Translate

viernes, 7 de marzo de 2014

Detrás


   Para poder hacer frente, con cierta garantía de éxito, a  los problemas que cada día trae consigo aparejados, hay que concentrarse muy bien, "se tiene que tener la mente bien amueblada y ocupando cada mueble el lugar previamente designado", no sólo como preparación para este tiempo ingrato, sino para hacer frente a cualquier inconveniente que pudiese sobrevenir y pillarnos desprevenidos. "Debemos de tener mucho cuidado al poner en marcha nuestras acciones, si estas, lo están bajo la atenta mirada de ciertos personajes considerados "poderosos o influyentes", con el único fin de ser vistos y por tanto evaluados por ellos"; si se hace con ese propósito, carecerá de mérito alguno. El verdadero mérito que se consigue al efectuar cualquier acción, consiste en hacerlas conforme a unos principios éticos ampliamente aceptados, sin olvidar que "si nuestra estrategia o metodología no es justa, ecuánime y conforme a esos principios que a su vez, se presupone que la han inspirado... no tendrá validez moral, ni justificación ética, ni tampoco tendrá ninguna razón lógica que la avale, pues habrá sido única y exclusivamente concebida solo para nuestro provecho, o bien para abultar nuestro paupérrimo e insípido currículo. La motivación que nos lleva a implicarnos se ha manifestado a lo largo de nuestra vida, quedando explícitamente expuesta en toda nuestra trayectoria y en las acciones realizadas durante todo ese tiempo, sin tener recompensa alguna, ni pensar en ello tan siquiera, sin hacerle referencia en ningún lugar, ni bajo ninguna circunstancia, ni siquiera para la promoción personal. "Cuando realicemos alguna acción que no sea para ganar alguna medalla o para que otros nos lo reconozcan y así lo tengan en cuenta". No es que se deban ocultar estas acciones, pues es bueno que se efectúen, pero nunca se debe pensar en el prestigio o la fama que se puede lograr al hacerlas, ni por supuesto desear recompensa económica por ello. En otras palabras, se debe hacer de tal modo, que ni nosotros tengamos la sensación de estar haciendo acción alguna y mucho menos esperar el elogio, el piropo o reconocimiento por parte de la sociedad. Desde siempre hemos insistido hasta la saciedad, que ayudar a los necesitados es sobretodo un deber moral de justicia social, nunca debería ser considerado como un acto de caridad. Más cuando se carece del sentido de justicia, nos lleva a negar el auxilio a cualquiera aunque legítimamente le corresponda, en virtud de ser una persona con unas necesidades apremiantes. Nunca se debería olvidar que nadie somos propietarios de los bienes que disfrutamos, sino meros administradores... A estas alturas, la vida nos ha enseñado que el auténtico servicio a los demás es aquel que no solo se limita  "dar", sino que lleva a "mostrarse" tal cual es cada uno; ofrecer nuestros conocimientos y experiencia,  ponerla al servicio del necesitado. Ese sería un verdadero gesto de justicia social. Quien lo recibe lo agradecerá, aunque sea en secreto...y la vida, de alguna manera nos lo recompensará; de eso no hay que tener ni la mínima duda. Aunque con tener la conciencia limpia y poder dormir en paz cada noche, es una más que buena recompensa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario