La
vida me ha hecho cambiar los sentimientos con los que me relaciono con mi
entorno. El amor más ferviente que proceso es sin duda hacia mi familia más
cercana, destacando como no podía ser de otra forma a mi compañera de viaje, mi
mujer. Es para con ellos mi dedicación y ellos son mi consuelo. Pero también ocupan
un lugar muy destacado aquellos hacia los que muy pocos prestan su atención,
aquellos que no pueden llegar al lugar donde todo el mundo llega “las personas
con discapacidad” y más en concreto las personas con discapacidad intelectual y las
que tienen algún problema cognitivo y síndrome de Down. Se perfectamente que están
protegidos por sus Padres y familiares. Mas yo tengo predilección por estas
personas, me emociona el solo hecho de mencionarlas, pero hoy todavía no nos
damos cuenta, que aparte de la protección de sus padres o familiares, también necesitan
del apoyo de la sociedad, de su entorno más cercano, Esto que no es una
obligación para nadie, pero si debiera de ser un valor social añadido. Por tanto, debemos
entender que aquello que se minusvalora, no es tanto "ser persona con
discapacidad", sino "hacerle sentir excluido “cuando debería ser parte
de nuestras vidas. Por esto, habríamos de entender nuestra responsabilidad en
este proceso de integración, de empequeñecernos nosotros y hacerlos a ellos
grandes, pues son grandes en generosidad, grandes en amor y respeto. No se
trata tanto de tratarlos como a pequeños, es más sencillo que todo eso… Ellos están
limitados o con menos capacidades que cualquiera de los denominados “normales”
¿eso les hace menos personas? ¿Tienen menos derechos?, Debemos de saber
prescindir de los delirios de grandeza y aprender a mantenernos en el nivel de
los más humildes y sencillos, por ese camino ando o intento andar. La verdadera importancia de lo
que podemos hacer cada uno está en asemejarnos (aunque solo sea un momento) a cualquiera
de estas personas, tratar de comprenderlos, ver sus dificultades, los obstáculos
físicos y psíquicos a los que se enfrentan a diario… Para terminar, la reflexión
de hoy. Existen, y muy junto a nosotros, estas "personas" que las
tenemos más abandonadas de lo que deberíamos, que no hacemos por ellos todo lo
que está en nuestras manos. Ellos no se sienten socialmente abandonados ¿pero
es así?¿están integrados o abandonados?. Cuando aparecen en nuestras vidas y ellos nos encuentran, se alegran
porque se sienten integrados, parte de un todo, Quizá, si convencemos a quienes
nos rodean de la bondad de estas personas, de que hay que hacer algo por ellos…entonces
seríamos capaces de ver la verdadera naturaleza de la humanidad. Y ellos aprenderán
que no han de desconfiar de la sociedad. No debemos de desfallecer al ayudar a
los que se encuentran en riesgo de exclusión, quizá es poco lo que podemos
hacer, pero es un paso, un comienzo… que como te dé el “gusanillo” nunca
pararas.
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