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viernes, 25 de octubre de 2013

Pensamiento solidario


 Hay días que nos despertamos “apagados” sin gana de nada, espesos, sin ideas, sin ganas de hablar con nadie, ni que nadie nos diga nada. Más pasado un tiempo prudencial, y ya completamente despiertos, el día se torna radiante y comienzan a trabajar las “neuronas”. Nos cuesta entender por qué nos levantamos con esa apatía… Pero comenzamos a trabajar con la misma ilusión, como si fuese el primer día. Para muchos es un día especial, es viernes…lo que significa que viene el fin de semana y el merecido descanso. Pero, todos los días debemos pensar en aquellas personas para los cuales todos los días son “de descanso obligado”, me refiero a los parados. Han dejado de vivir con ilusión, se les escapan en su vida, muchísimas ocasiones únicas, que no se volverán a repetir. En la reciente historia de nuestro país, nunca ha habido tantas personas desempleadas. No ven futuro alguno. No perciben el momento de volverse a sentir útiles, no ven la hora de poner fin a sus penurias. Es necesario, por tanto, conocer y comprender a todas las personas con las que convivimos, sus miedos, sus esperanzas, sus legítimas aspiraciones, su modo de ser y entender la vida. Buscar la razón esencial para ese toque dramático. No nos cuesta mucho señalar las ocasiones perdidas por la sociedad, por no haber puesto limites, por no haber cimentado bien los pilares del desarrollo, por no haber aprovechado el momento de crecimiento económico. ¿Cuántas ocasiones habremos perdido por no planificar el futuro? ¿Por qué no nos auto-valoramos nosotros mismos? Vivimos en un mundo donde domina la maldad, el egoísmo, pensamos solamente en nosotros y nuestros allegados; lo cual es lícito, pero debemos de acordarnos de los que no trabajan, no porque no quieran, sino porque no encuentran. Sabemos que no tenemos la solución de sus males ¡ojala! Pero si podemos y debemos exigir a las administraciones que les proteja, que no les abandonen cuando más necesidades tienen. Habitamos en una tierra dura, cruel, con grandes brechas y desigualdades. Lo cual no significa que nadie sea mejor que nadie, todos debemos tener nuestra oportunidad y aprovecharla. No esperar que ocurra un milagro y nos toque la lotería, debemos poner los pies en la tierra y analizar “que puedo hacer yo” y mirar el futuro con optimismo, sin perder de vista el sufrimiento del presente, hacerlo más liviano, compartir y pensar “No hay bien ni mal que cien años dure”.

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