¿"Renovación
u obligación"? comienza el día con la noticia, por otro lado esperada, de
la marcha (¿obligada?) del presidente de la Junta de Andalucía, esta es una
marcha negada en varias ocasiones, aunque esperada en círculos políticos. Esta
marcha añade más incertidumbre al llamado caso “ERES”. ¿Hasta dónde llega la
implicación de la clase política dirigente en Andalucía? Para saber la
respuesta deberíamos introducirnos en
los misterios del asunto, cuestión difícil debido al secretismo del proceso.
Pero que rara se hace esta forma tan característica de presentarnos su dimisión
por supuestos motivos de renovación del partido gubernamental, eso no se lo
cree ni quien lo ha dicho. La renovación es una idea proclamada a los
cuatro vientos, y esta “renovación” se hace por los cauces “supuestamente democráticos”,
a través de las bases de su partido. Pues otra falacia más, ni ha habido
debate, ni ha habido confrontación de ideas, ni tan siquiera de candidatos, pues
el propio sistema o procedimiento que se han inventado al que llaman “primarias”
lo impide. Hay deseos de renovación, no hay ninguna duda, pero no así. La
renovación debería surgir en la base y partir de ella, invertir la pirámide… No
es lógico que quien se va, (por los motivos que sean), designe a su sucesor o
sucesora, es otra manera de garantizarse que su poder o influencia perdurara
más allá de su mandato, en pocas palabras “Cambiarlo todo para seguir igual”.
Eso mismo fue lo que hizo Aznar hace años y le salió el “tiro por la culata”.
Con este cambio solo busca sembrar mejor el terreno para asegurarse recoger una
de las mejores de las cosechas. Él se va, para no emponzoñar más aun las
instituciones, para que el resto tengan vida y obtengan un buen resultado
electoral. Por eso, no escatima en despotricar alagos generosos hacia su sucesora,
Así, las semillas de la desconfianza
espera ahogarlas y callar la legitima crítica y la supuesta sospecha. No estamos habituados a que ningún dirigente
se vaya, pero si lo hace, como en este caso, que deje a las bases hacer, que
hagan una renovación profunda como la sociedad le reclamamos ( a ellos y a los demás),
que dejen de poner tiritas y curen al enfermo, que tengan en cuenta a la
sociedad y comiencen a escucharla. Según
la profundidad de esta renovación mayor será la posibilidad de obtener buenos frutos.
Que vendrán, en cierta forma, garantizados o no, por el alcance o no de esa
renovación. Ya lo dice el refranero “Renovarse o morir” cada cual que escoja su
opción, yo solo lo digo por decir pero “el que tenga oídos, que oiga” aunque no
le guste lo que escuche.
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