La libertad es un concepto abstracto de difícil
definición; en principio, está vinculada a la facultad que posee todo ser vivo
para llevar a cabo una acción de acuerdo a su propia voluntad.
¿Quién nos da ejemplo de libertad? Constantemente hablamos del tema. Pero, a
diferencia de lo que nos aseguran, ¿se vive y se goza de esa “libertad”?, es tan
solo una palabra, que ha hecho derramar tanta sangre… tan prostituida que ya se
ignora su verdadero significado. La libertad está asociada y adherida a la condición de la
persona. Se puede decir con absoluta rotundidad que nadie puede hacer nada por
sí mismo, si no goza del apoyo de los demás, al menos de la mayoría. La
libertad no se impone, pero se necesita, nos hace regocijarnos con la profundidad
de la vida. Tiene una fuerza creadora y
regeneradora del alma, Más aún, constituye
el elemento principal, los cimientos de nuestra personalidad, restablece
definitivamente la fuerza interior y nos da la ansiada confianza en sí mismo,
que tanto necesitamos. Devuelve su vida a quien por razones ideológicas “estaba
débil o muerto”. Libertad… solo pronunciar la palabra que hace “sanar” nuestros
temores, mata la desilusión, la falta de esperanza…. Esto es un claro signo del
amor propio que el ser humano siente hacia si…hacia los demás, hacia todas las criaturas.
Un ser libre no está atado a la voluntad de otros de forma restrictiva.
La libertad garantiza el respeto por la voluntad individual e implica que cada
uno debe hacerse responsable de sus actos. Se conoce como libertinaje al abuso de la libertad en términos absolutos
y egoístas “Libertad solo para mí”, lo cual lleva inevitablemente al descontrol personal y social, al abuso del poder.
Esto deja en evidencia un tema muy personal: “no existe la libertad absoluta”.
Al respecto, existen diversas opiniones, pero ninguna puede asegurar con
certeza el hecho de mantener vigentes nuestros principios morales y éticos al mismo tiempo que rompamos con
nuestras barreras invisibles y actuemos con total soltura a cada paso. En estas reglas,
inventadas por nosotros, reside la razón (por muchos irrebatible) de poner unos
límites a la libertad. En las nuevas leyes deben imperar la libertad,
individual y colectiva. Debemos ponernos manos a la obra, y no dotarnos de ningún
descanso… que dejara “inactivo” este derecho, incluso, para hacer la rutina diaria. Entonces, la libertad y la
acción conjuntadas son la clave para hoy. Libertad y acción conjuntadas a las formas
y costumbres de la mayoría, respetando las minorías… Aquello de “no desees para
otros lo que no quieres para ti” Este ha de ser el único límite que nos
condicione, pues si anulamos la libertad de otros, estaremos anulando la
nuestra y ya no tendría ningún sentido. No gozamos de libertad absoluta porque
preferimos la comodidad que nos facilita que alguien nos organice la vida y nos
resguarde. Los seres humanos confiamos, ante cualquier tipo de situaciones, en
un sistema que nos garantice el pleno ejercicio de la libertad, es de justicia, Pero a ese mismo sistema le criticamos
negativamente cuando se la garantiza a otros, que pensamos que no la deben de poseer.
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