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jueves, 16 de enero de 2014

Perdida de confianza.


 ¡Ojalá! se pudiese recuperar la inocencia perdida, esa que se fue a fuerza de continúas decepciones, a mí personalmente, se me ha agriado el carácter y se me está endureciendo el corazón, tanto que si continua en auge esta desmotivación, si sigo por este oscuro sendero, me temo mucho que me volveré insensible en poco tiempo... todo me comienza ya a dar prácticamente igual “Oriente u Occidente, Norte o Sur”... Lucho contra esa sensación, lo intento de veras insistentemente cada día, en cada pensamiento que circula por esta alocada cabeza. La respuesta no por breve, carece de relevancia, deduzco que “Somos así, porque nos incitan a serlo”, tengo las cosas cada vez más claras, además de cierto cabreo, acompañado de una creciente decepción. No debo olvidarme nunca de los motivos que han provocado su aparición. Durante un tiempo desee que no estuviese solo en este rudo camino de  sensibilizar a la sociedad, pero, quizá, me preocupaba más las formas que dotarle de contenido, me preocupaba más ir rellenando ese espacio que se iba creando, con palabras cargadas de ilusión, de esperanza, y a su vez intentar acompañarlas de acciones tangibles, con la única condición que se defendiese siempre los intereses de todos los sectores sociales, por igual. Pero me olvide que “cada cual arrima el ascua a su sardina” y como consecuencia se apagó el fuego. Estúpido de mí, que pretendía avivarle de nuevo, a pesar de estar ya extinto… Trate de recordarles aquel sentimiento inicial de unión colectiva, de advertirles que no se abandonase la senda que con tanto esfuerzo un día no muy lejano emprendimos todos juntos, pues era la dirección correcta, la única que nos conduciría con éxito a nuestro destino... pero fracase en mi intento,  no tuve credibilidad para convencerles, no se tomaron siquiera, un minuto para reflexionar sobre el tema, para analizar lo que en verdad nos convenía. Pensaron que si individualmente  o por secciones obtenían algún logro extra, solo para unos pocos, sería un mérito personal que añadirían a su currículo, una medalla, ganada con métodos poco ortodoxos, para colgarse en sus cuellos. No caían en que aquella vieja estrategia que nos aplicaban a todos nosotros, era la misma del “divide y vencerás”, hasta que al final, ocurrió lo que era previsible, nuestra desunión tuvo como consecuencia directa, la perdida de numerosos avances logrados con mucho "sudor y lágrimas". ¿Quién o quiénes son los culpables? Pensemos con serenidad en ello; sin señalar a nadie en concreto, habremos muchos culpables. Por tanto, hay que tener mucho cuidado con lo que se hace o se dice, seguro que tendrá consecuencias, incluso, se puede volver en contra nuestra… Es mejor obrar en silencio, pues confunde a nuestros opositores; evitando, a su vez, las tentaciones que ellos nos ponen en forma de pequeñas conquistas... pretenden con ellas, hacernos olvidar nuestra verdadera meta; con esas distracciones, intentan desviar nuestra atención, y si además elogian nuestro ego... pueden tranquilamente pasarnos la mano por el lomo, que estaremos a su merced, pueden hacer con nosotros lo que se les antoje o pedirnos lo que les venga en gana. Creemos obtener así, un pequeño avance social,  un gran empujón para nuestra "carrera" subir de escalafón, y en consecuencia, trataremos de rentabilizar esos nuevos afectos, las nuevas adhesiones... Ciertamente, quieren suscitar en nuestros corazones la sensación de que somos relevantes, importantes, triunfadores pero ¿de qué o de dónde viene esa importancia o ese triunfo? Que nos estén tomando el pelo, es más una certeza, que una posibilidad. Por ello no se debe olvidar el peligro que tiene confiar en la persona indebida o equivocada. Con el paso del tiempo, sin duda alguna, nos daremos cuenta de ese error. A veces, los golpes que da la vida, solo nos valen para convertirnos en una persona peor: más rácana, más desconfiada, más insensible, más pesimista, más desmotivada... Hay que ser conscientes de que decisiones erróneas, pueden provocar ese posible deterioro personal. Por ello, ahora tenemos la ocasión única e irrepetible para echar una mirada serena a todas nuestras decisiones y a las circunstancias que las rodearon, tanto para el logro de lo bueno, como para el no deseado. Hemos de tener la suficiente visión de los futuros acontecimientos y anticiparnos a posibles jugadas sucias por parte de indeseables, abrir los ojos y no dejarnos manipular. Ser cautos para descubrir en cuáles aspectos podemos obtener sólo un bien personal, parcial y en cuáles un bien común... Necesitamos tener esa auténtica capacidad de anticipación, es para muchas entidades cuestión de vida o muerte. ¡Ojalá que en nuestra mente viéramos el resultado de las decisiones que tenemos que tomar! ¡Ojala pudiésemos leer en el interior de ciertas personas!… ¡ojala! ¡Tuviéramos la suficiente confianza para creer en nosotros! Somos los únicos que podemos hacer posible un futuro distinto, hacerlo entre todos, ya que solos nos resultará del todo imposible.

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