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miércoles, 13 de noviembre de 2013

Todo acaba bien


    Ya ves todo acaba bien… estas palabras que parecen las correctamente indicadas para el final de cualquier cuento, son las que últimamente se pronuncian sin cesar desde sectores gubernamentales y Cía. Si en otras ocasiones hemos pecado de ingenuos, se nos ha engañado como si fuésemos niños y viviéramos de nuevo en aquella tierna infancia; Ahora tenemos un sexto sentido, que nos advierte del mal que en otras ocasiones nos han hecho solo por pecar de confiados. Escandalizados como estamos de las falacias con las que nos quieren embaucar, no es por inquietar a nadie, ni por meter barza, nada más lejos de mis intenciones; simplemente desconfiamos porque nos han mentido tanto... que nos suele extrañar que ahora nos digan la verdad ¿será o no será? Depende de lo que cada cual entienda como definición correcta de la veracidad; “donde dije digo ahora es…” esto sería una rectificación; más no tenemos la intención de volver a tropezar… Muy cierto que hay indicadores que reflejan una ligera mejoría pero, ¿Para quién? Como se puede afirmar que la crisis ha finalizado, cuando la pobreza se extiende cada día más ¡no, no quiero caer otra vez en esa trampa! La de los brotes verdes… Al niño que llevamos dentro todavía hay que tenerle mucho respeto, y ¡ay de aquél que de cualquier manera le intente volver a engañar! Si lo hacen, nunca volverá a confiar en ninguno esos fuleros, sería una imagen muy elocuente y esclarecedora sobre su verdadero rostro. Introducir la falsedad de manera repetitiva es un escándalo, un bochorno para todos nosotros pues nos toman por imbéciles… Demostrémosles su equivocación, echémosles un jarro de agua fría, enseñémosles que no les creemos y la indiferencia que sus palabras nos provocan, ello será para ellos el peor castigo. ¡Pobres de nosotros si nos dejamos engañar otra vez! “la primera vez que me engañaste la culpa fue tuya, la segunda es mía”. Y además hay muchas otras formas de fastidiarnos: con la ambición sin mesura, con querer el triunfo a toda costa, por solo dedicarse a sus menesteres, que satisfacen únicamente su ego. Nos pide que les eximamos del daño ocasionado, por tantas falsedades vertidas, pero ya no les creemos, aunque solo sea por el sufrimiento innecesario que nos han causado, si es verdad que estén arrepentidos, cuestión que habrá que poner en cuarentena, ¿Dónde se aprecia la recuperación? Si la hay de veras, el mérito se lo reconoceríamos tan pronto la advirtiéramos... El termómetro de la recuperación esta aun frío, sabemos que se pondrá al menos tibio, pero ¿a qué precio? Es este un “estado de desánimo generalizado”, fruto de la inoperancia de quien tiene el poder, contando, como aun cuentan con una mayoría suficiente. Han malogrado esa confianza que se les “presto”, porque han recortado solo un lado de la balanza y eso la ha desequilibrado de forma pasmosa, así lo expresan todos los que estamos sufriendo los efectos negativos de la crisis, “pretender que les creamos es mucha pretensión" ¡ojala tuviésemos esa inocencia perdida! Nos hubieran pedido el cielo y hubiésemos volado… pero la inocencia fue violada con el primer engaño y ahora solo decimos “nunca más…”

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