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sábado, 31 de agosto de 2013

confusiones en las acciones


   Para ser una buena persona no es preciso hacer algo excepcional, hay que confiar en que todas las personas interactúan de buen corazón, pero no por ello, pecar de ignorancia. Todos nacemos con distintas capacidades, a unos se les dan bien unas cosas y a otros otras…pero debemos de descubrirlas. En un principio nos deben de guiar y potenciar todo aquello en lo que más destaquemos, sin olvidar el aprendizaje de nuestra cultura y arte, debemos conocer de dónde venimos y que de bueno o malo se ha hecho durante las anteriores generaciones, más que nada para aprender de los errores y no volverlos a cometer. Nada debe de interponerse en este objetivo, ni siquiera la pobreza. El hecho de nacer pobre no es sinónimo de malaje, ni de carecer de todo derecho, sino más bien al contrario. El mensaje de esta necesidad sigue poseyendo una gran actualidad, cada vez mayor. La separación progresiva entre las clases sociales es mala, se va aumentando la considerable distancia entre ricos y pobres, cuando se debería de caminar en sentido contrario. Sin embargo, esa mentalidad progresista esconde un posible efecto secundario, peligroso si lo interpretan algunos "exaltados" “Tomarse la justicia por su mano”, a pesar de que la causa pudiera ser, en principio, justa, no así las formas, se les debe reprochar esta actitud con gran severidad, eso sí, sin exceso de celo, por pura lógica. Corremos el peligro de malinterpretar las necesidades y reducir la eficacia de las justas reivindicaciones, cambiarlas totalmente de contexto. La propiedad privada debe ser respetada y la legalidad también, no puede quedar en unas mera declaración de intenciones, estériles por otro lado. Hemos de afirmarlo con valentía y a riesgo de dar una imagen equivocada de nosotros mismos ante nuestro ámbito social o profesional, proclamando esa verdad con nuestras palabras y acciones. Hay caminos para reclamar la justicia social, pero estos caminos no deberían de pasar nunca por el hurto, por convertir a personas necesitadas en cómplices, en vulgares ladrones. La culpabilidad es sin duda de quien maneja a estas conciencias a su antojo, para auto-demostrarse el poder de convocatoria que goza ¡Claro el esta aforado y con un buen sueldo! Así cualquiera... El derecho a la educación se tiene por justicia, no por la fuerza, no con robos, se tenga o no razón, que se pierde por estos hechos, más propios de Alí Baba y los cuarenta ladrones.

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