La
vida en comunidad no es fácil, en ella se mezclan diferentes caracteres,
diferentes motivaciones e incluso diferentes estatus social. La actitud lógica
sería acabar con esta situación, pero no repartiendo la riqueza, pues al cabo
de poco tiempo volvería a las mismas manos, lo más lógico sería redistribuirla
a través de la recaudación fiscal (impuestos) y potenciar la igualdad de
oportunidades, tarea de diagnóstico incierto y de desarrollo ingrato. Pero la
paciencia de la sociedad es infinita, espera hasta el último momento la
posibilidad de ese cambio. Salir de esta realidad ambigua y mediocre, paradójicamente,
en ella crece nuestra esperanza. Se trata de sentirnos llamados a situar a cada
persona, según su valía, en el contexto social, Potenciar las materias que mejor se les dé, según sea la actividad
laboral a ejercer, no todos pueden desarrollar profesiones de la llamadas "liberales". Y, por otro lado, no favorecer nada que nos ayude o nos
condene a permanecer en la mediocridad y perder el tiempo. No obstante, el hecho de vivir en un
entorno mal planificado, no debe ser el único motivo de impedirnos el avanzar
en nuestra vida; Es imposible ascender de otro modo que no sea a base de
estudio, esfuerzo y superación. Ni podemos aspirar a mejorar nuestro estatus fuera
esas reglas de oro. Debemos de superar los obstáculos ideológicos y de intolerancia
que pueda fracturar nuestra sociedad. Fácilmente se dan
actitudes de este tipo en todos los estamentos sociales, están encarados a un
ideal, se creen en la posesión de la verdad en términos absolutos, cuando eso
es imposible. Algunos tienen la tentación de pensar que unos tienen más derecho
que otros, por su posición social, por razones de nacimiento, y que otros, de clase media y baja, nunca deberían alcanzar un estatus más elevado que aquel
que le corresponde por su cuna. Pero tenemos la constancia de que todos queremos
la igualdad de oportunidades, que no nos nieguen la posibilidad de ascenso
social, si contamos con la inteligencia para ello, aunque no los medios económicos.
Vigilemos para no dejar que nadie planifique nuestras vidas sin nuestro
consentimiento, cosa que ocurre cuando nos acomodamos a que los problemas nos
lo solucionen otros. Eso es lo que tiene dejar los intereses propios en manos ajenas.
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