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lunes, 29 de julio de 2013

Horizonte de vida


   La confianza es el horizonte que no hemos de perder nunca de vista, a pesar de las complicaciones cotidianas. Porque preocupados, lo estamos y mucho, por diferentes motivos: económicos, laborales, sociales, familiares. Obedecemos a la lógica del momento, sabiendo cual es nuestra posición en la sociedad y nuestra capacidad para aportar algo que mueva esta desidia, pues si sigue por mucho tiempo, acabara por contaminarnos. En cierta forma estamos ya contaminados, nadie habla de esperanza, de futuro, de prosperidad. La inmensa mayoría de la sociedad parece que hemos aceptado como normal esta situación atípica, olvidándonos que tenemos derecho a pedir hasta la luna… otra cosa seria que la consiguiéramos. Buscar nuestro lugar en esta sociedad decadente y apática, es muy fácil “en el montón de los desechos…”. Pero debemos de encontrar el verdadero sentido de nuestras vidas y dotárselo. No nos piden que nos retiremos del mundo, ni que tengamos una vida contemplativa, en la que veamos y dejemos hacer, sino que participemos plenamente de su gestión. Sí, el mundo es un hogar para nosotros, pues debemos de participar en su gestión, igual que lo hacemos en nuestra propia casa. Somos del mundo, eso está claro, pero no en todo debemos de ser mundanos, ni más papistas que el Papa. Bien al contrario, deberíamos estar llamados a ser “los gestores de nuestro mundo, de un mundo, aunque a veces inhóspito, lo amamos apasionadamente. He aquí la cuestión: el mundo y su gestión; No son dos realidades paralelas y antagonistas. Hemos de procurar en la confluencia de ambos, todos: pobres, ricos, norte, sur…, salgamos beneficiados mutuamente. Y esta confluencia se ha de producir desde nuestra pequeña aportación, que puede ser o parecer insignificante, “solo un granito de arena”, que uniéndose a muchos más granos llegan a ser una fuerza poderosa e imparable. Desde nuestro corazón, deseamos cambiar el rumbo, que se acabe esta apatía y poner rumbo a la esperanza, a la alegría, que es donde podemos vivir con unidad, diferentes criterios, pero unidad. Porque en el corazón humano es donde puede nacer el diálogo entre todos y llegar unidos a la meta, a ese lugar, que solo será otro punto de partida para las generaciones venideras, en esta vuelta por etapas a la que llamamos vida. 

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