Translate

viernes, 13 de diciembre de 2013

Motivos para la Conmoción personal


  En algunas ocasiones debiéramos conmovernos y lanzar un suspiro, no de alivio sino de indignación… En esta sociedad moderna se peca demasiadas veces de impaciencia o nos domina el inconformismo exorbitado, pero siempre pecaremos de ser unos desagradecidos. Nos creemos merecedores de todo derecho, pero carentes de toda responsabilidad, que nos lo deben servir en bandeja, sin causarnos a nosotros ningún trastorno, vamos sin despeinarnos, sin preocupaciones... y a pesar de ello nunca estaremos contentos ni satisfechos; nos quejamos, la mayoría de las veces de “vicio” e incluso nos atreveremos a exigir responsabilidad a quien creamos que no ha cumplido, lo que estimamos, su obligación. Le abroncaremos, le echaremos toda la culpa de nuestros males. Hasta que digan basta, hasta que les hastiemos con nuestra actitud egoísta, no vale solo con observarles, hay que agradecérselo, su actitud es la propia de las personas de bien, ¿y la nuestra? Sus ilusiones se incrementan ahora por esta época, por Navidad. ¿Hemos pensado alguna vez en ellos? y nos hemos preguntado ¿Y Porque?; ¿nos lo merecemos acaso? ¿No será que nos quejamos demasiado para encubrir la ausencia de estímulos propios? La ayuda que nos ofrecen es incondicional, fluye al encuentro del necesitado, pero no para que se lo agradezca, no es esa su motivación, tras ella se esconde todos unos valores y una manera de interpretar la vida. Algunos tenemos miedo de dar el primer paso, a otros, incluso, les molesta que existan personas dispuestas a dar ese primer paso, a ofrecer esa ayuda. ¿A qué grupo pertenecemos nosotros? Podemos ser indecisos, pero ¿Por qué rehuimos? ¿Por qué esta falta de compromiso? La única explicación aceptable es por ceguera. Por tanto, hagámonos un pequeño favor personal, para que nos podamos sentir, actuar, entender, definir como personas… y así lograr al menos intentar socorrer a los más necesitados. Cuando las personas nos proponemos alguna meta, no existe obstáculos que nos haga tropezar, así mismo, no habrá excusas o falsas justificaciones. No se debe culpar a nadie en particular, por nuestra inacción, todos somos culpables, todos somos inocentes; pero no por ello debemos aferrarnos a seguir con la misma actitud, ósea igual. La pobreza por muy extrema que sea, nos reprocha a nadie nada. ¡Todo lo contrario! carga sobre si sus necesidades, toda nuestra dejadez, como si fuesen culpables de ser pobres. Entonces, ¿Por qué le tenemos tanto miedo?; ¿de verdad creemos que nos vamos a justificar con excusas tontas? La entrega a la ayuda a los demás es la verdadera señal de humildad, aprendamos a vivir a través de ella, sin miramientos, pero con sumo cuidado de no ser tomados por idiotas, el ser humilde no es sinónimo de idiota y habrá que dejarlo claro desde el principio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario