El
hecho de no encontrarnos solos, de no tener ese fatídico sentimiento de
soledad, significa encontrarnos acompañados: de la familia, de los amigos, de
todas aquellas personas que significan algo para nosotros, aunque ese algo solo
sea un poquito. Gozamos de su compañía, de su conversación, de las cosas que
carecen “aparentemente” de importancia, pero son muy apreciadas por nosotros.
Ese gozo que tenemos al estar con ellos en la intimidad, el placer de
encontrarnos en “Buena armonía". Todo es para nosotros un deleite,
son esos momentos únicos que atesoramos como el mayor tesoro que poseemos…
porque de ellos surge nuestra inspiración, son la motivación que nos hace
levantarnos, saludar al nuevo día como si fuese el primero…del resto de nuestra
vida. Con ellos, nunca sentiremos la "gris" soledad, son la luz que
hacen brillar de un modo especial nuestros ojos y es esa misma luz la que
transmitimos a todas las personas que nos rodean, pues tenemos “la fortuna” de
tener familia, amigos y disfrutar a su lado, y ellos al lado de cada uno
de nosotros. Es necesario, sin embargo, que valoremos más a nuestro círculo,
sobre todo el más cercano. Y sopesar el hecho de saber que con ellos cerca se
está mejor, porque a pesar de las posibles desilusiones que les podemos ocasionar,
ellos nos apoyan y quieren seguir siendo nuestra motivación. El hecho de
hacerles sentirse bien, es como un bumerán, vuelve a nosotros ese bienestar, pero multiplicado por el infinito… Su cariño y
apoyo es más que un hábito, una necesidad recíproca, que desborda todas
nuestras emociones y sentimientos, La soledad es la enemiga número uno de
cualquier persona, y el hecho de no sentirse querido es “el puñal que asesina
el alma y toda ilusión por la vida”. Por lo tanto, es preciso tener y estar en
buena compañía, saber que cuando les necesites les tienes ahí…para lo bueno o
malo (más para lo segundo que para lo primero). Sin embargo, por orgullo o por
intereses oscuros y poco confesables, somos capaces de rechazarles e
ignorarles... a la familia, entre otras, por cuestiones de herencias; a los
amigos por mal entendidos que nunca se aclaran…De esta forma perderemos toda
posibilidad de participar en sus vidas, en sus preocupaciones, en su
intimidad.. Es una irresponsabilidad por ambas partes. Somos, por desgracia,
capaces de cambiar a nuestra familia, a nuestras amistades por cualquier bien
material. A unos y otros, por mil cuestiones distintas. ¿Por qué actuamos
movidos por el egoísmo? Hay quien lo hace para obtener bienes, otros por
dejadez, para no ser el primero en dar el primer paso, la distancia es la
misma,¿quien acortara la distancia?¿quien admitirá su
error? Otras veces por comodidad, creemos, falsamente, que sin ellos nos va
mejor. Se valora mucho lo que se tiene y poco lo que se pierde... Se deja pasar
el tiempo, a ver si se cura esas heridas por si solas… ¿Tan poco valen para
nosotros, que les sustituimos por cualquier cosa? Que nuestra respuesta sea
negativa, depende de lo que signifiquen para
nosotros, así estarán por encima de cualquier bien o
circunstancias o no. Después de todo cuando comprendamos que una vez hayamos
efectuado nuestro último viaje…todo quedara atrás y es mejor dejar una buena imagen
que esboce una sonrisa y un suspiro de amor nuestro recuerdo.
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