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sábado, 16 de noviembre de 2013

Vida plena


  Vivimos en un mundo que se ve abocado hacia la cultura del materialismo, son muchos quienes viven y actúan solo para la obtención de los bienes, olvidando otros valores que son tan precisos como el comer, está bien que se persiga algunos bienes que son prioritarios: comida, bebida, un techo, incluso entrarían sus “vicios” y poco más… Otros solo viven para sus negocios: compran, venden, siembran, recogen, construyen, derriban. Pero con un punto de mira tan corto, que relegan su máxima aspiración a atender sus negocios o intereses, dando como resultado, que toda su energía se orienta a conservar esa arcaica forma de vivir, creyendo así, que protegen e incluso incrementan sus posesiones. Pero bajo mi punto de vista es conformarse con una concepción de la vida que perece por caduca e inoperante, y a la vez, cercena el desarrollo de la propia personalidad y obstaculiza su construcción como ser humano, llevándole a una frustración de la que es difícil salir, incluso a veces, esta depresión, le disfraza de persona sórdida y roñosa para tratar de ocultar la impotencia de su actitud. Pero nosotros cuestionamos ese modo de vivir, lo hacemos mediante unas preguntas que requieren una respuesta eficaz y contundente, que sea capaz de resolver las dudas razonables que plantean seguir esa dinámica en la vida, ¿Quien vive por y para sus bienes? ¿Quién teme perder lo que consiguió?; y si tiene ese temor a perderlo, ¿Cómo lo conservará? ¿Qué estaría dispuesto a hacer para conservar ese patrimonio? Profundizando en estas preguntas, ¿Qué es lo que se quiere insinuar? ¿Perderemos, acaso, nuestros bienes? La respuesta es lógica, ¡No!, en absoluto, los bienes siempre serán nuestros, nadie nos los quitara o se apropiaran de ellos inadecuadamente, siempre estarán aquí, son nuestros; más nosotros no somos eternos, sino efímeros como la vida misma. Quienes presumen de tener todas esas cosas, aunque ahora les sean de mucha utilidad, y muestren su poder y fortaleza, no les servirán de nada, no les evitaran el final que será, quizás, lo único que compartamos. Más con una diferencia fundamental: quienes anteponen los valores materiales al desarrollo de su propia personalidad, se perderán en el olvido de los tiempos, nadie hablara bien de ellos cuando hayan muerto. De hecho, ¿quiénes son los que temen por su vida? solo aquellos que han desperdiciado su vida y la han vivido exclusivamente para sí mismos, son aquellos que viven ensimismados, encantados de haberse conocido, cerrando los ojos e ignorando por completo los sufrimientos de los demás que le son ajenos y no hacen otra cosa que no sea incordiarles. Es evidente que toda vida se ha de acabar necesariamente, y de nada servirá haber vivido, si se ha estado en soledad, siendo tacaño y gruñón al estilo de míster Scrogee.... Toda vida, por ella misma, no vale nada si no va acompañada del crecimiento personal, que marche acompañada de una exuberancia de ideas, de una madurez en el razonamiento y como consecuencia desembarque en la compresión del sufrimiento ajeno. Por el contrario, si se fomenta el odio, el egoísmo, y se recluyen en la indecencia, en un intento constante de poseer cuanto más mejor y si es posible lo ajeno…única y exclusivamente para su deleite y gozo, para engrandecer su ego. Habrá sido, está, una vida vana, vacía de contenido, estéril... Por este motivo, todos las personas de bien, siguen como modelo una vida plena en la que comparten generosamente sus aspiraciones, sus ilusiones, sus penas, sus alegrías… y sus bienes que ponen al servicio de los demás de múltiples maneras, pero nunca con la intención de aprovecharse de ellos, menos aún en los tiempos que corren, que son tiempos de crisis. 

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