Cuando
se tergiversan unas palabras que son expresadas con una claridad meridiana y sin margen para la duda, sencillamente,
no se sabe cómo definir a las personas que malinterpretan lo que leen o escuchan. Se nos dice que en la vida hay un tiempo para cada
asunto, y dentro de ese tiempo esta el que se debiera dedicar para el desarrollo personal. Eso es, lo
que a algunas personas les falta, la misma persona que nos censura… algunas veces
lo hace por pura ignorancia, eso se ve en sus comentarios. De que no se puede agradar a todos, es lo lógico, de la misma manera tampoco intentamos complacerles. Nos expresamos con
toda sencillez, quizá demasiado claro, quizá también, en temas o cuestiones que
no nos competen… Pero es nuestro punto de vista y se tiene (o eso se supone) derecho a la libertad de expresión. Pero vemos que, los que ponen trabas son siempre los mismos, más hay que darle tiempo al tiempo y este se encargara
de poner a cada cual en su sitio, ni más arriba… ni más abajo del lugar que le
corresponde. ¿Se puede acaso dudar de
ello? Todo tiene su momento; a cada cerdo le llegara su San Martín, por ello la certeza de la afirmación "hay un tiempo para cada cuestión". Estas palabras dichas así
con simpleza, no son precisamente optimistas, al menos en apariencia, pareciera más propias del "Conde de Montecristo" expresadas en su cautiverio en el "castillo de If". Y
seguramente muchos de nosotros coincidiremos que es así, pues lo podemos
constatar con nuestra propia experiencia. La equivocación radica en creer que
solo los eruditos, los muy estudiados… pueden opinar, manifestar sus
inquietudes, aportar soluciones “¿Quién se creerá que es para…? Son expresiones
que se escuchan entre murmuraciones y calificativos
expresados con demasiada maleficencia, con excesiva maldad y quizá, con mucha envidia. Nosotros sabemos quién
somos, y de donde venimos y el tiempo, trabajo, esfuerzo y dinero que nos ha costado adquirir la “facilidad de expresión, el conocimiento de
diferentes materias”, a parte de haber agudizado los sentidos. Mientras otros se dedicaban a cantar… como "la cigarra", otros se dedicaban al estudio y
a prepararse para un “nuevo futuro”. Si hoy podemos gozar de unos momentos de relativa calma, que no es en realidad tanta, es debido al esfuerzo personal, por ello hay que aprovecharla.
Seguramente ya nos vienen de camino momentos muy duros y desagradables. Lo que marque
la diferencia es que, estemos, en cierta manera, preparados o no. El ansia de
adquirir conocimientos la debemos tener siempre, y por tanto, la libertad de conciencia. Y es esto lo que no hacen, precisamente, quienes se instalan en la comodidad y derivan sus problemas a otros, a ver si con un
poco de suerte pasa “el chaparrón” y, quizá les coja resguardados o "bajo techo ajeno". Pero no se
puede confiar en la suerte, en que aparezca ese trébol de cuatro hojas, se debe
colaborar por duro que parezca y suene, y las mismas fuerzas que se desperdician
en la crítica o censura… aplicarlas para obtener la solución, que casi siempre
se logra a base de estudio y preparación para cualquier eventualidad que
pudiese sobrevenir. Sobre todo, deben de procurar no censurar aquello que se
desconoce, primero saber de qué se habla y después proponer alternativas, que
es en definitiva como avanzan las sociedades modernas.
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