Translate

miércoles, 7 de agosto de 2013

In crescendo



   A menudo escuchamos expresiones como “ya no puedo más, me fallan las fuerzas”, y lo dicen personas que hasta hace bien poco, las creíamos fuertes y con poderío. Piden nuestra ayuda, nos piden consejo, tienen necesidad de lo más básico.  Bajo su óptica, ven el mundo en negativo, les fallo la esperanza. Ellos que hasta hace poco pertenecían a una burguesía en auge, a una clase en cierta manera privilegiada, ganaban el dinero con facilidad, mucho dinero, pero con la misma facilidad que les llegaba, se les iba de las manos, lo derrochaban, hacían ostentaciones de “nuevos ricos”….Pero con la crisis, todo se les acabo, lo perdieron todo: casas, coches, trabajo, amigos e incluso la propia familia, por perder perdieron hasta la dignidad… rebajándose a hacer “cosas” que hasta ese mismo momento, ni se planteaban de realizar. Cavaron su propio pozo y ahora les es imposible de salir de él. Su pensamiento ronda en el convencimiento de que cualquier tiempo pasado fue mejor… y que ahora estamos en una etapa difícil, dura y sin salida digna para nadie. Cada día como el anterior, no hay nada nuevo que decir, ni tampoco nada nuevo por hacer. Evidentemente, se trata de personas que, en su mayoría, han vivido la llamada “dolce vita”, no es que nadie les haya regalado nada, no es que hayan vivido por encima de sus posibilidades, simplemente vivian su propio cuento en "wonderland"… es que han sido víctimas, como tantos otros, de esta estafa llamada crisis o recesión. Ven con un cierto tono de tristeza que el mundo ha cambiado tanto, desde ese inicio de la crisis, que quizás vivían antes en un espejismo, y notan que ellos no se han sabido adaptar a estas nuevas condiciones. Esta experiencia nueva y desconocida hasta ahora para ellos, les deja perplejos y sin capacidad de reacción cuando, de hecho, quizás están a las puertas de una nueva oportunidad que les conviene aprovechar, pero no la ven. Debemos nosotros, de pensar en aquellas madres que piden comida y vestido para sus hijos, a ellos que nunca les falto de nada, ahora no tienen ni para cubrir las necesidades vitales. El techo que les cubre es el de algún familiar, posiblemente los padres o de los abuelos, que le han acogido, pues perdieron su hogar y les quedo la deuda, que se va incrementando día a día, como es sabido por todos. Nadie puede quedar sorprendido, aunque parezca que todo esto se sale de los esquemas. Es la pura realidad. No obstante, en esta realidad humana se manifiesta la humildad de las personas y la corriente de solidaridad que se canaliza hacia los más menesterosos de la sociedad. La fe en la humanidad no es patrimonio de unos cuantos, ni tampoco es propiedad de los que se creen mejores o más inteligentes ¿Cuál debería de ser nuestra actitud hacia ellos? ¿debemos negarles el pan y la sal?, o compadecernos de ellos y ayudarles a salir hacia delante. Esto último, está ocurriendo en el corazón de personas de las que no hubiéramos sospechado que serían tan solidarias, con su actitud a favor de los más necesitados, nos dan el ejemplo, se olvidan de lo que un día fueron y ven lo que ahora son... “Personas con necesidades”, por desgracia son muchas y el número va “in crescendo” ,e inversamente proporcional, los recursos disminuyendo, a un paso, que quizás, los que hoy ayudan necesitaran ser ayudados en un futuro no tan lejano. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario