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viernes, 10 de enero de 2014

Razones para vivir


   Contemplando la inmensidad del universo, viendo la belleza de tantas estrellas y galaxias, surge una pregunta de índole existencialista que nos corroe la mente con demasiada frecuencia ¿Qué hago yo aquí? ¿Qué sentido tiene mi vida? A veces, tenemos la sensación de estar viviendo un sueño, sobre todo cuando nos pasan cosas “buenas”, pero la mayoría de las veces ese sueño se torna en “pesadilla”, en la que estamos atrapados, tenemos la sensación de inmovilidad, nos resulta imposible salir, despertarnos, somos prisioneros en la cárcel de nuestro propio cuerpo… El grado de impotencia es tal, que aunque quisiéramos despertar, no lo conseguimos y si fuese por nuestra voluntad, despertaríamos e intentaríamos de acabar con todo de un certero plumazo… Pero como he dicho antes, siempre hay dulces sueños… debemos de recordar que aquí solo se está de paso… que solo tenemos tres días y eso contando con que nos “presten” uno de absuelto.  ¿Cómo podríamos dar sentido a nuestra vida? ¿Qué podemos hacer para desterrar esa horrorosa sensación de vacío, de inutilidad…? ¿Quién no se siente o se ha sentido al menos una sola vez en estado depresivo? Si no tenemos alguna razón fuerte que nos motive para vivir, la vida no merecerá la pena… A menudo renegamos de ella, ante la incertidumbre imperante, a nadie les preocupa nuestro estado emocional, nadie nos estimula, ni nos dan ánimos, no recibimos una respuesta convincente, o no la obtenemos de aquella persona de la que deseamos escuchar sus consejos fervientemente... no sabemos cómo innovar en nuestra vida y darle algún sentido positivo,  para que deje de ser tan cansina, repetitiva hasta la saciedad y aburrida en exceso. Querernos saberlo de ella todo, aprenderlo todo, eso no supondrá para nosotros ningún obstáculo, ni nada novedoso o indeseable, todo lo contrario, pues según se dice “no te acostaras sin aprender una cosa nueva cada día”.  Pero en ciertas ocasiones, cuando nuestro estado de ánimo se sobre-excita, cuando nos colma la euforia… de la misma ansiedad que nos da, queremos compartir con el mundo esa inmensa alegría, tanta que no nos cabe en el pecho… Queremos transmitir el sentido positivo que tiene el simple hecho de vivir, y hacerlo ahora mismo, nos sentimos felices, sin tener ningún motivo especial que explique ese estado de ánimo, solo por existir….Debemos tener en cuenta que todos somos necesarios, eso lo damos por sentado: a pesar de nuestras carencias,  a pesar de nuestras diferencias, a pesar de nuestras deficiencias; pero asimismo, se debe recordar que nadie somos imprescindibles. Ayudémonos para comprenderlo, para creerlo; ayudémonos a descubrir las necesidades que tenemos los unos de los otros, de vivir en sociedad, de ofrecer nuestra ayuda a todos sin excepción, pero  que sea sincera. Que nos acepten tal como somos, igual que les aceptaremos tal como son… aprendamos  a valorarnos mutuamente. El verdadero deseo de todas las personas es sentirse útiles,  de ahí ese empeño en ayudar a los demás, por ello la necesidad de que así se le reconozca. Debiera de ser buscando únicamente el bienestar de otro, sin ninguna intención oculta, sin letra pequeña y ello supondrá para nosotros el hecho singular de hallar nuestra propia identidad. Vale la pena, que al finalizar cada día, antes de entregarnos en los brazos de Morfeo, hacer un pequeño pero intenso examen de conciencia: si hemos logrado objetivos, si hemos avanzado, valorar si ha habido algún aspecto o actitud negativa o no tan satisfactoria como cabía esperar, en definitiva lo que se pueda mejorar; seguro que si lo habrá. Haremos el propósito que al día siguiente lo haremos mejor, nos convenceremos que ello es posible… recordaremos la letra de aquella canción del musical Annie “seguro que mañana sale el sol, pase lo que pase, sale el sol”.  Ese debe ser nuestro propósito al iniciar un nuevo día. Que la ilusión con la que comenzamos el día, haga posible que “rebose” nuestro ser y nos lleve hacia la anhelada perfección y para conseguirla se ha de pasar inexorablemente por el sendero de la humildad, que nos transformará en mejores personas para que podamos compartir nuestro futuro, el mismo que hoy estamos creando, con los demás, que nos otorgue sus codiciados frutos, que serán penas unas veces, alegrías en otras… pero teniendo la certeza que ese es el único camino, pues solo así, avanzaremos todos juntos, Lo que nos aguarde será igual para todos, pero nacerán bellos sentimientos entre nosotros: paz, alegría, paciencia para sobrellevarnos, afabilidad, simpatía entre nosotros, asimismo, la bondad de la compresión, habrá fidelidad de los unos hacia los otros… y sobre todo lograremos ser mejores personas, las que siempre hemos querido ser, teniendo esta vez sí, una poderosa razón para seguir hacia delante y no abandonar el barco, hasta que no se llegue al destino.

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