Hay personas que cada día, nos dan una
lección de humanidad: Se les ve, se les nota ese querer hacia a la gente, a la
vez que se dejan querer, porque hay pocas cosas tan importantes, como son la
afección hacia los demás y viceversa. Rechazar esas muestras de cariño, sería
un grave error, de consecuencias nefastas para la convivencia de todos. En
el camino de la vida no hay dos personas
iguales. Todos procuramos vivir en paz con nuestro entorno, pero con estilo y
personalidad propia, sin imitar a nadie, sin que nadie nos ponga fronteras. Aunque
no tengamos muy claro cuál ha de ser nuestro modelo, debemos tomar como ejemplo
lo que estimamos “bueno y aconsejable” desechando aquello que nos produzca repugnancia
o nos incite a la intolerancia. ¿Te molesta la manera de ser de los otros?
Intenta comprender su escala de valores, igual es más acertada que la tuya.
Integrarse en la sociedad es más que un deseo, una satisfacción personal. Debe
ser un honor pertenecer a nuestro entorno social, ser un motivo de orgullo…, No debemos perder la paciencia, nuestra paz
interior, por acciones que otros efectúen y que nosotros las calificamos como “malas
o inapropiadas”, lo más probable es que ellos no tengan ese punto de vista,
sino el contrario. ¿Quién determinara si es bueno o malo? El código penal, que
nos dirá si es delito o no. En caso de que la respuesta sea negativa, con no
imitarles, ya haremos lo bastante para la erradicación de esa conducta. Y para
eso, debemos de cuidarnos mucho en lo que decimos, pues nadie tiene la llave de
la sabiduría. No obstante, hay un algo superior a nosotros, escondido en lo
profundo de nuestro ser, que en las situaciones “anómalas” nos aconseja la
actitud con la que debemos obrar. Le toca a cada uno de nosotros descubrirlo. Si
seguimos nuestro instinto, tal vez, nos ayude a experimentar la alegría de conocerlos
mejor, y ello nos llevara, indudablemente a comprenderlos mejor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario