Reflexionando
sobre algo que me sorprende, lo bien que les va en sus negocios a las personas
malvadas. Lo consideramos injusto e inadecuado, si solo nos dejamos guiar por
las apariencias. Ciertamente, no seré yo quien proponga que seamos injustos,
que primemos el beneficio personal al ajeno en nuestras acciones, y menos aún
en relación con las personas más necesitadas. No se trata, por tanto, de halagar
a quienes se dedican a estafar o embaucar de alguna forma a sus congéneres, eso
es un abuso de la confianza, aparte de ser una actitud delictiva. Lo que quiero
manifestar es más que nada, una queja por las facilidades que se le otorgan a
este tipo de personas, la falta de verdadera ética por parte de quienes
debieran de ponerle freno en sus pretensiones. Todo ello nos muestra que las aspiraciones
personales de cualquiera de nosotros continúan, a pesar del sufrimiento pasado,
teniendo las mismas aspiraciones de grandeza, sin límites...Ósea, como siempre.
Cuando hablamos de tráfico de influencias, de corrupción, de enriquecimientos
indebidos, de falsificación de documentos... y no se les castiga, sino que
causan admiración, cual “tempranillo” en la época de los bandoleros… estamos
propiciando que estas actitudes, tengan poco o nulo castigo y al final el
premio del botín robado o estafado a todos, con más o menos maña, según sea el
sujeto en cuestión. Pero la pregunta que
se plantea es peliaguda: ¿Acaso pensamos que nos pueden engañar con esa falsa
apariencia de honestidad?, Y, si les tenemos por hábiles y astutos, ¿Estamos
interesados en que caiga sobre ellos el
peso de la ley? Es frecuente la ambigüedad en nuestras respuestas. Tanto que a
veces confundimos lo que es la riqueza legitima, con la que se obtiene por métodos
poco ortodoxos, por decirlo de algún modo. ¿Cuál es nuestra ética en esta
cuestión? Debemos examinar nuestros valores para conocer hasta dónde podemos
permitirles sus robos, sus engaños, su usura disfrazada de préstamo…está en
juego nuestra conciencia… ¿se les debe perdonar si devuelven lo afanado? La
justicia es un anhelo continuo, Si dejas de creer en ella, si callas tu voz…
camparan a sus anchas, haciendo y deshaciendo a su antojo ¿es ese nuestro deseo?
Quizás tendremos que plantearnos cuál ha de ser nuestra respuesta ante su
astucia, es decir la forma de sincerarnos con nosotros mismos. En la vida tenemos
siempre varias opciones: entre honradez e injusticia, entre fidelidad e
infidelidad, entre ser malvados o hacer el bien…Es cuestión de nuestra
elección.
No hay comentarios:
Publicar un comentario