Estamos
viviendo los últimos minutos del asimismo último día del año. Nos encontramos
con una difícil mezcla de sentimientos y sensaciones, a veces incluso
contradictorias, truenan ya en nuestros oídos los petardos, en nuestros
corazones resuenan tibiamente las voces y recuerdo de quienes nos dejaron en
este año que acaba, se suele incrementar inmensurablemente en esta fecha. Es
como si hiciésemos balance de los diferentes momentos vividos, y de aquellos
que hubiésemos querido vivir, todo pasa por nuestra mente y se hacen particularmente presentes en nuestra memoria.
El recuerdo nos puede ayudar para elegir como hemos de comenzar el nuevo año,
si con esperanzas, con buenos deseos o prisioneros del pasado. Al efectuar el
balance del año, hay que tener muy presente cada día vivido en la dulce armonía
que nos proporciona la compañía de familia, amigos de todos nuestros seres
queridos, es el mejor don que hemos recibido. Por eso, sea cual sea el resultado
del análisis que hoy realizamos, hemos de agradecer cada minuto que hemos
pasado junto a ellos durante este año que finaliza. Pero si solo damos la
gracia nuestra dicha no es completa. Estamos necesitados los unos de los otros.
Por eso, hoy nos debemos de acordar de todos aquellos que viven en la soledad,
bien por su propio deseo o porque las circunstancias les obligan, para ellos
tendremos algo más que un recuerdo, les aportaremos una palabra clave en el día
de hoy que les aportara alguna esperanza “Felicidad” haciendo hincapié en que
debemos ser más humildes, evitar derroches innecesarios, pensando que no todo
el mundo goza de esa felicidad que tanto deseamos hoy cuando suene las doce
campanadas. Para ello se pone a nuestro alcance un instrumento único que todos
tenemos a nuestro alcance. Para ello debemos abrir nuestras puertas de par en
par, dejar que entre la verdadera paz y armonía en nuestras vidas, en todos nuestros
proyectos, en las acciones que llenan nuestra diaria rutina. ¿Hasta qué punto
hemos permitido que la verdad fluya en nosotros? Debemos dejarnos cuestionar por ella, dejar que esos deseos de felicidad iluminen
nuestros pensamientos y se conviertan en más que una formalidad que se expresa
en año nuevo, debe impregnarnos ese deseo desde lo más íntimo de nuestro ser,
hasta cualquier actuación de índole social o laboral. ¡Que nuestras acciones se
avengan con nuestros deseos! Por ello la felicidad siempre es y será algo más
que un deseo, es una legítima aspiración que todos tenemos y al menos durante
unos minutos todos compartimos. Feliz año 2014
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