En la vida hay loterías en las que mejor no
participar, pero por el simple hecho de existir, entras en el bombo, y sin tu
saberlo te toca el desagradable premio del cáncer. A la persona que le ha
tocado no puede renunciar al “premio “Quien haya sido llamado a sufrir esta
terrible enfermedad, la ha de afrontar con la mayor entereza de la que pueda
disponer, ha de contar con el apoyo, con la compresión de sus seres queridos,
sobre todo de los más cercanos, que le demuestren todo el amor y la necesidad
que tienen de el/ella, que esa lucha no se lleve en soledad, es una guerra de
todos… La vida nos ha designado como guerreros de esta ardua batalla, quien
sufre cáncer quiere compartir esa angustia, ese dolor con los demás,
quiere que todos seamos sus cómplices con su lucha, en concreto. No quiere
sentirse desamparado/a por haberle tocado esa “maldita suerte”. Además,
nosotros debemos impedir que sienta tristeza, que se derrumbe animicamente,
ello depende del apoyo que le prestemos. No debe estar prohibido hablar del
tema, ni referirse al cáncer con otro nombre, no se le debe quitar la
importancia que tiene, pero si se debe valorar las herramientas con las que se
cuenta en esta singular lucha para vencerle. Sobre todo, se ha de dejar claro
que puede haber un desenlace no deseado. Se debe poner en sus manos todo
aquello que se estime más conveniente, más necesario para hacer de esta
situación “incómoda”, una manera que más se aproxime a la manera normal de
vivir: Por todas las cosas que nos unen, hay que hacer que se agarren a
la vida, fuertemente, tenemos necesidad de ello. La lucha contra
el cáncer comienza con la prevención, fundamental, debemos de
quitarnos de hábitos poco o nada saludables y por lo tanto poco recomendables,
hacer una vida sana, comer adecuadamente, hacer ejercicio físico…Además,
prepararnos mentalmente para realizar el camino de la enfermedad, si llegara a
aparecer en nuestra vida, debemos, también, curarnos las heridas interiores,
esas que corroen el alma, apoyar a otros enfermos, a sus familias, a aquellos
que han sufrido una perdida irreparable... manifestando, así, nuestro
compromiso en la lucha contra el cáncer. Nuestra tarea es simple,
apoyo y exigencia: porque si no exigimos que se mantenga la investigación o se
incremente, la recortaran como recientemente ha ocurrido. De la investigación y
desarrollo de nuevos fármacos y terapias depende que la futura lucha contra la
enfermedad sea un éxito. El mejor testimonio que podemos ofrecer es el apoyo a
organizaciones como la AECC en su lucha diaria, hacernos más
conscientes de la dimensión de la enfermedad y contribuir con nuestro pequeño
“granito” a que esta guerra, sin igual, se acabe ganando, de nosotros depende
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