Sucede
que a veces tenemos la extraña sensación de ser tan solo un títere de feria,
una vulgar marioneta, que es manejada a su antojo por una mano extraña que nos
obliga a hacer, incluso aquello, que para nada deseamos y tampoco nos apetece,
es muy difícil tener voluntad propia en este insólito mundo en que se ha
convertido la rutina de la vida diaria. Nada de las sensaciones que se perciben
nos transmiten serenidad, ni confianza, ni tranquilidad, ni encontramos el
suficiente sosiego, ni la sobriedad necesaria para analizar esa tenebrosa
sensación de sentirnos solo un vulgar objeto, fruto de una sofisticada
manipulación ¿Para cuándo desaparecerán la angustia y la sinrazón que gobierna
nuestra alma? ¿Nos dejarán alguna vez en paz? Por si alguna vez lo hiciesen,
cuando lo hagan, que no sea pagando un elevado precio por el peaje del simple
tránsito por esta “amable” vida, que no se efectué dicho pago de una manera
dolorosa e injusta, ni se trate de salir por la puerta de atrás, como vulgares
delincuentes, aún tenemos dignidad. En el transcurso de nuestra vida, es
prácticamente inevitable el encuentro con el sufrimiento, que nos es
transmitido desde el mismo día en que vemos la luz por primera vez. La mayoría
de las veces es solo dolor físico (que no es poco), pero en contadas ocasiones se trata de un
dolor de índole “metafísico” de origen
"Idiopático", que refleja sobre nosotros dudas de índole
existencial. Es por tanto, un dolor que no tiene parangón físico ¿Por qué?
Porque este dolor, de una forma incontrolada, se convierte en una pesada carga
que nos impide incluso respirar, nos da la sensación de ansiedad. El mismo
sufrimiento físico ha quedado superado por este “dolor del alma" “que
duele en lo más profundo del propio ser” y que se exterioriza con una falsa serenidad,
porque es muy difícil explicar, en la actual coyuntura económica, los
sentimientos interiores o compartir con los demás la inquietud que nos
produce... teniendo en cuenta que dentro de estas circunstancias, tan
difíciles, se nos hace cuesta arriba formular una aclaración, una
explicación que sea convincente y en la
que se nos entienda con precisión, lo que pretendemos transmitir, “si no
careces de nada" ¿de qué te quejas? Este dolor, no se puede tampoco
definir como una enfermedad mental o enfermedad psicológica… No lo es, se tiene
bien amueblada la cabeza, se sabe lo que se quiere, pero no como lograrlo… es
más bien un lamento interior, un querer y no poder… es un sentimiento con el
costoso resultado de la ineptitud, de la debilidad y de la incomprensión, es un
sentimiento por el cual el caudaloso
río interior de lágrimas, en vez
de brotar hacia el exterior, imita al Guadiana y circula interiormente fuera de
la visión de malvadas miradas, condenado a permanecer en lo oculto… buscando
desembocar en el mar de una malograda "Paz interior" que hace mucho
tiempo que desapareció y se llevó consigo todas nuestras esperanzas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario