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lunes, 1 de julio de 2013

Hay clases



   Tras los últimos encarcelamientos ocurridos en este país, por causa de la corrupción política, dos opiniones ocupan las líneas editoriales de los principales medios de comunicación, una la que salga toda la suciedad de una vez y cada palo aguante su vela, y otra de que existe temor por las informaciones que puedan filtrarse. La verdad y la transparencia son las mejores cualidades del buen político, de las personas honradas, que las hay y muchas, :desean más que nadie que brille la verdad, entre otras cosas para dejar de ser señalados indebidamente, son personas sencillas, con una ideología determinada, se puede estar de acuerdo con ellos o no, políticamente hablando, pero ante todo son honrados y leales y suelen ser los que además dan la cara y se llevan el rapapolvo de la gente, por supuesto sin culpa alguna, solo por pertenecer a un determinado partido, este en vez de mirar por sus militantes y por la honradez de sus políticos (no solo serlo, sino parecerlo), tratan de emborronarlo todo, practicando políticas de confusión y desinformación, para cuanto menos crear el beneficio de la duda; lo que sucede es que la gente estamos cabreados, por los efectos de la crisis, de los recortes y ya ante tanta falacia, pues no nos creemos nada, como entonces, ¿pueden sobrevivir políticos honrados en nuestro mundo de hoy día?. Todos más o menos conscientemente, tenemos la necesidad de la verdad, de saciar nuestras ansias de esclarecimiento de la situación, con el conocimiento de lo que paso, de cómo pudo ocurrir, que organismos de control fallaron y por qué. Si no, caemos en la trampa de creernos el cuento de la lechera y pensar que de verdad este hombre era un as en los negocios. Estas explicaciones no tienen sentido, ni lógica o hechos que la sostenga: los viajes, los movimientos bancarios desenfrenados para garantizarse el  dinero y la liquidez fuera de nuestras fronteras, ha sido determinante, porque si es por la destrucción de pruebas, sino lo ha hecho antes, es que es tonto, se me caería el mito del perfecto malhechor, del  perfecto ladrón de guante blanco, pues sería de una estupidez supina, con todo el tiempo del mundo no lo hubiese hecho con anterioridad, amén de poner a buen recaudo pruebas que si le podrían valer para hacer su chantaje y desmontar el chiringuito: Hemos de estar preparados para lo mejor y para lo peor: “o cae sobre él, todo el peso de la ley, o se va de rositas…” dentro de poco se resolverá esta ecuación y los componentes que la forman, que hoy por hoy son una incógnita.

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