Algunas veces se está cansado de este viaje tan agotador y
desagradecido que voluntariamente efectuamos por esta vida, se deja de
aprovechar ocasiones, que son para nosotros muy importantes y de cierta
relevancia para nuestro futuro. Esta actitud vitalista a la que se
acostumbra uno como si fuese una rutina diaria, que no son reflejadas en
nuestro currículo, son maneras de vivir la vocación de servicio a los demás. La
vida es llevada de este modo tan activa y apasionante. Sabes que es importante
lo que haces, pero es necesario que se descanse, y más importante aún, que se
descanse para reponer las fuerzas perdidas en tantas y tantas empresas que se
iniciaron y que se desarrollaron de una manera agotadora, unas con un alto
grado de satisfacción, otras sin el resultado previsto, pero hemos de saber coordinar
y medir nuestra, por otra parte, disminuida capacidad, ser capaces de
administrar esas fuerzas. Vivir la vida de servicio a los demás tiene su
precio, que normalmente paga la familia y amigos, que ve con ello su tiempo
reducido, mermado en favor de otros. Ya que el servicio a los demás es muy
exigente y por añadido muy sacrificado. Porque la vida y la fuerza de una
persona solamente se mantienen firmes y crecen si tiene verdadera aceptación y colaboración,
al menos del sector social al que te diriges, de ahí viene la fuerza vital y las
ganas de continuar adelante... y de no mirar atrás. Pero no hemos de
olvidar que todo tiene un límite, una frontera, que seamos capaces de seguir es
cada vez más difícil, si nos fallan la motivación, esas ganas de dejarnos
embaucar por las necesidades de este sector social, por otra parte, abandonado
a su suerte y con unos recursos cada día más menguados con la excusa de la
crisis económica. No se debería consentir que estos recursos nadie se los arrebate.
Esto nos recuerda que lo más importante no es lo que podamos hacer, sino la dimensión
de nuestras vidas, y, así nuestras obras quedan impregnadas de una satisfacción
que colma con plenitud nuestras exigencias. Descansar no solamente es aconsejable,
sino que es necesario y si lo necesitamos, aún, con más razón gozaremos de ello.
El descanso es un tesoro, es necesario para reflexionar, hacerte echar en
falta, que se valore, en su justa medida, tus aportaciones, ver si se es
necesario o se es reemplazable, o si no se es preciso…Todo ello ayudara a tomar
una correcta decisión, a no arrepentirte en el supuesto caso de continuar o de
decir adiós a esta etapa de la vida. Se trata de cerrar una puerta y abrir una
ventana… Recordemos que quedan muchas cosas por hacer, muchas que decir, más de
las que pensamos. Busquemos, pues, en silencio y en paz para encontrar nuestra
respuesta, que nos reencontremos a nosotros mismos, y con la reflexión y el
descanso encontrar esa opción y escoger la buena.
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