Curiosamente,
siempre que se nos habla del fin de la crisis económica, las dudas nos asaltan
por doquier ¿será verdad, será mentira? Depende del color…también nosotros nos
cansamos de efectuar aportaciones en apariencia inútiles, que pueden parecer,
incluso, fuera de lugar o formuladas a destiempo. La intención de pretender
solucionar las cosas, va en muchas ocasiones más allá de nuestros planteamientos, a veces
ni eso. Los criterios que seguimos en nuestra reflexión, pueden no ser
entendidos por carecer de la suficiente explicación o no estar debidamente
desarrollados o ser demasiado ambiguos…
Cuando se desea que en el mundo nuevo que está forjando, todo sea diferente,
todo sea distinto y cambie a mejor; los criterios serán tan diferentes, como
tantas personas los formulen; habrá, sin duda, quien se auto proclame digno de
diseñar en gran parte o en su totalidad el nuevo proyecto, basándose en
cuestiones de representatividad, obtenida de una manera muy cuestionable y de
más que dudosa legalidad. Si se parte, como se está partiendo de principios
equivocados en su concepción, pues se prescinde de la opinión de
la mayoría, se diseña un mundo por y para muy pocos elegidos… si es así, entonces,
estaremos elaborando unas conclusiones totalmente erróneas o con grave carencia
de idoneidad, un mundo efímero e injusto. Si nos comunicamos entre
nosotros de una forma más eficaz y mejor planteada, se nos antojaría tan extraño
el mundo que pretenden construir, que ya no tendríamos cabida en él. No se debe
caer en el falso liderazgo, ni en la supremacía o prevalencia de nadie, pues
todos tenemos derecho de pertenecer a esta comunidad nueva, se nos debe tener
en consideración, aunque solo aportásemos una pequeñísima idea, esto es lo idóneo…
no es comprensible que a causa de supuestas limitaciones, nos discriminen del ámbito
de decisión o así nos lo hacen creer, argumentando nuestras numerosas
imperfecciones o el desconocimiento de la realidad que nos rodea. Si damos crédito
a este argumento, a la vez, propiciara e incrementara la dificultad de comunicación
con nuestros círculos sociales más próximos. Pero existe un hecho incuestionable,
si queremos un futuro para todos y con un destino sin envidias, sin recelos,
sin excepciones, ni discriminaciones ya fuesen por idioma, nación, raza o
cultura, religión, etc. Este futuro venidero se debería de construir entre
todos, para que goce de un gran apoyo y aceptación. Por ello es bueno
escuchar las palabras que surgen del interior de las personas, nacidas fruto de
la necesidad y de la experiencia; las más de las veces, lo hacen, pensando en
las próximas generaciones, más que en la actual... que casi todos la dan por
perdida, y ello, a pesar de ser la más preparada de todas las habidas hasta la
actualidad. Cuestión en la que, si se me permite, discrepo, pues es esta nueva generación y no otra, la encargada del diseño
del mundo futuro, para ello hay que dejarles hacer, nos hará a nosotros mucho
bien, y nos quitara una responsabilidad, que no nos corresponde asumirla en su
totalidad. Porque nos podría ocurrir que, agotados como estamos por tantas
problemas o cuestiones de índole económico, fruto de las angustias derivadas de
la crisis, no nos queda tiempo para nada, menos para pensar; influidos,
además, por una cultura materialista que nos ahoga en un mar de consumismo,
abrumados por las deudas y además, se nos niega un futuro digno a todos, al
menos esa es la impresión que percibo, nos reconcomería la duda
existencialista de si es ese mundo en verdad viable. ¡Sí! si concedemos a la
gente joven esa oportunidad que precisan, en vez de condenarles al destierro y a
la pobreza absoluta. Nos haría un gran bien que reflexionemos sobre todo esto, seamos consecuentes con nuestras
reflexiones, que reivindiquemos, en el nombre de la juventud y en el nuestro
propio, el derecho a ese futuro; más allá de la presente crisis, que les ha
impuesto la obligación de emigrar, si quieren tener una mínima oportunidad... El
derecho les asiste para que construyan un mundo justo con la ilusión que ellos
tienen, con la esperanza compartida por todos, en la creencia de un
proyecto de vida con futuro. Y si este viejo mundo agoniza, pues que muera y
deje nacer a uno nuevo y más justo... no seré yo, quien les ponga trabas o
zancadillas, porque todos tenemos el mismo derecho a vivir en circunstancias de
dignidad y honorabilidad para todas las personas, sin ninguna excepción ¡para
todas!
No hay comentarios:
Publicar un comentario