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martes, 17 de febrero de 2015

Dulce Melodía.


  Ante el inapropiado uso de descalificaciones personales, nos parece,incluso, discordante con la actual corriente de pensamiento, creer en la utopía de unir a todos, entorno a un objetivo superior; es como, sin conocimientos musicales, tuviésemos la absurda idea de intentar interpretar con una orquesta una sinfonía un tanto agridulce...  Se pretende alcanzar con este supuesto baldío esfuerzo propiciar que los extremos se acerquen, menguando las diferencias que los dividen y alejan, exaltando las virtudes que les unen a ambos (extremos) en un mismo común denominador. Pero se da la irónica paradoja que somos esclavos del dinero y siendo esto cierto, somos como zombis, muertos en vida. Para evitarlo, deberíamos tomar el único camino que todos conocemos con certeza, en el que siempre hemos creído... porque es el único que nos lleva a metas más elevadas, por todos ansiadas... donde todos los sentimientos confluyen en un mismo lago (por antagonistas que fueren) y se vuelven a reencontrar. ¡Sí!, ¡todos ambicionamos cambiar! pero para hacerlo tenemos en primer lugar que quererlo, debemos creer en nuestra capacidad para lograrlo, creer en nosotros... Más, somos incapaces de despojarnos de los viejos clichés, salir del cómodo caparazón que nos hemos construido tan placentero,... Contemplando como se deteriora esta inusual situación que día tras día, se auto-corrompe y se sumerge, más aun si cabe, en su propia miseria. Aunque quisiéramos hacer miles de cosas nuevas para salir de esta soporífera rutina, deberíamos de ser a la vez miles de personas para poder lograrlo, sin miedo al fracaso... Algo dentro de nosotros, nos recuerda que somos incapaces de cambiar de la noche a la mañana... la ambición personal nos frena, es el principal obstáculo, somos incapaces de pensar en algo que no sea el bien propio. Desearía que todos tuviéramos fuerza suficiente para poder cambiar ese mezquino pensamiento, tan corrosivo y egocéntrico, que tanto daño nos causa y al hacerlo (eliminarlo) sería una cuestión muy provechosa para el bien común.... Estamos necesitados de escuchar palabras de apoyo y aliento, para agradecer todo el sufrimiento que hemos pasado y todo el que está por llegar… que nos demos cuenta de que no ha sido, ni será en vano. Que deje a su vez, que nazca esa dulce melodía que habita dentro de todos nosotros. Que limpie nuestra escabrosa mente y  nuestra manera de entender lo complejo de la simplicidad de la vida y así poder volver a saborear la libertad de la indecisión... Aunque estén bien señalizados los caminos, no hay nadie con el suficiente valor que se atreva a componer esa dulce balada que tanto canturreamos, cual canto de sirena que nos atrae inevitablemente hacia el auto-cataclismo... Sabemos que es improbable un cambio personal en nuestra filosofía vital, pero debemos aferrarnos a la idea de su probabilidad y seguir empecinados para hacer realidad su consecución.

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