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jueves, 31 de octubre de 2013

Gritos del silencio


  Pensamos que no nos vamos a detener por nada, que somos inmunes a cualquier obstáculo que pudiese aparecer en nuestro camino. Con esta actitud prepotente, nunca nos creeremos que nada nos hará doblegar. Pero lo que verdaderamente sella la pauta de nuestra conducta, no somos nosotros, sino nuestras circunstancias. Esas que a lo largo de los años, nos han forjado ese carácter abrupto. Si el camino es “Amargo y doloroso” no podemos doblegarnos, aminorarnos ante ese temporal, por muy fuerte que nos azote. No debemos de rendirnos ante la mínima contrariedad surgida, por muy grande que fuese la afrenta, ni abandonar a los que dependen de nosotros a su suerte. Tampoco hacer sufrir a personas inocentes que no tienen culpa alguna. No Debemos sucumbir ante cualquier adversidad, aunque solo sea por dignidad personal. Buscar y sacar hacia fuera esas pocas fuerzas que tenemos adormecidas, demostrar que somos personas curtidas, no cualquier “trapo viejo”. No temer a nada, ni a nadie… Si perdemos nuestros valores, habremos perdido, no solo una batalla, sino la guerra entera. Debemos "sacar valor de la flaqueza, aceptar con resignación el infortunio, las calamidades que la vida trae consigo y nos regala solo por el simple hecho de vivir. Nunca se debe abandonar el barco, aunque el naufragio fuese inminente, hay multitud de puertos donde desembarcar…No olvidarnos de defender a los que carecen de defensa, de autoestima, a los que tiran la toalla… Más se debe calibrar la intensidad de nuestras acciones, no vaya a ser que se cumpla aquello de “por la boca muere el pez”… mucho hablar de los valores éticos y de su defensa… y ser nosotros mismos los que tenemos esa carencia. Con demasiada frecuencia, nos llegan noticias de los efectos perversos de esta crisis, que suelen ir acompañados de desahucios, de violencia de género, de protestas, de manifestaciones, de cargas policiales… Sucesos que nos “invitan” a abandonar la fe en las personas. Los únicos que perseveran en su empeño de luchar por los demás ante las fatalidades, son “las  ONG´S” a través de sus voluntarios. Porque además les parece una ingratitud, una deslealtad abandonar a los necesitados, sobre todo, en estos momentos difíciles y de tan grande crueldad. El abandono al que son sometidos, la gente más humilde, nos produce bochorno, acompañado de una tristeza "cabreante"...para nosotros. Es el clamor por la justicia social, por la paz en todos los hogares, la que provoca esa la voz que se convierte en grito que resuenan en todas las conciencias de las personas de bien. Es el grito del silencio, que parte desde la zona más recóndita de nuestra alma y  fluye hacia fuera exigiéndonos un fuerte compromiso.

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