No
es la primera ocasión que aparece ante nosotros la mentira y la manipulación,
es decir, algo que nos distraiga de la realidad. Asombra que a estas alturas
aun creamos en el cuento de “la lechera” y creamos todo lo que nos relatan, porque,
al igual que el “famoso” cuento, acabe por derramarse toda la leche y se rompa,
como le ocurrió al cántaro, todos nuestros sueños e ilusiones, eso sí, dejándonos
muy irritados, enojados y molestos, porque esos sueños nos otorgaban cierta
tranquilidad, una vana esperanza. ¡Tantas veces nos han mentido! que resulta
muy difícil otorgar cierto grado de credibilidad a estos “fuleros profesionales”.
También nosotros, aunque carezca de importancia y por lo tanto se ignore,
pensamos… nos preocupa lo que acontece en nuestro hábitat, pues, si bien, hemos
estado algo “relajados“ durante el estío y hace mucho que no dedicamos un tiempo
a la reflexión; no significa que estemos desinformados, o que nos hubiésemos “idiotizado”
durante el periodo vacacional…No nos avergonzamos de haber “descuidado” nuestra
habitual función, que a pesar de ser voluntaria, es aún más precisa en estos
tiempos que corren, pero necesitamos el descanso, a quien no se haya podido ayudar
u orientar durante este periodo, sencillamente tengo que pedirle perdón... pero
por otro lado, no es a mí a quien corresponde dar la solución, que ha venir por
otros itinerarios, pues son otros los
que han asumido y tienen esa competencia y por tanto la obligación. Yo,
modestamente, pongo mi granito, pero no se puede olvidar que es solo eso. Si la ayuda o consejo no llega de donde debe,
hay un diagnóstico claro y evidente para esto, se llama “atonía”, falta de empatía,
desconocimiento de las angustias que se
sufren, carecer de interés y curiosidad por
el estado anímico y económico de los demás, pereza hacia las cosas que no son
propias, cansancio, desanimo o ganas de dejarlo todo… Pero hay un antídoto:
dejar de mirarse a uno mismo (egocentrismo) y ponerse de una vez manos a la
obra. Hacer el compromiso de dedicarnos a aquello a lo que nos hemos
comprometido, pensar, aunque solo sea un rato cada día, en todos. Aprender a
mirar la vida de otro modo y a escuchar las demandas de la gente, sin hacerles
falsas promesas. Hacer realidad los compromisos adquiridos, efectuar el propósito
de vencer al egoísmo, que tenemos enquistado en nuestro ser. Dar un una pequeño
paso cada día, pero hacia delante, por el bien nuestro, por el bien de los
otros… (a eso se le llama solidaridad). Hacer el pequeño-gran compromiso de
vivir cada día en coherencia con nuestros principios o ética, hacer del mundo
un lugar algo más sano, por lo menos intentarlo.
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