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martes, 5 de noviembre de 2013

La fortuna mayor


  El hecho de no encontrarnos solos, de no tener ese fatídico sentimiento de soledad, significa encontrarnos acompañados: de la familia, de los amigos, de todas aquellas personas que significan algo para nosotros, aunque ese algo solo sea un poquito. Gozamos de su compañía, de su conversación, de las cosas que carecen “aparentemente” de importancia, pero son muy apreciadas por nosotros. Ese gozo que tenemos al estar con ellos en la intimidad, el placer de encontrarnos en “Buena armonía". Todo es para nosotros un deleite, son esos momentos únicos que atesoramos como el mayor tesoro que poseemos… porque de ellos surge nuestra inspiración, son la motivación que nos hace levantarnos, saludar al nuevo día como si fuese el primero…del resto de nuestra vida. Con ellos, nunca sentiremos la "gris" soledad, son la luz que hacen brillar de un modo especial nuestros ojos y es esa misma luz la que transmitimos a todas las personas que nos rodean, pues tenemos “la fortuna” de tener familia, amigos y disfrutar a su lado,  y ellos al lado de cada uno de nosotros. Es necesario, sin embargo, que valoremos más a nuestro círculo, sobre todo el más cercano. Y sopesar el hecho de saber que con ellos cerca se está mejor, porque a pesar de las posibles desilusiones que les podemos ocasionar, ellos nos apoyan y quieren seguir siendo nuestra motivación. El hecho de hacerles sentirse bien, es como un bumerán, vuelve a nosotros ese bienestar, pero multiplicado por el infinito… Su cariño y apoyo es más que un hábito, una necesidad recíproca, que desborda todas nuestras emociones y sentimientos, La soledad es la enemiga número uno de cualquier persona, y el hecho de no sentirse querido es “el puñal que asesina el alma y toda ilusión por la vida”. Por lo tanto, es preciso tener y estar en buena compañía, saber que cuando les necesites les tienes ahí…para lo bueno o malo (más para lo segundo que para lo primero). Sin embargo, por orgullo o por intereses oscuros y poco confesables, somos capaces de rechazarles e ignorarles... a la familia, entre otras, por cuestiones de herencias; a los amigos por mal entendidos que nunca se aclaran…De esta forma perderemos toda posibilidad de participar en sus vidas, en sus preocupaciones, en su intimidad.. Es una irresponsabilidad por ambas partes. Somos, por desgracia, capaces de cambiar a nuestra familia, a nuestras amistades por cualquier bien material. A unos y otros, por mil cuestiones distintas. ¿Por qué actuamos movidos por el egoísmo? Hay quien lo hace para obtener bienes, otros por dejadez, para no ser el primero en dar el primer paso, la distancia es la misma,¿quien acortara la distancia?¿quien admitirá su error? Otras veces por comodidad, creemos, falsamente, que sin ellos nos va mejor. Se valora mucho lo que se tiene y poco lo que se pierde... Se deja pasar el tiempo, a ver si se cura esas heridas por si solas… ¿Tan poco valen para nosotros, que les sustituimos por cualquier cosa? Que nuestra respuesta sea negativa, depende de lo que signifiquen para nosotros, así estarán  por encima de cualquier bien o circunstancias o no. Después de todo cuando comprendamos que una vez hayamos efectuado nuestro último viaje…todo quedara atrás y es mejor dejar una buena imagen que esboce una sonrisa y un suspiro de amor nuestro recuerdo.

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