a tu lado,
a los pies de la cruz
de Jesús, tu hijo amado,
para que cuando mi luz
se haya para siempre apagado,
María, con tu presencia me honres,
te lo pido a ti ¡Madre mía!
por tus Sagrados y benditos Dolores.