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domingo, 1 de septiembre de 2013

Cuestión de conciencia


   Cuando tu ayuda sea requerida por alguien, no des un paso atrás, no te pongas en el último lugar de la fila, si tu auxilio ha sido requerido en primer lugar… por alguna razón especial será. Sabemos que a nadie le gusta ser los primeros en casi nada. En los actos, sean públicos o privados, deseamos pasar desapercibidos en las tertulias, incluso en nuestra propia casa, hablar solamente lo preciso, por aquello de “Más vale callar y que se sospeche que somos estúpidos…que abrir la boca y confirmarlo…”Nosotros nos conocemos, sabemos de nuestra predisposición a sobrevalorarnos, por engreimiento, o todavía peor, por un orgullo mal llevado. ¡Queremos ser laureados con honores!, pero ¿qué méritos tenemos para ello?  Acaso no sabemos que, en efecto, hay personas con más méritos que nosotros y sin embargo no presumen de ello. No se trata, pues, de facilitar la ayuda de manera esporádica y automática, sino del compromiso que asumimos para con los necesitados, no solo una vez, sino para el resto de nuestra vida. No debemos de pasar por ser los más dispuestos, los más significativos, los que tienen más virtudes, los que están cargados de razón; exigencia, que por otro lado, refleja una visión ensimismada de nosotros mismos y las razones que nos impulsan a ofrecer nuestra ayuda y apoyo. De hecho, estas acciones humanitarias nos llevan con su práctica  a poseer una humildad perfecta, que consistirá en no prejuzgar a los que nos piden ayuda, y a tomar conocimiento de la insignificancia propia en el contexto global de este mundo llamado tierra.  Entonces, ¿Qué se nos propone? porque, si bien ignoramos el escenario económico de las personas con más necesidades, sabemos que nosotros somos una parte de la solución de sus problemas, no el todo… solo una pequeñísima parte. Por tanto, situarnos en su lugar es intentar conocer sus penurias y ver cuál ha de ser nuestra función en la solución de sus problemas,  En esta misma línea de pensamiento, se nos invita a ponernos con toda humildad al lado de los menesterosos: pobres, personas con discapacidad, desahuciados, enfermos, excluidos sociales…etc. E igualarnos con ellos, intentando ser los primeros en superar toda desgana o vergüenza por ofrecer nuestra ayuda y así compartir humanidad y humildad con ellos y ellos para con nosotros.

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