Somos,
la inmensa mayoría de nosotros, una persona sin grandes pretensiones, y las
pocas que tenemos no son estrictamente personales, sino más bien colectivas. La
respuesta a la inquietud que nos deja insomnes, yace en nuestro interior.
¡Ojalá pudiésemos sacarlas a flote, a flor de piel! lo que nos ocurre es el
hecho de no saber comunicar nuestros proyectos o ideas, de no encontrar las
palabras precisas que describan la visión que sobre el futuro tenemos, los
proyectos que planificamos… y eso nos ofusca, nuestros proyectos se ven frustrados,
mueren antes de nacer. ¡Parece que no ocurre nada! Pero para nosotros significa
mucho, mantenemos en secreto las ideas, porque solo pensar en compartirlas,
exponerlas… nos da “vergüenza”. No saber con certeza si van a ser bien
acogidas, si van a interesar…el solo hecho de compartir nuestros pensamientos
con otros nos causa terror. Nos da la “equivoca” impresión de desnudez, como si
mostráramos nuestra alma para el deleite de los demás, es decir, pasar por la
aprobación de la sociedad. Que nos da cortedad, es cierto, pero debemos tener auto-confianza,
firmeza, fe en nosotros mismos, si queremos que al menos se nos tenga en
consideración, Todos tenemos planes y proyectos personales o de diversas índoles.
Y a veces se tiene prisa
por verlos realizados. Podríamos decir que somos “presa de la impaciencia”.
Nuestras ideas y proyectos debemos saberlos exponer y aún más ser capaces de
convencer a los demás. No importa si se es locuaz o no, importa que sea buen
proyecto. El tiempo será un inconveniente, más que una ventaja, pero hay que
tener paciencia. Vivir sin demasiada tensión, evitando la apatía, la desilusión...
La impaciencia o la ansiedad son enemigas y malas consejeras para obtener buen resultado,
son debidas a la falta de confianza en el proyecto. Por otra parte, quien no tenga ideas o proyectos,
es un retraído, pareciera un muerto sin ninguna esperanza en la vida. Esto es
un freno para su realización personal. Y, además, es muy triste compartir
espacios y proyectos con este tipo de personas. Debe dejar de ser un amargado,
pues solo podrá desfogarse criticando a los que tienen proyectos, a los que
trabajan por todos, incluso por él.
Son las personas con proyectos, con ilusiones
las que mueven el mundo, y además comprometen en sus proyectos e ideas a todas las personas que se mueven en
su círculo, avanzan junto con él. ¡Hay que tener ideas y proyectos! ¡Buscar la
exquisitez y la finura para todos: para la familia, para amigos, para los
compañeros del trabajo, para el entorno social…! hacer del bien común, la
excelencia de todas las obras. Debemos aspirar al máximo, no conformarnos con
mediocridades, que se note el esfuerzo y la pasión que se pone en cada
proyecto. Recordar siempre palabras
que nos den fortaleza, no escuchar a aquellos que nos ponen zancadillas, pero
que además se benefician como buenos “parásitos” de nuestro trabajo. No debemos
pararnos en nuestro camino, ni retroceder bajo ninguna circunstancia. El fin
del camino será para el que no quiere proseguir; retrocede, solo, aquel que
nunca creyó en ese proyecto. Pero hay que incidir, que nunca debemos estar
satisfechos al cien por ciento, pues eso significara que hemos acabado nuestro
camino y nos hemos transformado en aquello que más temíamos “un conformista”.
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