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sábado, 23 de noviembre de 2013

Diseño para el futuro


  Curiosamente, siempre que se nos habla del fin de la crisis económica, las dudas nos asaltan por doquier ¿será verdad, será mentira? Depende del color…también nosotros nos cansamos de efectuar aportaciones en apariencia inútiles, que pueden parecer, incluso, fuera de lugar o formuladas a destiempo. La intención de pretender solucionar las cosas, va en muchas ocasiones  más allá de nuestros planteamientos, a veces ni eso. Los criterios que seguimos en nuestra reflexión, pueden no ser entendidos por carecer de la suficiente explicación o no estar debidamente desarrollados o ser  demasiado ambiguos… Cuando se desea que en el mundo nuevo que está forjando, todo sea diferente, todo sea distinto y cambie a mejor; los criterios serán tan diferentes, como tantas personas los formulen; habrá, sin duda, quien se auto proclame digno de diseñar en gran parte o en su totalidad el nuevo proyecto, basándose en cuestiones de representatividad, obtenida de una manera muy cuestionable y de más que dudosa legalidad. Si se parte, como se está partiendo de principios equivocados en su concepción, pues se prescinde de la opinión de la mayoría, se diseña un mundo por y para muy pocos elegidos… si es así, entonces, estaremos elaborando unas conclusiones totalmente erróneas o con grave carencia de idoneidad, un mundo efímero e injusto. Si nos comunicamos entre nosotros de una forma más eficaz y mejor planteada, se nos antojaría tan extraño el mundo que pretenden construir, que ya no tendríamos cabida en él. No se debe caer en el falso liderazgo, ni en la supremacía o prevalencia de nadie, pues todos tenemos derecho de pertenecer a esta comunidad nueva, se nos debe tener en consideración, aunque solo aportásemos una pequeñísima idea, esto es lo idóneo… no es comprensible que a causa de supuestas limitaciones, nos discriminen del ámbito de decisión o así nos lo hacen creer, argumentando nuestras numerosas imperfecciones o el desconocimiento de la realidad que nos rodea. Si damos crédito a este argumento, a la vez, propiciara e incrementara la dificultad de comunicación con nuestros círculos sociales más próximos. Pero existe un hecho incuestionable, si queremos un futuro para todos y con un destino sin envidias, sin recelos, sin excepciones, ni discriminaciones ya fuesen por idioma, nación, raza o cultura, religión, etc. Este futuro venidero se debería de construir entre todos, para que goce de un gran apoyo y aceptación.  Por ello es bueno escuchar las palabras que surgen del interior de las personas, nacidas fruto de la necesidad y de la experiencia; las más de las veces, lo hacen, pensando en las próximas generaciones, más que en la actual... que casi todos la dan por perdida, y ello, a pesar de ser la más preparada de todas las habidas hasta la actualidad. Cuestión en la que, si se me permite, discrepo, pues es esta nueva  generación y no otra, la encargada del diseño del mundo futuro, para ello hay que dejarles hacer, nos hará a nosotros mucho bien, y nos quitara una responsabilidad, que no nos corresponde asumirla en su totalidad. Porque nos podría ocurrir que, agotados como estamos por tantas problemas o cuestiones de índole económico, fruto de las angustias derivadas de la crisis, no nos queda tiempo para nada, menos para pensar; influidos, además, por una cultura materialista que nos ahoga en un mar de consumismo, abrumados por las deudas y además, se nos niega un futuro digno a todos, al menos esa es la impresión que percibo,  nos reconcomería la duda existencialista de si es ese mundo en verdad viable. ¡Sí! si concedemos a la gente joven esa oportunidad que precisan, en vez de condenarles al destierro y a la pobreza absoluta. Nos haría un gran bien que reflexionemos sobre  todo esto, seamos consecuentes con nuestras reflexiones, que reivindiquemos, en el nombre de la juventud y en el nuestro propio, el derecho a ese futuro; más allá de la presente crisis, que les ha impuesto la obligación de emigrar, si quieren tener una mínima oportunidad... El derecho les asiste para que construyan un mundo justo con la ilusión que ellos tienen,  con la esperanza compartida por todos, en la creencia de un proyecto de vida con futuro. Y si este viejo mundo agoniza, pues que muera y deje nacer a uno nuevo y más justo... no seré yo, quien les ponga trabas o zancadillas, porque todos tenemos el mismo derecho a vivir en circunstancias de dignidad y honorabilidad para todas las personas, sin ninguna excepción ¡para todas!

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