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sábado, 30 de noviembre de 2013

Tiempo de analisis


  Todos necesitamos de la colaboración de las demás personas, si lo que se desea es avanzar, no solo socialmente, sino para el desarrollo de la propia personalidad. Es imposible plantear cualquier propósito o idea, por muy insípido e insignificante que fuese, si no se cuenta con los apoyos necesarios… Cierto que hay personas que andan por el mundo provocando con su actitud desafiante a todos los demás, buscando litigios inexistentes, fomentando la  divergencia, provocando la desunión… para después intentar apaciguar a todos, proclamándose “el pacificador”, quien unifica a todos en un mismo destino o fin. Nadie advierte a este tipo de personas del peligro de desbandada que provocan al utilizar su perversión moral solo para su beneficio personal, de esto presume, de ridiculizar a cualquier otra persona, del uso y abuso del sarcasmo… siendo en realidad infame y ruin. Cuanto más cercanas sean esas personas a su entorno socio-laboral, peor será la consideración o el trato que les dispense; ¡maldita confianza! Posteriormente, con pedirles perdón, solo si las circunstancias le obligasen a ello, lo considerara suficiente. Pero si de verdad lo quiere, debe de comenzar por cambiar de actitud, que acabe con esa prepotencia, “que se baje del caballo”… De otro modo, no se le debe consentir sus impertinencias... no se le puede perdonar, pues si tiene la oportunidad lo volverá a hacer. Estas dudas van contra nuestras reflexiones habituales, solo el hecho de desconfiar de alguien, lo corrobora, no es nuestra forma de proceder o pensar. Lo idóneo, bajo el prisma de nuestra mirada, sin caer en la estupidez supina, es que estuviera siempre dispuesto a colaborar, aunque solo fuese a acompañar, en vez de dedicarse a meter cizaña... debería ayudar siempre, en la medida de sus posibilidades, con una moral alta, contagiando entusiasmo, para que todos recibamos esa energía positiva; esa sensación de bienestar que se percibe cuando se presta auxilio a los necesitados. Deberíamos ser meticulosos y tenerlo todo planificado, hasta en los detalles más pequeños… La vida está llena de esos pequeños detalles que, paradojicamente, la hacen grande... muchos proyectos fracasan, precisamente, porque se han descuidado los “detalles más sencillos y elementales”. Para que se obtenga un éxito rotundo, para que nuestro esfuerzo no sea vano o superfluo, no basta con desearlo, hay, sobre todo, que estimular la colaboración e implicación de los que forman parte de nuestro equipo. Esto es así de sencillo, si se cuenta con personas motivadas, emprendedoras y trabajadoras, el proyecto tendrá el éxito garantizado… pero si se está rodeado de gente desmotivada, pesimista, perezosa… ¿Cómo nos pueden estimular al éxito? Ellos que carecen de ganas,  de fortaleza física o moral, no tienen el suficiente coraje para llegar a la meta, para conseguirlo, ni quieren tenerlo… Es más, su efecto es nocivo, a la vez que contagioso, desmotivándonos al resto, nos conducen hacia el fracaso, y luego nos dicen una y otra vez “te lo advertí”... Lo más conveniente para todos nosotros es concienciar a aquellos que quieren realmente implicarse en la consecución de nuestros proyectos, tratarlos con exquisita amabilidad, incluso a aquellas personas que su actitud nos cause cierto "reparo", “nos hagan los mandaos de lejos”, en una palabra, que no nos caen bien sus formas de proceder... más si ofrecen su ayuda, habrá que aceptarlos y contar con ellos. Tampoco debemos ser condescendientes en demasía, "ni comulgar con ruedas de molino"solo como única finalidad de agradar a todos, es misión imposible. No debemos esperar de nadie nada extraordinario, pero si ser conscientes de que no todos tienen la misma disposición para el compromiso social, ni debemos esperar recibir el mismo trato o firmeza que nosotros ofrecemos. Tenemos, así mismo, que ser conscientes del hecho que en algún momento debemos “cambiar de aires”, formar un nuevo equipo con otras gentes, en otros lugares, con otras motivaciones… Nos resulta muy difícil solo el imaginar un nuevo comienzo, pero es muy necesario, si queremos conservar la frescura e inocencia, ese espíritu inconformista que nos hace implicarnos cada día en la lucha por alcanzar la justicia social. Sólo tenemos que analizar los resultados de los proyectos que hemos realizado, los lazos de amistad que hemos creado y sobre todo la cimiente de esa justicia que hemos sembrado en el corazón de la sociedad.

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