Siendo racionales...
Una
razón que este abrigada con un buen argumento, nos obligaría a trabajar no solo
en función de nuestro bien personal, sino que al hacerlo, sin ni siquiera
proponérnoslo, estaremos trabajando por el bien común. Lo deberíamos de hacer
con mucho respeto, sin invadir las competencias o campos exclusivos de
terceros, ósea, pisando firme nuestro terreno... eso sí, hacerlo con mucha
serenidad y seriedad, que no serios o malhumorados. Son estos, tiempos
tenebrosos, oscuros y grisáceos, pero que irónicamente representan una
oportunidad única que la vida nos regala, sin haberla tan siquiera pedido… para
así de este modo, poner en práctica esos valores que tan activamente
desde hace tanto tiempo hemos defendido. Se debería de hacer con una sonrisa
dibujada en nuestra tez, con actitud positiva, sin perder nunca la
compostura... motivada por un profundo convencimiento personal, para que seamos
capaces de transmitir esos mismos valores, pero esta vez, acompañados del
ejemplo personal. Asimismo, se debería de comenzar con sencillez, sin elevadas
pretensiones, puesto que estamos sometidos a cometer errores, igual que
cualquier otro, la diferencia viene marcada porque, de cualquier modo,
lograremos que nuestra vida se vaya lentamente transformando, que vaya
adquiriendo esa plenitud y madurez que desde siempre buscamos, para que estén
en concordancia nuestra conducta con aquellos valores que a otros, algunas
veces, tan pesadamente les exigimos. Es fundamental para nosotros, hacer
un gesto de humildad y que así sea entendido. Que nadie reconozca nuestra firma
en las acciones que ponemos en marcha, ni se sepa de que la autoría intelectual
nos pertenece, lo importante son las consecuencias derivadas de estas acciones,
nunca quien o quienes las posibilitaron… Pues somos, en esencia, igual que
cualquier otra persona, con nuestros aciertos, fracasos y debilidades… que en
cualquier momento se pueden volver contra nosotros mismos, cuál enfermedad
“autoinmune” y destructiva y transformarnos en lo contrario de lo que deseamos.
En esta época de vacas flacas abundan los que se definen como
"modelos" a imitar, quizás son demasiados... pero se les ve el
plumero, solo obran y actúan con la única y exclusiva finalidad de ser vistos,
para aumentar su “fama”. Lo de esta gentuza es pura demagogia, alimentada por
la bajeza moral de algunos otros que ejercen de “lacayos” por así llamarles,
que actúan solo para su beneficio personal o su conveniencia. Son solo
personajes secundarios, elaborados con cartón piedra, personajillos de relleno
o simples figurantes de esta opereta teatral llamada “Vida”. Esos "falsos
modelos" no pueden estimular el crecimiento personal, social, ni la
madurez de nadie. Sus actitudes y conductas son antagonistas de ello, nunca
muestran algún interés por nada, si no es para su propio beneficio, para el
crecimiento de su orgullo o en todo caso, el de su fortuna (preferentemente).
Son la antítesis de nuestros valores, el némesis de nuestra persona, nuestro
talón de Aquiles, aquellas personas por las que perderíamos "los
papeles", por lo que no sería aconsejable imitarles en su conducta, ni tan
siquiera debiera ser tolerada o consentida, pues son de esas personas que
azuzan y encabritan a todos contra todos, tiran la piedra y esconden la mano;
nunca dan la cara...pero si pueden se harán pasar por víctimas. Yo les pregunto
¿Azuzar contra quién? ¡Ay! si de verdad supiéramos quien o quienes son los
culpables de tanta desdicha ¿íbamos a permanecer con las manos cruzadas? para
nada. Pero esto no es todo, también se nos presenta otros supuestos
"modelos" de conducta, otras alternativas, nada halagüeñas, que nos
incitan a un consumismo desenfocado, a una existencia vana y vertiginosa,
alocada, debilitando el verdadero sentido de la vida. No debemos dejarnos
engañar por esos falsos "referentes", dejarles que ganen la partida,
nos harán perder de vista nuestro faro y quizás hasta lo apaguen. Ante esta
confusión, en vez de derrumbarnos, debemos de aprovecharnos de ello, para salir
fortalecidos, para engrandecer nuestra autoestima y poner por bandera nuestras
convicciones... tendremos momentos de bajón, de extrema debilidad, seguro que sí...
Pero es, en estas delicadas situaciones, donde nos reencontramos con nosotros
mismos, con nuestra verdadera esencia, con nuestro verdadero yo... Que es mucho
más fuerte de lo que recordábamos. Con esta redescubierta fortaleza, haremos
frente a cualquier desmotivación, no dejarnos vencer por ninguna situación por
inhóspita, penosa o extremadamente angustiosa que fuese... Nosotros somos más
que eso, hasta que no suceden las cosas, desconocemos cómo vamos reaccionar, ni
que apoyo tendremos de los demás, por ello la mayoría de las veces debemos de
comenzar por conocernos a nosotros mismos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario