Debemos
de prestar
más atención y apoyar la invitación que constantemente hacemos las personas con
discapacidad al resto de la sociedad, para que efectúen una reflexión amplia y
profunda que debe ir más allá de la inclusión social. Es esta una exigencia común,
pero a la vez es un derecho adquirido, se reclama de manera incisiva y a veces rayando
lo inquisitorial; aunque se reclama año tras año durante estas fechas,
concretamente el 3 de diciembre. Estas reivindicaciones apenas son escuchadas,
no conmueven como seria nuestro deseo a la sociedad. Si lo hace será únicamente
durante este día y algunas veces, sospechamos, que lo es solo para hacerse la
foto de cara a la galería… Más estas reivindicaciones se deben clavar en lo
profundo del alma de cualquier persona con un mínimo de sensibilidad… por lo
justo que sería su aplicación; debemos ponernos en los “zapatos” de cualquier
persona con discapacidad, sentir la herida que corroe su alma al sentirse
despreciado, marginado. Por solo esto sería un motivo suficiente para hacernos
reflexionar ¿Por qué es tan importante para las personas con discapacidad la
inclusión socio-laboral? ¿Por qué se repite una y otra vez las reivindicaciones
y se hace depender la decisión de inclusión social del justo y correcto
ejercicio de los derechos y deberes de toda la ciudadanía? La respuesta es
demoledora, pero sincera… porque nadie, salvo los familiares y tal vez, un
pequeñísimo círculo social, ni les motiva, ni les preocupa la situación de desventaja
que padecen las personas con discapacidad y el incumplimiento de los derechos
que tienen reconocidos. Pecaremos de impertinentes, quizás, a algunos les parecerá
mal nuestro proceder por causa, tal vez, de nuestra obstinada insistencia…Pero ocurre
que en demasiadas ocasiones dan a estas peticiones
una respuesta plagadas de muchas contradicciones y a veces inverosímiles y difícil de
creer. Nuestras peticiones se deben efectuar y repetir hasta hacerlas realidad,
hasta la consecución de nuestros fines. No nos pueden negar ese derecho, ni
arrebatarnos los derechos adquiridos “con alevosía y nocturnidad”. Los que
luchamos a diario contra los auto-denominados “hostiles a la inclusión social”,
los que peleamos con brío y garra en esta “bellísima causa de paz e integración”,
sabemos además lo que mueve a la vida asociativa... en las entidades de discapacidad;
no nos resignamos a contemplar su total destrucción. Nuestra lucha es como una
flor hermosa pero con espinas, es un camino durísimo con innumerables
dificultades. De ahí la fortaleza que se transforma en virtud para convertir
nuestros buenos propósitos en una realidad tangible, intentando evitar que
terminen siendo, estos objetivos inoperantes e infructuosos. La paciencia, de
la que hacemos gala, forma parte del hecho de adoptar esta inmensa posición de denuncia pública… pero,
a la vez, nos estimula para tener el aguante suficiente, para tolerar con
resignación las numerosas injusticias a las que la sociedad nos somete con
demasiada asiduidad. Por ello, la constancia nos confiere una visión particular
de la vida que nos otorga esa libertad del uso de la propia imagen, la posesión
de ese yo interior queda reflejada en nuestros actos, y al mismo tiempo se
transfieren al entorno social. Las promesas que, normalmente se nos hacen, no
deberían estar destinadas a convertirse en papel mojado. Y esto es así, porque
quizás, somos demasiados conformistas, demasiado mansos.... Pero es la fuerza
de la razón la que nos obliga a cada uno de nosotros a pedir esa oportunidad,
tantas veces deseada, tantas veces negada. Es decisión nuestra la no aceptación
de la quietud como norma general, cuando se ésta, como nos sucede a la mayoría
de las personas con discapacidad, en grave riesgo de pobreza y exclusión
social, hecho contrarío a cualquier tipo de lógica… Se padece marginación,
estamos además condenados al paro, nuestro destino está vinculado, en un primer
momento a nuestra pobre formación. Sólo una pequeña minoría, y gracias a
las entidades de discapacidad, están presentes en el mercado laboral; porque una
vez que se ocupa un puesto de trabajo, se libera la desbordante “capacidad” y
la constancia que suelen desarrollar las personas con discapacidad, se derriban
muros y falsos conceptos de la realidad laboral de las personas con
discapacidad. Se debe comprender lo difícil, para nosotros, del duro camino
que supone lograr la integración laboral., por ello pedimos la
solidaridad y comprensión de la sociedad. La energía que se desprende, la
autoestima que se aprende con tanta paciencia, hay que perseverar mucho,
ciertamente, más que los llamados “capaces” o por el contrario sumirnos en una vida de
resignación y resignarnos a la caridad de los demás. La inclusión social para
nada tiene que ver con maneras de actuar o modos insostenibles, ni es ningún
héroe aquella persona que logra salir de esta lacra social que es la
marginación. Mucho dolor y sufrimiento forma parte del currículo de cualquier
persona con discapacidad… Se debe promover, `por lo tanto, para con nosotros un
estímulo positivo. Nadie entiende mejor estas necesidades vitales de las
personas con discapacidad que sus asociaciones, si intentamos ayudarles e
integrarles en nuestras vidas…ello nos ayudará también a comprenderles y
hacerles la vida aunque solo sea un poco más fácil.
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