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sábado, 27 de julio de 2013

Igualdad de oportunidades


   La vida en comunidad no es fácil, en ella se mezclan diferentes caracteres, diferentes motivaciones e incluso diferentes estatus social. La actitud lógica sería acabar con esta situación, pero no repartiendo la riqueza, pues al cabo de poco tiempo volvería a las mismas manos, lo más lógico sería redistribuirla a través de la recaudación fiscal (impuestos) y potenciar la igualdad de oportunidades, tarea de diagnóstico incierto y de desarrollo ingrato. Pero la paciencia de la sociedad es infinita, espera hasta el último momento la posibilidad de ese cambio. Salir de esta realidad ambigua y mediocre, paradójicamente, en ella crece nuestra esperanza. Se trata de sentirnos llamados a situar a cada persona, según su valía, en el contexto social, Potenciar las materias  que mejor se les dé, según sea la actividad laboral a ejercer, no todos pueden desarrollar profesiones de la llamadas "liberales". Y, por otro lado, no favorecer nada que nos ayude o nos condene a permanecer en la mediocridad y perder el tiempo. No obstante, el hecho de vivir en un entorno mal planificado, no debe ser el único motivo de impedirnos el avanzar en nuestra vida; Es imposible ascender de otro modo que no sea a base de estudio, esfuerzo y superación. Ni podemos aspirar a mejorar nuestro estatus fuera esas reglas de oro. Debemos de superar los obstáculos ideológicos y de intolerancia que pueda fracturar nuestra sociedad. Fácilmente se dan actitudes de este tipo en todos los estamentos sociales, están encarados a un ideal, se creen en la posesión de la verdad en términos absolutos, cuando eso es imposible. Algunos tienen la tentación de pensar que unos tienen más derecho que otros, por su posición social, por razones de nacimiento, y que otros, de clase media y baja, nunca deberían alcanzar un estatus más elevado que aquel que le corresponde por su cuna. Pero tenemos la constancia de que todos queremos la igualdad de oportunidades, que no nos nieguen la posibilidad de ascenso social, si contamos con la inteligencia para ello, aunque no los medios económicos. Vigilemos para no dejar que nadie planifique nuestras vidas sin nuestro consentimiento, cosa que ocurre cuando nos acomodamos a que los problemas nos lo solucionen otros. Eso es lo que tiene dejar los intereses propios en manos ajenas.

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