Ante
la indecisión y las dudas que empañan nuestros pensamientos y reflexiones, quiero
reflexionar con lucidez, con una claridad meridiana, refiriéndome a las cuestiones que siempre nos
tienen en el candelero e incertidumbre ¿Cuál es nuestra meta? ¿Que pretendemos
hacer con nuestra vida? Son dos cuestiones simples, pero cuya respuesta nos
puede ordenar algo nuestras pretensiones, no por novedosas. Son, estas
respuestas, capaces de cambiar totalmente la visión de nuestra vida, no admite evasivas,
ni retrasos, ni realidades distintas, ni medias tintas... Nuestra vida
tiene que estar condicionada por la intención de alcanzar unos fines u
objetivos concretos. Pueden ser más ambiciosos, por tanto será más difícil de
conseguir, o más sencillos… Desde nuestra más tierna infancia, ya demostramos
ciertas habilidades, que hacen presagiar que se nos dará mejor en nuestra vida,
pero serán solo impresiones. Nuestra vida, no es solo, la de una persona
cualquiera, muy pronto dejamos de ser un conjunto para ser una singularidad,
Comenzaremos a demostrar esas particularidades únicas, comenzaremos, también, a
soñar con cual puede ser la profesión que estudiaremos y por tanto ejerceremos
en ese futuro (médicos, bomberos, enfermeros, astronautas…) todos estamos
llamados a buscar nuestro lugar en la vida, ese que será nuestro sitio en la
sociedad. Es raro, pero nadie se imagina en ese “hipotético” futuro de simple peón,
de jornalero…etc., como si estas profesiones fueran poco importantes, cierto
que son de baja cualificación, pero igual relevancia. Debemos, entonces, de
encontrar ese lugar “destinado” para nosotros, dejar que nuestro sueño crezca,
pero no consentir que esa idea nos devore, nos haga menguar como personas, nos
anule en el infinito… Es decir, si dejamos crecer un sueño imposible, será
imposible su consecución…No es que debamos ser dóciles y sumisos, que tengamos
que dejar que otros decidan sobre nuestro futuro. Nosotros nos conocemos muy
bien, Mejor de lo que nadie llegara a hacer nunca. Por tanto, sabemos de
nuestras “habilidades y debilidades”, sabemos cuál es muestro punto fuerte y cuál el
débil. Sabemos, por consiguiente, a que podemos aspirar, cual es la meta más
factible, más adecuada para nosotros…Por ello no se debe poner “el listón” muy
alto, inalcanzable, que sean metas que nos supere. No debemos ser ambiciosos en
demasía… Tampoco ponerlo demasiado bajo, pecar de “falsa modestia”, ser, en
definitiva, unos vagos. Si nuestra habilidad es alta, luchar por llegar arriba…
en todo caso luchar por llegar a nuestro objetivo, sin falsa humildad e
inocencia. Todo cuesta “sangre, sudor y lágrimas” y nuestro objetivo no
va a ser menos,” nadie regala nada, ni es bueno que nos lo regalen, pero que
tampoco nos roben la posibilidad de conseguirlo”.
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