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domingo, 8 de junio de 2014

A solas

   Les dejamos entrar en nuestra vida porque confiamos en ellos, vinieron a nosotros aparentando que estaban perdidos, enarbolando la bandera blanca de la paz, debemos reconocer su esfuerzo, ya que con su logrado disfraz de corderos, lograron engañarnos, nos cogieron de sorpresa, desprevenidos, confiados… pues rumiaban las palabras con una entonación casi perfecta o lo más parecida a la sensatez de la sinceridad, a gritos berreaban nuestro nombre, implorando nuestra compresión, solicitando nuestra ayuda, haciéndonos creer que de veras nos conocían, que nosotros éramos sus semejantes y por tanto, que confiaban a ciegas en nosotros... Ante sucesos acaecidos fortuitamente, imposible de prever en sus planes, se vieron forzados a salir de su madriguera, a mostrarse tal cual son... se vieron obligados a quitarse el antifaz, ese que apenas ocultaba lo perverso de las facciones de su rostro y tuvimos por primera vez, la oportunidad de contemplar, sin disimulos, la verdadera esencia de su maligna naturaleza... Aquellos que hasta entonces creíamos corderos, se han metamorfoseado, mutando en auténticas fieras, perversos caníbales que nos quieren devorar vivos y lo que es más grave, en nuestro propio hogar... Su estrategia está bien definida, basada en el acoso y derribo, "el redil debe ser destruido, no ha de quedar piedra sobre piedra..." Su más enérgico enemigo y por tanto más temido son el tiempo y la reflexión; no quieren que pensemos, para que nadie pueda apreciar la realidad de su ficción...Para darse cuenta de ello, basta con observar su actitud nerviosa y desafiante, que les obliga a mostrarnos sus afilados colmillos para así intimidarnos... Esto nos viene a confirmar que ellos se saben perdedores de esta cacería infernal que unilateralmente han emprendido y donde toda manipulación vale. Tienen demasiada hambre y sed... están dispuestos a comerse, como sea, nuestra carne y manchar de sangre nuestro hogar,  por muy elevado que fuese el precio a pagar, apuntan alto, pero en el fondo les da igual que el trofeo de caza sea de mayor tamaño o tan solo una triste gallina... todo depende de la presa a la que esperan abatir sea más fácil de conseguir… Sí, para su infortunio, no consiguieran la tan ansiada "pieza mayor", no les importa en demasía,  ellos como el perro con el hueso “si es duro de abatirla, ellos tienen todo el tiempo... ¡quizás! reúnan nuevas fuerzas y vuelvan mañana a intentarlo, en el peor de los casos, siempre habrá algún “lerdo” despistado que se confíe, se salga fuera del redil… y ellos estarán allí para aprovecharse de ello.

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