Tolerancia
La
vida nos enseña que el resentimiento se supera con la tolerancia. Pensar que
solo se tiene derechos sin que estos generen ninguna obligación, es de
insolidarios. Igualmente pensar que solo se tiene obligaciones, sin que estas
generen derechos, es de lerdos. Sólo se puede esperar condescendencia de
quienes, a su vez, la recibieron sin adquirir ninguna obligación por su parte…
Solo se trata de devolver a la sociedad, de forma altruista, lo que gratis se
recibió de ella. De lo contrario se cometería hacia esa misma sociedad una
"falta de gratitud", sería una terrible torpeza por nuestra parte. No
obstante, devolver esta ayuda debe adornarse con criterios basados en la
realidad… nunca donarla porque nos sintamos obligados, como si solo hubiésemos recibido
un préstamo por parte de la sociedad que hay que devolverle con intereses.
Debemos ofrecer la ayuda únicamente porque nos sale de muy adentro, aunque
también nosotros la necesitemos... Nunca creamos que lo que podemos devolver es
minúsculo, en proporción con lo que se haya podido recibir; ni nos sintamos
empequeñecidos, impotentes o acomplejados ante acontecimientos que nos superan
por su magnitud. A menudo se confunde lo que es la auténtica caridad con el
absurdo ideal de una falsa renuncia a nuestros bienes o una renuncia voluntaria a aquello sobre lo
que se tiene un derecho legítimo. No es eso, o no es tan simple... Asimismo,
ayudar tiene otras connotaciones, como por ejemplo denunciar públicamente a
quienes provocan con sus especulaciones hambres, epidemias, pobreza y miseria
de diversa índole. A quienes trafican con la vida o la muerte (trata), a
quienes permiten el tráfico de armas o propician su venta, sabedores de la
indefensión y muerte que provocaran sobretodo en la población civil… A quienes
trafican con las drogas y estupefacientes, son asesinos "silenciosos"
que lentamente van matando a nuestra juventud y con ellos a nuestro futuro; es
muy fácil cerrar los ojos y mirar para otro lado, como si la cosa no fuese con
ellos, como si no fuese con todos nosotros… Se puede ayudar con un simple gesto
pacífico, pero que sea a su vez enérgico y contundente, que denuncie las
injusticias que se siguen cometiendo en nombre del progreso… Sabemos, pues,
cuál debe ser nuestra actitud, entonces ¿Por qué callamos? No se busca el
linchamiento de nadie, ni a ningún culpable, ni siquiera la revancha por tanto
daño asestado durante tantos años de olvido… pero sí se pretende un cambio en
la conciencia colectiva, una nueva manera de pensar; debemos estar abiertos a
buscar nuevos caminos, a pedir perdón por el sufrimiento que hemos podido
causar, perdonar a quienes nos lo han causado a nosotros con su desprecio, con la marginación sistemática a la que hemos
sido sometidos y llamar a las cosas claramente por su nombre "marginación"
“abusos” "deslealtad"
“esclavitud”. Ciertamente con estos antecedentes no es fácil hacer un “examen
de conciencia”, pero es el único modo que tenemos de frenar el ejercicio de
esta gratuita anormal moralidad y asimismo, manifestar el profundo deseo de
aliviar tantas injurias y agravios que durante tanto tiempo mutuamente se
cometieron. Unos por ser crueles y coléricos en exceso, mientras a otros solo
les dejaron como única alternativa el ser dóciles y pacíficos. Por ello es tan
necesario que los unos se arrepientan de esa actitud sucia y bellaca, como que
los otros no se sientan borregos por haber sido obligados a ser sumisos y
obedientes... Pero en todo caso se debería hacer "borrón y cuenta nueva" propiciar
una reconciliación real y reiniciar el camino hacia un nuevo horizonte, todos
juntos, asimismo, todos unidos... Pero con un trato “de igual a igual” con las
reglas de juego bien definidas y consensuadas, respetadas por todos sin
excepción; sin privilegios para nadie y con una misma y única meta por
alcanzar, dentro de la grandeza que nos otorga la unidad de acción, sin
despreciar la diversidad cultural, que nos une más y nos hace más inteligentes,
más sabios, grandes y poderosos.
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