Todos
necesitamos de la colaboración de las demás personas, si lo que se desea es
avanzar, no solo socialmente, sino para el desarrollo de la propia
personalidad. Es imposible plantear cualquier propósito o idea, por muy insípido
e insignificante que fuese, si no se cuenta con los apoyos necesarios… Cierto que
hay personas que andan por el mundo provocando con su actitud desafiante a
todos los demás, buscando litigios inexistentes, fomentando la
divergencia, provocando la desunión… para después intentar apaciguar a
todos, proclamándose “el pacificador”, quien unifica a todos en un mismo
destino o fin. Nadie advierte a este tipo de personas del peligro de desbandada
que provocan al utilizar su perversión moral solo para su beneficio personal, de esto
presume, de ridiculizar a cualquier otra persona, del uso y abuso del sarcasmo…
siendo en realidad infame y ruin. Cuanto más cercanas sean esas personas a su
entorno socio-laboral, peor será la consideración o el trato que les dispense;
¡maldita confianza! Posteriormente, con pedirles perdón, solo si las circunstancias le obligasen a ello, lo considerara suficiente. Pero si de verdad lo quiere, debe de comenzar por cambiar de actitud, que acabe con esa
prepotencia, “que se baje del caballo”… De otro modo, no se le debe consentir
sus impertinencias... no se le puede perdonar, pues si tiene la oportunidad lo volverá
a hacer. Estas dudas van contra nuestras reflexiones habituales, solo el hecho de desconfiar de
alguien, lo corrobora, no es nuestra forma de proceder o pensar. Lo idóneo, bajo el prisma de nuestra mirada, sin caer en la estupidez
supina, es que estuviera siempre dispuesto a colaborar, aunque solo fuese a acompañar,
en vez de dedicarse a meter cizaña... debería ayudar siempre, en la medida de sus posibilidades, con una moral alta, contagiando entusiasmo, para que todos
recibamos esa energía positiva; esa sensación de bienestar que se percibe cuando se presta auxilio a los necesitados. Deberíamos ser meticulosos y tenerlo todo planificado, hasta en los detalles
más pequeños… La vida está llena de esos pequeños detalles que, paradojicamente, la hacen grande... muchos proyectos
fracasan, precisamente, porque se han descuidado los “detalles más sencillos y
elementales”. Para que se obtenga un éxito rotundo, para que nuestro esfuerzo
no sea vano o superfluo, no basta con desearlo, hay, sobre todo, que estimular la colaboración e
implicación de los que forman parte de nuestro equipo. Esto es así de sencillo,
si se cuenta con personas motivadas, emprendedoras y trabajadoras, el
proyecto tendrá el éxito garantizado… pero si se está rodeado de gente
desmotivada, pesimista, perezosa… ¿Cómo nos pueden estimular al éxito? Ellos que
carecen de ganas, de fortaleza física o moral, no
tienen el suficiente coraje para llegar a la meta, para conseguirlo, ni quieren tenerlo… Es más, su
efecto es nocivo, a la vez que contagioso, desmotivándonos al resto, nos conducen hacia el
fracaso, y luego nos dicen una y otra vez “te lo advertí”... Lo más conveniente para todos
nosotros es concienciar a aquellos que quieren realmente implicarse en la consecución de nuestros
proyectos, tratarlos con exquisita amabilidad, incluso a aquellas personas que
su actitud nos cause cierto "reparo", “nos hagan los mandaos de lejos”, en una
palabra, que no nos caen bien sus formas de proceder... más si ofrecen su ayuda, habrá que aceptarlos y
contar con ellos. Tampoco debemos ser condescendientes en demasía, "ni comulgar con ruedas de molino"solo como única finalidad de agradar a todos, es misión imposible. No debemos esperar de nadie nada extraordinario, pero
si ser conscientes de que no todos tienen la misma disposición para el
compromiso social, ni debemos esperar recibir el mismo trato o firmeza que
nosotros ofrecemos. Tenemos, así mismo, que ser conscientes del hecho
que en algún momento debemos “cambiar de
aires”, formar un nuevo equipo con otras gentes, en otros lugares, con otras
motivaciones… Nos resulta muy difícil solo el imaginar un nuevo comienzo, pero
es muy necesario, si queremos conservar la frescura e inocencia, ese espíritu
inconformista que nos hace implicarnos cada día en la lucha por alcanzar la
justicia social. Sólo tenemos que analizar los resultados de los proyectos que
hemos realizado, los lazos de amistad que hemos creado y sobre todo la cimiente
de esa justicia que hemos sembrado en el corazón de la sociedad.
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