“Si
alguna vez no te dan la sonrisa esperada, se generoso y dale la tuya…” Estas
palabras del Dalai Lama, tienen un sentido que sobrepasa el contexto en que se
pronuncian y dice más de lo que aparenta, son palabras muy profundas y con una
rotundidad clara, Pero además, estas
palabras siempre estarán de plena actualidad. Son palabras reflexivas porque son
un consejo práctico. Pobre es quien no puede ofrecer una sonrisa sencilla y
pura, no forzada, solo con la intención de agradar. Y, son actuales porque la
sonrisa denota el estado del alma. La sonrisa que se nos ofrece, hemos de
recibirla no como una costumbre, unos buenos modales, sino como un gesto que
tiene un poder transformador en nosotros. No solo transforma nuestro exterior,
la imagen que proyectamos… sino, también, lo más profundo de nuestro corazón. La
sonrisa es una fuente inextinguible de amistad, de buena predisposición. Por
eso, cada día, cuando ponemos los pies fuera de la cama, hemos de esbozar una
sonrisa, como gesto de agradecimiento por disponer de un día más. Ahora bien,
para que la sonrisa sea eficaz en todos y cada uno, hay que desprenderse de
todo prejuicio, de todo sentimiento perverso. Eso es lo que debemos comprender,
porque una sonrisa verdadera lo dice todo de nosotros. Siempre que veamos a
alguien que nos dedica una amplia sonrisa, a pesar de ser retóricos y
reiterativos…Vemos el más bello, quizá, de los gestos que cualquier persona nos
puede ofrecer, entonces, por qué no devolvérsela con la misma sencillez con la que
nos la han ofrecido, “porque nadie tiene tanta necesidad de una sonrisa, como
aquel que no sabe sonreír a los demás”
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