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jueves, 24 de octubre de 2013

Creciendo como persona


   Somos, la inmensa mayoría de nosotros, una persona sin grandes pretensiones, y las pocas que tenemos no son estrictamente personales, sino más bien colectivas. La respuesta a la inquietud que nos deja insomnes, yace en nuestro interior. ¡Ojalá pudiésemos sacarlas a flote, a flor de piel! lo que nos ocurre es el hecho de no saber comunicar nuestros proyectos o ideas, de no encontrar las palabras precisas que describan la visión que sobre el futuro tenemos, los proyectos que planificamos… y eso nos ofusca, nuestros proyectos se ven frustrados, mueren antes de nacer. ¡Parece que no ocurre nada! Pero para nosotros significa mucho, mantenemos en secreto las ideas, porque solo pensar en compartirlas, exponerlas… nos da “vergüenza”. No saber con certeza si van a ser bien acogidas, si van a interesar…el solo hecho de compartir nuestros pensamientos con otros nos causa terror. Nos da la “equivoca” impresión de desnudez, como si mostráramos nuestra alma para el deleite de los demás, es decir, pasar por la aprobación de la sociedad. Que nos da cortedad,  es cierto, pero debemos tener auto-confianza, firmeza, fe en nosotros mismos, si queremos que al menos se nos tenga en consideración, Todos tenemos planes y proyectos personales o de diversas índoles. Y  a veces se tiene prisa por verlos realizados. Podríamos decir que somos “presa de la impaciencia”. Nuestras ideas y proyectos debemos saberlos exponer y aún más ser capaces de convencer a los demás. No importa si se es locuaz o no, importa que sea buen proyecto. El tiempo será un inconveniente, más que una ventaja, pero hay que tener paciencia. Vivir sin demasiada tensión, evitando la apatía, la desilusión... La impaciencia o la ansiedad son enemigas y malas consejeras para obtener buen resultado, son debidas a la falta de confianza en el proyecto.  Por otra parte, quien no tenga ideas o proyectos, es un retraído, pareciera un muerto sin ninguna esperanza en la vida. Esto es un freno para su realización personal. Y, además, es muy triste compartir espacios y proyectos con este tipo de personas. Debe dejar de ser un amargado, pues solo podrá desfogarse criticando a los que tienen proyectos, a los que trabajan por todos, incluso por él.
  Son las personas con proyectos, con ilusiones las que mueven el mundo, y además comprometen en sus proyectos e ideas a todas las personas que se mueven en su círculo, avanzan junto con él. ¡Hay que tener ideas y proyectos! ¡Buscar la exquisitez y la finura para todos: para la familia, para amigos, para los compañeros del trabajo, para el entorno social…! hacer del bien común, la excelencia de todas las obras. Debemos aspirar al máximo, no conformarnos con mediocridades, que se note el esfuerzo y la pasión que se pone en cada proyecto. Recordar siempre  palabras que nos den fortaleza, no escuchar a aquellos que nos ponen zancadillas, pero que además se benefician como buenos “parásitos” de nuestro trabajo. No debemos pararnos en nuestro camino, ni retroceder bajo ninguna circunstancia. El fin del camino será para el que no quiere proseguir; retrocede, solo, aquel que nunca creyó en ese proyecto. Pero hay que incidir, que nunca debemos estar satisfechos al cien por ciento, pues eso significara que hemos acabado nuestro camino y nos hemos transformado en aquello que más temíamos “un conformista”.

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