Llevo
tiempo diciendo que no debemos ser rencorosos, por muy grave que fuese la
afrenta, debemos aprender a perdonar. Es preciso que recordemos que no debemos ser
jueces de nadie, hemos de respetar cualquier opinión, cualquier acción, que no
sea delictiva, si es así, que se encargue quien o quienes les correspondan. En
nuestra actitud hay, como norma general, un doble rasero, una doble moral, la
que nos auto aplicamos, y la que exigimos a los demás. No se debe juzgar a ninguna
persona por que ignoramos cual o cuales son los motivos que tiene para obrar de
determinado modo o manera. Las personas somos, continuamente, objetos de crítica,
todo es mejorable… siempre hay al menos dos caminos distintos de llegar a un
mismo destino. Nosotros, pues, hemos de estar siempre dispuestos a admitir que
el nuestro no sea el más correcto o corto, acoger las ideas nuevas, pero ello
no quita que rechacemos aquellos actos contrarios a la lógica. A través del análisis
conciso, minucioso, tenemos la oportunidad de valorar cualquier idea o camino
que se proponga. La respuesta al mismo dependerá de su viabilidad, de los
objetivos propuestos…etc. La recuperación de la “visión” y la reconciliación ha
de conducirnos por un mismo camino, una misma meta. ¡Estamos llamados a compartir
un mismo destino, un mismo futuro! Preguntémonos si nos damos cuenta de
la grandeza de nuestras decisiones, si nosotros estamos en el buen camino o si
sencillamente, estamos errados. Y, finalmente, debemos proclamar la reconciliación
entre todos, los caminos no son ni buenos, ni malos, hay que andarlos. Todos
juntos lo lograremos, será más fácil... Por separado, ninguno completara la
etapa sin pagar un alto peaje. Que esta actitud, que se pretende humilde, nos
ayude a visualizar la solución, pero que en ella no existan ni
ganadores, ni mucho menos perdedores, pues si ganamos lo hacemos todos, pero si
perdemos, lo haremos todos de igual manera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario