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sábado, 7 de diciembre de 2013

Recordar es volver a vivir



   Cuando ya llevamos un tiempo advirtiendo de la pobreza y desesperación, de la falta de motivación para combatirla. Hemos verificado que una de las principales virtudes que se debe de mantener es la esperanza. Pero no mantenerla de una forma pasiva, “nadie va a llegar llamando a nuestra puerta con la solución para nuestros males” debemos movernos nosotros y no estar como quien espera a que pase el tren, y si ya ha pasado ¿Qué? Nuestra esperanza debe estar más activa, que se aprecie que nos movemos con disposición, poniendo por nuestra parte toda “la carne en el asador”, si así fuese preciso. Lo que sea necesario para que podamos renacer, cual ave fénix, de nuestras cenizas, que brille esa confianza, que aún conservamos en la humanidad, de nuevo en nuestros cansados y sufridos corazones. Pero hemos de tener mucho cuidado de no caer en el conformismo, obtener solo pan para hoy y callarnos  ¿y para mañana? ¿Quién esperamos que nos lo de?, debemos comenzar por descubrir qué es lo que específicamente la sociedad espera de nosotros. También nosotros, los que no tenemos carencias, estamos llamados a predicar con el ejemplo, seguir en el camino de la justicia, aunque estemos de ella saciados, satisfechos…. Ojalá que, aún en esas condiciones de ventaja, sigamos escuchando la voz de los que piden justicia social y quieren ser reparados por ella, son en la actualidad “la voz que clama desde el desierto” por ello no debemos olvidarles, nuestro camino ha sido y es ése, sigámoslo pues. Teniendo en cuenta que siguiendo cada uno su senda, más pronto que tarde se volverán a cruzar nuestros caminos, en un punto común para todos. Hemos de confiar que nosotros, seamos capaces de superar los obstáculos, en las muy diversas circunstancias que se nos pueden presentar a nosotros o a nuestro entorno (buenas o malas), debemos de responder con la suficiente convicción de querer poner fin a esas dificultades…seguir siendo fieles a la vocación de servir a los demás, nuestra misión será de dar esperanza, aliviar en la medida de lo posible los males que acarrean consigo esta crisis. Esta situación requiere de nosotros que seamos paladines de los más necesitados, que nos enfrentemos con aplomo a la situaciones de exclusión social, sea por los motivos que fuesen: por paro, por dependencia, por discapacidad, por enfermedad, por drogas…etc. En estas fechas tan señaladas que se avecinan, también encontramos mucha gente desorientada que no sabe dónde acudir para prestar su ayuda y a otra mucha desesperada, porque desconocen donde acudir para que le ayuden… Algunas de ellas se sentirán, así mismo, avergonzadas porque hasta hace, como quien dice, dos días vivían en la opulencia y ahora, por causas ajenas a ellos, por esta crisis, se ven en la miseria. Pero ser pobre no es una deshonra, ni pedir ayuda te hace merecedor de ningún calificativo de menosprecio, no eres peor persona… todos estamos necesitados, cada cual de cosas diferentes… Se tiene sed de justicia, hambre de solidaridad, de respeto, de paz, de confianza… Debemos alzar la voz, no solo por nosotros, sino por todos los que carecen de lo más básico, ser nosotros sus portavoces. Es esta una misión de todos y por todos. Si somos conocedores de las flaquezas y sabemos donde existe más miseria y necesidad, apoyemos a toda persona que se implica en su erradicación, con nuestra presencia constante, con lo que fuese menester… que no se sientan nunca solos, abandonados y estemos todos contentos de compartir lo poco o mucho que tenemos, pues según se dice “las penas en compañía son menos dolorosas” a ver si es verdad y todos nos transformamos en copartícipes de la eliminación de los prejuicios que existe sobre determinados sectores sociales y con nuestra actitud colaboramos para la plena inclusión e integración social.

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